Gabriele vuelve mañana; luego, quién sabe
lo que pasará. Ni siquiera sé cuánto tiempo
se queda. Ya veremos. De todas formas, le
he dicho a Angela que no voy a Grecia.
Quiero esperar y ver qué ocurre. La verdad
es que me gustaría ir con él.
Ayer estuve en la playa. El cielo
amenazaba tormenta y se había alzado un
viento fuerte.
Me volviste a la mente, un día que
parecía haber tenido lugar mil años antes.
Recuerdo ese día en la playa como si fuera
ayer. Era muy pequeña, debía de tener
cuatro o cinco años, no más. El tiempo
estaba inestable, por la noche había
llovido, pero fuimos de todas formas con la
vecina y sus hijos. El mar estaba agitado,
me acuerdo muy bien, al igual que del
viento que nos azotaba la cara y del
intenso olor del aire.
Te veo de nuevo sentada en una
tumbona y me miro mientras juego con la
arena, enfurruñada porque me habías
prohibido acercarme al agua, mientras que
los otros niños sí podían bañarse.
Ese día, la playa vacía me parecía
enorme. Un espacio oblicuo de arena, cielo
y agua, infinito.
Al cabo de un rato me eché a llorar.
¿Quizá me había hecho daño? ¿Me había
entrado arena en los ojos?
Me cogiste en brazos y fuimos a pasear
por la orilla, yo pegada a ti como a un
árbol, corazón contra corazón. De vez en
cuando me decías algo o me besabas
fugazmente en la mejilla.
En ciertos momentos notaba en la cara
el sol que se colaba entre las gruesas
nubes. Y oía el viento, y tus palabras. ¿Qué
me decías? ¿Qué me contabas? Ojalá
pudiera recordarlo todo...
Entonces éramos inmortales. La vida
nos parecía tanta...
Sentía el sol en la cara y oía el viento y
tus palabras, y era lo único que importaba.
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La lluvia en tu habitación *Paola Predicatori*
Novela JuvenilA sus 17 años, Alessandra ha vivido una de las experiencias más dolorosas: el cáncer se ha llevado a su madre y ahora se encuentra entre la aceptación de una pérdida insoportable y un agudo sentimiento de abandono. Al reincorporarse a la escuela, en...