21 de Diciembre

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Hoy, a la hora de Greci, Gabriele le ha

entregado sus dibujos. Son tipo cómic,

además de algún que otro retrato. Al verlos

nos hemos quedado boquiabiertos, y me

alegro, porque de repente todos lo miran

con admiración. Greci nos ha reunido

alrededor de su mesa y nos habla de trazo

incisivo e intensidad en el color. Gabriele

mira únicamente al profe, desdeñando

adrede a los demás. Los rostros de todos

traslucen incredulidad y estupor, pero

también un interés auténtico, y quienes

solían tomarle el pelo ahora se olvidan de

que siempre lo llamaron Cero. Cuanto más

los contemplo, más ganas tengo de que se

enteren de que estuve en su casa, de que

fuimos juntos a la playa, que yo fui la única

que comprendió que en el fondo era

especial. Pero resulta demasiado fácil,

como en una de esas películas en que el

perdedor se convierte de repente en héroe.

Ahora es un poco así, y los pringados

somos los demás. El que tiene talento es

él, y si tienes talento tarde o temprano

encuentras tu camino, aunque provengas

de las viviendas populares. Mi madre tenía

razón: si no quieres perderte las mejores

ocasiones, hay que considerar las cosas

con perspectiva.

La segunda sorpresa del día se produce

a la salida de clase, cuando Giovanni se me

acerca para decirme que quiere hablar

conmigo. Lo miro perpleja: tiene el aire

grave del que está a punto de cumplir una

misión seria, así que lo sigo de mala gana.

Tengo más motivos para odiarlo que para

escucharlo, pero ante todo quiero ser

educada. Desde la noche de la fiesta no

hemos vuelto a hablar y cada vez que nos

cruzábamos en el pasillo él desviaba la

mirada. Lo sigo hasta el porticado del

instituto; cuando llegamos, se mete las

manos en los bolsillos de los vaqueros y

con aire contrito me pide perdón por lo del

Mouse, me dice que había bebido mucho y

que no se explica qué le ocurrió.

—Eso es todo —dice—, como ves nada

del otro mundo. Es que no quiero que

pienses que soy un cabrón. No suelo

comportarme así, disculpa.

Asiento con la cabeza, un tanto

La lluvia en tu habitación *Paola Predicatori*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora