Cuando estés durmiendo

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—¿Cuándo vuelves?

—Cuando estés durmiendo.

Y yo me dormía y, mientras soñaba, tú

regresabas. Apenas despertaba te llamaba,

a veces quejosa a veces contrariada, y

venías. Habías mantenido tu promesa,

habías vuelto. Yo del sueño, tú del mundo

exterior. A veces pensaba: «¿Y si no

volviese?» Y quería que el sueño durase

poco, que fuese un simple parpadeo, como

el hada Isabella, que hacía que las cosas

ocurriesen así. Intentaba imitarla, y luego

te llamaba, sólo moviendo los labios,

apenas susurrando, porque tal vez el hada

Isabella podía verme y no quería que

hiciese como ella. Entonces esperaba y en

la calma vespertina, sobre todo en verano,

disolvía la ansiedad en el sueño. A veces

despertaba empapada en sudor.

—¿Has estado corriendo en sueños? —

me preguntabas.

Me incorporaba y, como un cachorro,

buscaba tu cuerpo, te abrazaba y me

sentaba en tus piernas, de través, hecha

un ovillo, añorando el momento en que

todavía no había nacido y éramos una sola

y jamás habrías podido marcharte sin mí.

—Te buscaba, pero no sabía dónde

estabas.

—Pero si estoy aquí, mamá ha vuelto.

¿Cuándo vuelves? Cuando estés

durmiendo. Ahora me viene a la mente

cada vez que despierto de un sueño

inquieto, uno de esos en los que te

precipitas sin llegar a caer, como a veces

hacen los pájaros. Me incorporo poco a

poco, igual que entonces, y en ocasiones

me doy cuenta de que no respiro:

¿contendrán también el aliento los pájaros

cuando vuelan? ¿Dejarán también de

respirar si tienen miedo?

La lluvia en tu habitación *Paola Predicatori*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora