Cuando vuelva la felicidad, haré como si
nada. Simularé no darme cuenta, como
alguien que es capaz de vivir sin ella, que
aprendió a hacerlo y está bien así. Cuando
vuelva la felicidad, no le diré nada. Fingiré
no verla y ya está. Igual que, mientras
estudiaba, sentía que te movías por tu
habitación, oía la radio difundir su música
suavemente, aunque no hacía caso porque
pensaba que era una nimiedad. La felicidad
era eso, pero yo no lo sabía.
A veces, en el silencio me parece
advertir ruidos al otro lado de la pared y
aguzo el oído. Pego la oreja a la pared y
escucho. En mi lado sólo el vacío, en el
tuyo tu ausencia. Y vencen siempre: dejo
que me aniquilen con el poder de las cosas
invisibles.
Cuando vuelva la felicidad, podrá
incluso echarse a gritar, pero no permitiré
que me engañe.
Cuando era niña me acostabas y luego
entornabas la puerta. Oía que la abuela te
preguntaba «¿Se ha dormido?», y tú le
contestabas: «Sí, estaba cansada. Se ha
pasado el día jugando. -Y añadías-: Si
mañana hace buen día la llevaré al
parque.» La llevo a la playa, la llevo
conmigo. Hasta el fin del mundo. Siempre.
Para siempre. Voces procedentes de otra
habitación. Luego me dormía. La felicidad
no era un grito, sino un susurro velado.
Voces procedentes de otra habitación.
Debo recordarlo, a pesar de que sé que
nada volverá a ser como antes, que nada
vuelve a ser idéntico a sí mismo. Ese
quedo susurro es la única felicidad que
conozco.
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La lluvia en tu habitación *Paola Predicatori*
Teen FictionA sus 17 años, Alessandra ha vivido una de las experiencias más dolorosas: el cáncer se ha llevado a su madre y ahora se encuentra entre la aceptación de una pérdida insoportable y un agudo sentimiento de abandono. Al reincorporarse a la escuela, en...