21 de Enero

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La semana ha pasado sin más sorpresas ni

amenazas, pero también sin Gabriele. Hace

cuatro días que no lo veo. Lo echo

muchísimo de menos, jamás me había

sucedido nada igual. Tengo ganas de verlo,

pero no de esta forma, con este secreto

que se interpone entre nosotros, con la

imposibilidad de aclararlo todo.

En clase se respira ambiente de

exámenes, y cuando se habla sólo es para

decir qué haremos después, adónde

iremos, o para comparar las tesis. Muchos

están hincando los codos porque quieren ir

a la universidad, pero yo aún no he

decidido nada. Tengo la impresión de que

mi vida se ha detenido y se niega a

avanzar.

Desparramo mis cosas sobre el pupitre

y, de repente, me invade la espantosa

sensación de que no volveré a ver a

Gabriele, de habérmelo jugado todo, de

haber perdido algo importante. Ninguno de

los profes pregunta por él, ni siquiera

Greci, lo que aumenta mi ansiedad, como

si hubiera desaparecido definitivamente. Al

evocar los momentos compartidos con él

me parecen preciosos. Cuando vuelvo a

casa, paso por delante de la de Petrit, pero

no me paro sino que alargo un poco el

recorrido y me dirijo a la playa.

La lluvia en tu habitación *Paola Predicatori*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora