Capítulo 3

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Cuando la oscuridad a nuestro alrededor arreció pude apreciar que estábamos en un sitio completamente nuevo y diferente para mí, aunque la realidad del presente no tardó en golpearme, haciendo que alejara al desconocido con un pequeño empujón.

—Deberías darme las gracias, te he salvado de un destino peor que la muerte —le fulminé con la mirada tan pronto como dijo eso.

No sabía cómo sentirme, no sabía siquiera lo que realmente sentía en aquel momento. Habían pasado muchas cosas en muy poco tiempo y yo aún estaba tratando de procesar todo.

—Corrección: me has chantajeado usando a mi madre adoptiva para secuestrarme sin que pareciera realmente un secuestro —repliqué yo.

—Si te hace feliz pensar eso —zanjó él mientras se encogía de hombros.

—¿Dónde estamos? —No debería estar haciendo preguntas, pero si mi vida había cambiado mi comportamiento también debía hacerlo.

—Seguimos en Bloodheim, solo que a las afueras del norte, casi en el límite con Kaltstadt —Kaltstadt... eso era territorio de Xaldin, solo que él mandaba desde Bloodheim, no le terminaba de agradar el clima del norte.

—Ya veo... —susurré mientras inspeccionaba la sala con la mirada; techos altos y abovedados con columnas por doquier, bancos de madera, un altar... —¿Estamos en una iglesia?

—Así es, pero habrá que avanzar a la vieja usanza desde aquí, a donde vamos no podemos acceder mediante teletransportes. Así que en marcha —ordenó el chico mientras echaba a andar, confiando en que le seguiría.

—¿Adónde me llevas? —No me fiaba de él aunque me hubiese sacado de la mansión de Xaldin y me hubiera liberado —de momento —de ser una esclava.

—A un lugar seguro. Vamos, no me obligues a llevarte en brazos... aunque no sería difícil teniendo en cuenta tu estado —seguramente pensó que no le escucharía decir esas últimas palabras.

—¿Cómo sé que...? —No me dejó continuar.

—¿Cómo sé que puedo fiarme de ti? —Dijo él, quitándome las palabras de la boca —. Veamos... porque me he jugado la vida colándome en la mansión de uno de Los Doce para salvar a una humana de un destino terrible, ¿quizá? —Razonó.

Odiaba admitirlo, pero tenía razón. Abrí la boca para volver a protestar, pero él se me adelantó:

—Sí, lo has hecho, pero ¿con qué fin? Seguro que quieres venderme a algún traficante de humanos que, de alguna manera, me tenía fichada —me dijo, este chico de verdad que conocía las reacciones propias de la situación —. Formo parte de una organización en contra de Los Doce, y nosotros sólo queremos que los humanos recuperen la dignidad que merecen.

—Pareces muy acostumbrado a todo esto... —comenté mientras salíamos al exterior, donde una lluvia torrencial caía con fuerza desde el cielo.

No pude resistirme a respirar hondo, me encantaba el olor de la tierra mojada. Suspiré maravillada entonces, dándome cuenta de que esa sería la primera —y quizá la última —vez que estaría bajo la lluvia.

No me contuve y, bajo la atenta mirada del desconocido, di un paso hacia la lluvia, echando la cabeza hacia atrás para poder conocer cómo se sentía la lluvia en el rostro. Jamás había salido de la mansión de Lord Xaldin mientras llovía, y debía reconocer que aquel fenómeno atmosférico que era relativamente cotidiano me fascinaba de sobremanera. Alcé los brazos aún con los ojos cerrados, las palmas de mis manos hacia arriba. Era maravilloso, el agua caía con fuerza, pero no era dañina. Sonreí, sintiendo como un nuevo sentimiento nacía en mi interior, alimentado por la lluvia: esperanza. Giré sobre mí misma unas cuantas veces, incapaz de contener por más tiempo mi emoción, dando incluso unos pequeños saltitos de alegría.

The Secret Of The Elf Blood {Riku from Kingdom Hearts}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora