Fue duro tener que levantarme a las cinco de la mañana. La noche era cerrada y debía admitir que tenía frío incluso. Riku y yo desayunamos algo ligero y dimos unas vueltas a la finca corriendo. Fue agotador, pero sin duda lo peor fue lo que vino después.
Descansamos por unos diez minutos en la cocina, mientras nos rehidratábamos.
—¿De verdad esta es tu rutina de entreno? —El mareo que sentía había remitido un poco, pero las náuseas aún estaban ahí, latentes en la boca de mi estómago mientras intentaba apaciguarlas con una manzanilla.
—Y correr solo es el principio, Ellia. Ahora toca el gimnasio —un "¡¿huh?!" escapó de mis labios, lo que hizo reír a Riku.
—Querías estar preparada para la próxima luna llena, ¿no? —Asentí —. Pues para ello debes tener entrenamientos intensivos —tragué saliva y apuré mi infusión, asintiendo con la cabeza.
—Bueno, vamos a ello, entonces.
Cinco minutos más tarde, Riku y yo estábamos en el gimnasio, calentando y estirando para prepararnos correctamente para el entrenamiento.
El vampiro comenzó a explicarme las distintas poses para la batalla que había, desde las guardias hasta las más ofensivas. Al principio fue difícil seguirle el ritmo, pero poco a poco pude adaptarme a él.
—¿Te acuerdas de aquel día que te quedaste a verme entrenar? —¿Cómo olvidarlo? Asentí con la cabeza —. Bien, pues practiquemos como aquel día, pero sin el saco —Riku fue por unas grandes manoplas acolchadas y luego volvió conmigo, posicionándose frente a mí con las manos levantadas.
Me enseñó cómo cerrar mis puños para que no me hiciera daño, y luego me fue diciendo el orden de los golpes que debía lanzar.
—Mantén siempre tu guardia alta, Ellia —recordó, yo asentí y levanté mis manos hasta que estuvieron a la altura correcta —. Golpea más fuerte, sé que puedes hacerlo —me animó.
Y así fue pasando la mañana. Para cuando llegó la hora de comer estaba completamente agotada, solo quería ducharme y acostarme para descansar. Estaba segura de que Riku se había percatado de mi estado físico, pero no dijo nada al respecto.
—Descansaremos una hora después de comer —informó —. Después de esa hora seguiremos con el entrenamiento —sentí que se me caía el alma a los pies, pero no dije nada y en su lugar simplemente asentí.
Terminamos de comer y fui directa al sofá de la sala, tirándome en él cual peso muerto. Escuché a Riku reír cuando hice esto, pero no me importó, estaba muy cansada y él era consciente de ello. Minutos después, y sin siquiera darme cuenta de ello, terminé quedándome dormida.
El vampiro me despertó tiempo después, moviéndome suavemente mientras repetía mi nombre. Abrí los ojos despacio y le miré, sonriéndole sin poder evitarlo. Sus ojos eran preciosos.
Fue entonces que me percaté en el exterior; era de noche y estaba diluviando. Las palabras que Riku había dicho durante la comida vinieron a mi mente, y me senté de golpe en el sofá.
—¿No íbamos a descansar una hora y volveríamos a entrenar?
—Te veías demasiado exhausta, además de que jamás te había visto tan calmada durmiendo —Alcé una ceja cuando dijo eso.
—¿Te gusta ver dormir a las mujeres? Eso es siniestro —comenté —. ¿Cuántos años tienes siquiera? Seguro que eres un viejo verde.
—Los equivalentes a un humano de unos veintidós o veintitrés años —o sea que era mayor que yo, muchísimo si contábamos desde el año de su nacimiento.
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The Secret Of The Elf Blood {Riku from Kingdom Hearts}
FantasíaUna decisión lo puede cambiar todo. Todo cambió el día en el que los vampiros se alzaron como soberanos de nuestro reino. Los humanos se vieron envueltos en una guerra que no era suya, una guerra en la que elfos, demonios, vampiros, sirenas y demá...