Capítulo 22

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Me desperté gritando en la oscuridad de mi habitación. Un sudor frío me bajaba por la columna y mi cuerpo temblaba como un flan. Miré mis manos tan pronto como recordé mi sueño, suspirando aliviada al verlas limpias.

Dos suaves toques en la puerta hicieron que me levantara del pequeño sillón que había bajo la ventana, había ido allí para que me diera un poco el aire, sentía que lo necesitaba.

Abrí la puerta despacio y me encontré a Riku en el umbral, con una expresión de preocupación en el rostro.

—¿Estás...? —Le abracé con fuerza tan pronto como le vi, no dejándole terminar lo que fuera a decir. Estaba vivo, y estaba ahí, conmigo —¿...bien?

Cada vez que cerraba los ojos veía todo lo que había visto en mi pesadilla, y eso no hacía más que destrozarme el corazón una y otra vez.

—Ellia... —susurró, poniendo una de sus manos en la parte posterior de mi cabeza, deslizándola de arriba hacia abajo por todo mi cabello.

Fue en ese momento que, al sacarme Riku del horrible y grotesco recuerdo de la pesadilla, me di cuenta de que estaba llorando. Me separé un poco del vampiro y le miré a los ojos, quitando él una lágrima que rodaba por mi mejilla izquierda.

—Estás vivo... —sollocé, se me hizo imposible no decir aquellas palabras.

—Estoy aquí, Ellia. Contigo —asintió él, su mano todavía en mi mejilla. Me apreté contra ella, necesitaba sentirle para que sus palabras calaran de verdad en mi, para sentir que de verdad estaba ahí, de pie frente a mí.

Pese a todo lo que había pasado entre nosotros, pese a la tensión, la incomodidad y todo lo demás, agarré su mano y tiré de él hasta que estuvo dentro del cuarto. Cerré la puerta y me encontré a Riku mirándome una vez que me giré.

—Todos estamos bien, Ellia —repuso con voz tranquila, avanzando hacia mí —. No sé exactamente lo que viste en esa pesadilla, pero no fue real, ¿vale?

Asentí con la cabeza, y antes de que pudiera decir nada, Riku continuó hablando:

—No eres ningún monstruo. Te lo repetiré tantas veces como sea necesario —sus manos se habían quedado apoyadas en la puerta, a ambos lados de mi cabeza, acorralándome. Tras eso el vampiro bajó la cabeza y juntó su frente con la mía —. Eres preciosa, Ellia. Un milagro enviado desde el mismísimo cielo, o como el ave fénix, reviviendo desde las cenizas una especie que hasta el día de hoy se creía extinta —le miré a los ojos y descubrí que estaban brillando, tal y como aquella noche en la cocina.

—Tus ojos... —mis labios rozaron los suyos cuando susurré esas dos palabras.

—¿Asustada? —El lado derecho de su boca se alzó en una media sonrisa.

—¿De ti? Jamás —repliqué, cada vez que su piel entraba en contacto con la mía sentía una corriente recorriéndome de pies a cabeza. El vampiro rio cuando le dije eso —. Riku... —susurré cuando dejó de reírse.

—Dime —contestó de igual manera.

—Demuéstrame que no estoy soñando, por favor —porque sí, tenía miedo de que mi cabeza me estuviera jugando una mala pasada, haciéndome creer que todo esto era real cuando en verdad no era así.

—¿Eso quieres? —Sonaba divertido, aunque también indeciso. Asentí con la cabeza.

—Sí.

—Tus deseos son órdenes, pajarita —y esa fue la última prueba que necesitaba para corroborar que, efectivamente, no estaba soñando.

La mirada de Riku bajó hasta mis labios por unos segundos, los justos para decidirse a acabar con la poca distancia que separaba sus labios de los míos. Fue despacio, cauto, aunque pronto le seguí el beso y Riku se animó a pasar su mano hasta mi nuca, trazando pequeños círculos en la zona con su pulgar.

The Secret Of The Elf Blood {Riku from Kingdom Hearts}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora