El vampiro suspiró, mirándome. Acuné su mejilla con mi mano derecha, y él se apretó contra ella.
—No eres un monstruo, Riku —quizá ahora más que nunca, y por culpa del cambio en sus ojos y todo lo que eso conllevaba, Riku se sentía más arrepentido de sus actos del pasado que de costumbre —. Yo elegí darte mi sangre para salvarte. No has hecho daño a nadie.
—Eso no quita el hecho de que era un asesino... —musitó, esquivando mi mirada.
—Eras. Tú mismo lo has dicho —le tranquilicé, sonriéndole amablemente.
El vampiro me estudió por unos instantes, su mirada fija en mí por lo que se sintió como una eternidad, debatiéndose en creer mis palabras o no.
—Te has redimido con todo lo que estás haciendo, Riku —insistí, acercándome un poco a él.
—Si tú lo dices... —susurró, su cálido aliento rozando mis labios, haciendo que un agradable cosquilleo se instalara en ellos al tiempo en que una conocida sensación de anticipo se apoderaba de mí, la tensión manifestándose en el aire.
—Sólo acéptalo de una maldita vez —musité, lanzándome por fin a sus labios.
Me siguió el beso casi en el mismo instante en que nuestros labios se encontraron. Sus brazos rodearon mis hombros y mi cintura, y de alguna manera Riku acabó tumbado en el sofá, conmigo encima, mis piernas a ambos lados de su cuerpo. Su cabeza quedó apoyada en el reposabrazos, mi mano izquierda justo al lado de esta, sosteniendo parte de mi peso mientras que la derecha acariciaba el lateral de su cuello.
Me embriagué con su aroma a pino y mar, cual adicta a su droga predilecta. Creía fuertemente que esta nueva y temporal condición suya causaba que su aroma fuese más fuerte que de costumbre, afectándome a niveles que ni me había imaginado.
Con un gruñido, el vampiro presionó mi cuerpo contra el suyo, nuestras caderas ahora pegadas a las del contrario mientras que nuestras lenguas se encontraban la una con la otra. No supe en qué momento había pasado, pero pronto me di cuenta de que mi cuerpo se había empezado a contonear perezosamente contra el suyo, simulando un obsceno y pecaminoso vaivén que, de vez en cuando, lograba sacarme algún que otro pequeño gemido.
—Joder, Ellia... —gruñó con la voz más grave que de costumbre a causa del deseo y la pasión del momento, sus labios rozándose con los míos, alimentando el calor que se había instalado en mi bajo vientre.
—Riku... —gemí en respuesta, sintiendo cómo sus manos bajaban desde mi cintura hasta mi trasero, apretando mis nalgas suavemente, nublando mi mente al tiempo en que sentía cómo el bulto de sus pantalones presionaba contra mí.
Bajé la mano hasta su pecho, acariciando despacio la zona, desde sus hombros hasta sus pectorales, bajando por su abdomen hasta que mis dedos chocaron con el límite de sus pantalones, quedando mi mano muy apretada entre nuestros cuerpos. Tiré de su camiseta con ansia mientras nuestros labios se encontraban de nuevo, logrando colar la mano dentro de la ajustada tela.
Una deliciosa y excitante corriente eléctrica me recorrió de pies a cabeza tan pronto como la piel de su torso entró en contacto con las yemas de mis dedos. Sentía esa excitante electricidad en cada centímetro de piel que se encontraba, recorriéndome hasta llegar a aquel nudo de calor y deseo que se había formado en mi interior, justo entre mis piernas.
Deseaba a Riku como nunca había deseado a nadie, y el hecho de que él hubiese decidido posicionarme encima me dejaba saber que quería que fuera yo la que tomara el mando de la situación. Más tarde abordaría el tema.
Sentí sus colmillos acariciando la piel de mis labios, mas el vampiro no se alejó de mí, sino que en su lugar sentí sus manos recorriendo mi cuerpo, explorando y colándose incluso por debajo de mi ropa. Sentía sus palmas frías en contraste con mi piel, que ardía como el infierno, pero ese gélido contacto no hacía sino que calentar más mi ser, incendiándome incluso más, si es que eso era posible.
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The Secret Of The Elf Blood {Riku from Kingdom Hearts}
FantasíaUna decisión lo puede cambiar todo. Todo cambió el día en el que los vampiros se alzaron como soberanos de nuestro reino. Los humanos se vieron envueltos en una guerra que no era suya, una guerra en la que elfos, demonios, vampiros, sirenas y demá...