Capítulo 43

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Tras la reunión y el consiguiente chequeo a mi pajarita por parte de Aqua, la tomé en brazos y me dirigí junto con los albinos a mi chalet propio, ya que no quería que Sora terminase en problemas con los demonios, más que nada porque tenía todas las de perder contra ellos.

—¿No vamos a vivir con el resto de tus compañeros? —Negué con la cabeza ante la pregunta de Vergil.

—Primero hay que conseguir que Sora os tolere. Además, hay un miembro al que no conocéis que no se toma muy bien lo de que haya gente nueva. No le gustan los cambios —expliqué.

—¿Qué problema tiene Sora exactamente con los demonios? —Inquirió Terra, que nos acompañaba porque yo así se lo había pedido. Merecía explicaciones.

—No tengo ni idea, jamás hemos hablado del tema —y era cierto, pese a lo cercanos que éramos a veces, Sora y yo pocas veces hablábamos de nuestro pasado entre nosotros.

—Al final va a ser problemático el mudarnos contigo, Riku —comentó en tono jocoso Dante.

—Todo tiene su transición y periodo de adaptación —zanjé, ingresando en casa por fin.

—Madre mía, ¡que de feromonas hay aquí! —Exclamó Dante.

Yo no lo notaba, pero era consciente de que mi estado, junto a las numerosas y largas sesiones de sexo que había tenido con Ellia, había dejado marca en casa en forma de olor a macho en celo.

Porque sí, había sufrido una especie de pseudocelo en aquel tiempo. Siempre pasaba cuando un vampiro se apareaba por primera vez con una pareja, y en mi caso todo se potenció debido al asunto de mi cambio, por llamarlo de alguna manera.

—Sabes que es algo que no controlo —me excusé.

Dante simplemente rio ante la situación mientras avanzábamos por la casa, rumbo al salón para dejar a mi pajarita recostada sobre un sofá. La posé con cuidado sobre los cojines, y no pude evitar pensar en la primera vez que nos entregamos el uno al otro; había sido en ese mismo sofá.

Tras eso llevé a los albinos a la planta de arriba y, una vez que los dejé acomodándose en la verdadera habitación de invitados, sí, la verdadera, ya que Ellia en realidad estuvo alojada en la habitación de Naminé, bajé de nuevo las escaleras e ingresé en el salón para poder explicarle todo a Terra.

—Entonces, "en busca de pistas que nos llevasen al hipotético laboratorio de Los Doce" en el Bosque Profundo, ¿no? —citó Terra mis palabras de hacía un rato, menuda memoria tenía cuando quería...

—Hay cosas que no he contado, ¿vale? —Admití —. Por miedo a vuestra reacción —añadí, era una excusa barata, pero no estaba mintiendo. Ya no.

—Pues venga, desembucha —presionó el castaño.

—Antes jura que nada de lo que te diga saldrá de aquí —le miré fijamente a los ojos, serio y severo.

—¿Tan horrible es lo que has hecho, Riku? —Inquirió con una ceja alzada, acomodándose en el sofá.

—He hecho un pacto con Saïx a cambio de información del laboratorio —solté la bomba sin más preámbulos, de nada servía andarme con rodeos y medias tintas. Con Terra podía ser directo.

Sus ojos se abrieron como platos al procesar mis palabras, y se levantó de su asiento como un toro embravecido, viniendo directo hacia mí y agarrándome del cuello de la camiseta, tirando.

—Repite eso Riku —podía ver la amenaza y la rabia en sus ojos, se había enfadado, y no le culpaba.

—Pacté con Saïx. La cabeza de Marluxia a cambio de información de Los Doce —y ahora venía el dilema, ¿decirle a Terra que había dejado ir a Marluxia o enseñarle lo que el vampiro me había entregado y hacerle creer que había cumplido con mi cometido?

The Secret Of The Elf Blood {Riku from Kingdom Hearts}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora