Capítulo 14

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—¿Estás bien? Te has puesto muy roja de repente —dijo él al cabo de unos pocos segundos.

—Sí, es solo el golpe —tartamudeé yo.

—¿Segura? —Quería gritarle que se quitara de encima, ya que, a pesar de que en parte me gustaba estar así, por otra parte se me hacía incómodo. Demasiado.

—De verdad, tranquilo —miré hacia abajo y me arrepentí. Tragué saliva al ver su marcado cuerpo tan cerca del mío.

—No me digas que te da corte que estemos así —¿estaba coqueteando conmigo? ¿O más bien se estaba riendo de mí? No lo tenía muy claro, pero ninguna de las dos opciones se me hacía agradable.

—No es eso —tartamudeé de nuevo. Riku acercó su cara a la mía, y podía jurar que sentía su aliento rozarme la mejilla.

—¿En serio? Porque ahora estás incluso más roja —una sonrisa felina floreció en su rostro.

—¡Que te quites! —Exclamé, agarrándolo por los hombros y empleando toda mi fuerza para quitarlo de encima de mi.

Me puse en pie rápidamente, y la estruendosa risa de Riku hizo que me girase para mirarle. Se estaba riendo a pleno pulmón.

—¡Menuda cara has puesto! —Exclamó.

—¡Te voy a matar! —Amenacé.

—Inténtalo, abejita —le miré con los ojos entrecerrados, molesta ya por su actitud y sus juegos de mal gusto.

—La picadura de una abeja duele mucho, murcielaguito —comenté.

—Estaría dispuesto a soportar ese dolor —abrí los ojos como platos cuando dije eso. —¡Esa misma cara has puesto antes!

—¡Capullo! —No me contuve más y fui hacia él cegada por la ira.

Riku se puso en pie rápidamente y bloqueó todos mis golpes, tanto los puñetazos como las patadas. Aunque era diestro y hábil, conseguí desgastarle lo suficiente como para dejarle jadeando, cosa que me hizo sentir muy orgullosa de mí misma. Pocas veces había conseguido dejar a Riku en ese estado.

Tras esa pequeña pelea, nos sentamos en uno de los bancos de la sala, bebiendo de nuestros termos.

—Has estado muy bien hace un rato —felicitó él.

—Todavía me quedan cosas por pulir —respondí yo.

—No seas modesta y solo acepta el cumplido —rio.

—Vale, vale. Gracias —Riku revolvió un poco mi pelo tras eso, aun riendo.

—Si te soy sincero, estoy sorprendido con tus avances —admitió.

—La verdad es que yo también me estoy asombrando conmigo misma —confesé también.

—Tu magia está mostrándose —comentó —. Aún no ha dado del todo la cara, pero te está ayudando mucho con esta transición. Por llamarla de alguna manera.

—Supongo... ¿Sabes? Aún no me lo creo.

—Es difícil asumir que no eres lo que creías ser —asentí con la cabeza —. Pero los cambios son buenos, Ellia.

—Bueno...

—Lo sé, lo sé, depende de cómo sean, pero normalmente suelen ser buenos, créeme —le miré fugazmente por el rabillo del ojo, su mirada estaba clavada en sus manos.

Otra vez estaba cabizbajo. No le pregunté qué le pasaba, pero puse una de mis manos sobre las suyas. Riku levantó la cabeza y me miró a los ojos. Le sonreí, quería que estuviera bien, que sus preocupaciones no le atormentaran.

The Secret Of The Elf Blood {Riku from Kingdom Hearts}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora