𝟐𝟒. 𝐃𝐚𝐦𝐞 𝐞𝐥 𝐡𝐨𝐧𝐨𝐫

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𝐒𝐭𝐞𝐯𝐞

Hemos dejado atrás la puerta de la habitación dónde hice mía a Ruby por primera vez y junto a eso también el orgullo.

Nada nos importa, chocamos contra la pared, mis manos acarician su cadera, la tomo con firmeza haciendo rozar mi entrepierna con la suya.

Sus hermosos ojos están clavados en los míos, una sonrisa maliciosa aparece en su rostro, sé que lo está disfrutando porque se acerca cada vez más.

Nuevamente nos besamos pero ahora nuestras lenguas son las protagonistas, me gusta cuando me besa así.

Con mis pulgares busco el elástico de los pantalones de su pijama y al encontrarlo no tardo en deslizarlo hasta sus tobillos.

Ruby observa cada uno de mis movimientos, levanta su pie izquierdo y luego el derecho para deshacerse de la prenda por completo.

Aprovecho que estoy hincado y ahora hago lo mismo pero con sus bragas, sus mejillas se ponen rojas en cuanto su intimidad queda expuesta.

Cierro los ojos y niego con la cabeza porque está rozando su pie contra mi erección, me acerco y comienzo a dejar un camino de besos húmedos desde su rodilla hasta su entrepierna.

Me gusta el olor de su piel y cada vez que puedo satisfago mi sentido del olfato y al sentir su piel erizarse sólo sonrío.

Saco mi lengua para darle placer a su clítoris, lo hago despacio y en círculos, sus uñas se entierran en mis hombros y sus gemidos no tardan en salir.

—Sí Steve, sigue así —dice con dificultad, desde este ángulo puedo notar cómo echa su cabeza hacía atrás.

Subo su pierna izquierda sobre mi hombro con el propósito de llegar hasta el último rincón y lo consigo, está demasiado húmeda y eso es delicioso.

Levanto mi brazo derecho hasta tocar sus perfectos pechos, sus pezones están duros y su respiración está descontrolada.

Me separo un poco supliendo mi lengua por mis dedos, remarco sus labios vaginales recolectando todos sus fluidos para después hundirme en ella.

—Mierda —dice al sentir mis dedos moverse dentro de ella.

Luego de complacerla de esa manera decido levantarme, llevo mis dedos a su boca y los recibe sin problema, su lengua limpia cualquier rastro de su ADN y al terminar nuestros labios se unen en un beso desesperado.

—Te extrañé tanto Harrington —dice luego de tomar aire.

—Te extrañé más Munson —tomo su mano y la giro, haciendo que su pecho toque la pared, muevo su cabello dejando expuesta la sensible piel de su cuello, bajo mi boxer y mi pene erecto no tarda en salir, Ruby sonríe.

Sus nalgas rozan con mi punta y eso me excita mucho más, me acomodo en su entrada y mientras voy abriéndome paso beso su espalda, ambos soltamos pequeños gemidos.

—Te sientes tan bien, me encanta sentir como me tomas —mis dedos delinean su trasero.

—A mí me encanta sentirte dentro —la tomo de la cintura y comienzo a embestirla una y otra vez, quiero cerrar los ojos por el placer que siento pero prefiero contemplar la escena, sus nalgas rebotan con cada choque, se ve deliciosa.

—Ay mi amor así, me encanta —me pone demasiado caliente escucharla hablar de esa forma.

—¿Quieres subirte amor? —le pregunto sin detenerme y con su mirada me hace saber que quiere hacerlo.

Toma mi mano y me lleva a la cama, me acuesto esperando con ansias verla encima de mí pero sus intenciones son otras, se monta pero besa mi pecho, luego mi abdomen.

Me regala una sonrisa y una mirada perversa, saca su lengua y recorre toda mi longitud, mi pene está más erecto que hace unos minutos, lo toma y lo mete a su boca, comienza a subir y a bajar, su lengua hace círculos en mi punta y la sensación es increíble, puedo sentir su garganta y en ocasiones lo deja ahí por algunos segundos.

Levanta un poco su rostro para mirarme, hay un hilo de saliva y algunas lágrimas en sus mejillas.

Pasa sus piernas a mis costados y acomoda mi pene para comenzar a bajar, tenso mi mandíbula al sentir sus paredes abriéndose, suelta un quejido.

—¿Pasa algo? —cuestionó ante su ceño fruncido.

—Es... muy grande —suelta una risilla pero continua bajando hasta sentirme dentro de ella por completo.

Mis manos están en su cadera siguiendo sus deliciosos movimientos, lo hace de atrás hacía adelante y también en círculos, se inclina un poco para besarme, sus duros pezones tocan mi pecho.

—Te amo Steve, nunca dejé de hacerlo —susurra en mis labios.

—Yo también te amo Ruby y tampoco dejé de hacerlo, ni un segundo —sonríe para después seguir soltando gemidos.

El choque de nuestra piel causa un sonido delicioso, en su frente hay sudor y sus caderas están rojas por mi agarre, me siento y enredo su cintura con mi brazo para cambiar nuestras posiciones.

Sus piernas están lo suficientemente abiertas y vuelvo a entrar en ella, araña mi espalda y busca mis labios con desesperación, le doy lo que pide porque no sé cuánto más pueda aguantar.

Luego de unas embestidas siento un escalofrío recorrer mi cuerpo, alcanzo a salir de ella dejando mi líquido caliente sobre su abdomen y parte de las sábanas, me levanto para ir al baño por un poco de papel y luego de limpiarla me recuesto a su lado.

—Eso fue... —

—Increíble —decimos al mismo tiempo.

—Me encanta estar contigo pequeña, pero no sólo a ratos, quiero estar contigo siempre, hasta después de la muerte —tomo su mano y dejo un beso en el dorso de esta.

—¿Y sabes que hay después de la muerte? —cuestiona.

—No, pero sea lo que sea que haya después de morir estoy seguro que seguiré amándote, no importa que tan horrible o hermoso sea, sé que así será —

—Yo no sé si hay algo después de la muerte pero si lo hay no dudes que te seguiré escogiendo a ti, te amo Steve desde aquel día que golpeaste mi cabeza —ambos reímos y luego dejo un beso en su frente.

—Cásate conmigo, dame el honor de ser tu esposo Ruby Munson —sus ojos se humedecen.

—Sí Steve, acepto —

Luego de eso nos turnamos para ducharnos pues queríamos dormir junto a nuestro pequeño.

—Steve... ¿en serio quieres tener seis hijos? —pregunta algo acongojada, es gracioso.

—Sería lindo pero aquí y ahora me siento completo, tú e Ethan son lo único que necesito para estar bien —

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𝐒 𝐄 𝐌 𝐏 𝐈 𝐓 𝐄 𝐑 𝐍 𝐎 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora