𝟐𝟑. 𝐂𝐨𝐧𝐞𝐜𝐭𝐚𝐝𝐨𝐬

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𝐑𝐮𝐛𝐲

—Gracias —me dirijo al hombre que nos trajo al parque dónde también tengo increíbles recuerdos.
—Mira amor allá están los juegos ¿quieres ir? —apunto a la zona de juegos que está a unos cuántos metros, Ethan acepta.

Hay niños por todos lados, de cualquier edad, algunos lloran y otros ríen, Ethan logró encajar con una niña casi de su edad y se están divirtiendo juntos.

Enfrente hay un enorme álamo blanco, entre sus hojas bicolor se abren paso los rayos del sol pero se interrumpen porque el aire agita las hojas con fuerza.

Ethan se ve tan feliz, parece que el venir a Phoenix también le favoreció, sin que él sepa lo he llevado a los lugares dónde su padre y yo estuvimos tiempo atrás.

Recuerdo que el día que vinimos aquí Steve me preguntó si podía ser mi novio, actúe lo más normal posible pero por dentro me estaba muriendo de los nervios y cuando al fin pude responder algo no dudé en decirle que sí y a pesar de todo no dudo que tomé una excelente decisión.

También me preguntó si quería tener hijos y eso me asustó aunque no tanto como saber que quiere tener seis hijos, es una locura pero ya tiene el primero y es hermoso, igual que él.

—Otra vez estamos aquí pero ahora somos tres —una voz me saca de mis pensamientos, es él, giro mi cabeza un poco y ahí está, con esos ojos y esa sonrisa que me vuelven loca.

—Hola —me levanto y quedamos frente a frente.

—Hola, Hargrove me dijo que vendrían a Phoenix —levanta los hombros, sólo pienso una cosa, gracias Billy Hargrove.

—Ahí está Ethan no deja de jugar con la nena —

—¿Estás celosa? —toca mi hombro ligeramente.

—Claro que no... bueno, un poco nada más —su mano roza con la mía, nos miramos fijamente.

—Hace dos años estábamos hablando justo de tener hijos y ahora Ethan ya está a punto de cumplir un año más —ambos contemplamos a nuestro pequeño.

—Nuestra vida cambió demasiado —

Ethan no quería irse pero Steve me ayudó a convencerlo y ya estamos en casa, hemos estado platicando, al parecer Billy no sabe guardar secretos porque le contó sobre Nate.

—Bueno pues me voy —me sonríe y le da un besito a Ethan.

—¿Tienes dónde quedarte? —quería preguntar otra cosa pero los nervios me traicionaron de último momento. —¿Por qué no te quedas? —eso exactamente.

—¿No te molesta? —bajo la mirada y suelto una risa nasal, si supiera que disfruto tanto su compañía.

—Claro que no, puedes quedarte en la misma habitación que la otra vez —me encojo de hombros e intento no reír por la cara que tiene, tal vez quería que lo invitara a dormir conmigo.

—Gracias —

Ambos recogemos la mesa, Steve está lavando los platos mientras que yo le doy un baño a Ethan, lo necesitaba, estaba lleno de tierra.

—¿Puedo pasar? —pregunta detrás de la puerta de la habitación.

—Sí pasa, ya terminamos sólo falta ponerle cremita en su cara —Ethan le sonríe mostrando sus dientes.
—¿Puedes cuidarlo mientras me ducho? —

—Sí claro, ven Ethan —el pequeño se baja rápido de la cama y ambos salen de la habitación.

𝐒𝐭𝐞𝐯𝐞

—¿Me amas Ethan? —mi pequeño me mira con esos preciosos ojos. —Porque yo sí te amo con cada parte de mí —se abalanza sobre mí y me enreda con sus pequeños bracitos.

—Steve ya terminé —escucho a Ruby decir, me levanto y le abro la puerta.
—¿Quieres quedarte con Ethan o que se quede conmigo? —me gustaría que entre esas opciones estuviera una más.

—Si mi pequeño quiere me gustaría quedarme con él —me encojo de hombros.

—Entonces... buenas noches —le da un beso a Ethan en la frente, su cabello huele delicioso, sus pestañas están unidas por la humedad, me regala una sonrisa antes de salir.

—Que suertudo eres pequeño —suelto un suspiro.

Ethan y yo nos acostamos, a diferencia de él no puedo dormir y no es porque la cama este incómoda o algo parecido, sólo no puedo hacerlo, decido bajar por un vaso de agua.

Abro la puerta con cuidado para no despertar a Ethan y al darme la media vuelta veo al amor de mi vida.

—¿Tampoco puedes dormir? —pregunta en un susurro.

—No, he contado miles de ovejas pero no logro conciliar el sueño — respondo de igual manera, su cabello está un poco esponjado y me es difícil dejar de mirarla, se ve hermosa de todas las maneras posibles.
—Salimos al mismo tiempo —paso mis dedos entre mi cabello.

—Lo sé, es como si estuvieramos conectados —ambos reímos pero dejamos de hacerlo porque su comentario es muy acertado, me acerco a ella, sus ojos están clavados en los míos, estamos a pocos centímetros de distancia y puedo escuchar su respiración descontrolada.

—Siempre ha sido así, no importa el tiempo ni la distancia, todo lo que siento por ti aún está aquí —tomo su mano y la llevo a mi pecho. —Y estoy seguro de que todo lo que alguna vez sentiste por mí aún sigue aquí —poso mi mano en su pecho.

Puedo percibir el brillo de sus ojos a pesar de la oscuridad, mis manos se posan en su cintura y las suyas están a sus costados, nunca la había visto tan nerviosa como ahora.

—Estás en lo correcto Harrington —toma mi nuca con sus suaves manos para acercarme a ella y antes de besarme se detiene.
—Todo de mi te pertenece sólo hace falta que lo reclames —no fue necesario que lo repitiera, mis labios juegan con los suyos, mi lengua asalta su boca sin control alguno.

Extrañaba el sabor de sus labios, la textura de su piel y su respiración agitada chocando contra mi rostro.

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𝐒 𝐄 𝐌 𝐏 𝐈 𝐓 𝐄 𝐑 𝐍 𝐎 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora