Decisiones imprudentes

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Poché.


Fijo la vista en la pizarra que se encuentra justo al otro lado de donde me encuentro y en dónde aún se pueden apreciar los resultados de la competencia. El nombre de Daniela Calle figura en la primera posición, y cómo no, si aún a mí que no tengo ni idea de este deporte me ha parecido asombrosa su participación. Ahora entiendo por qué la gente está tan entusiasmada con ella.

Si bien he escuchado el apoyo a todos los competidores, debo de reconocer que con el alboroto que ella ha generado al momento en el que la presentaron los ha sobrepasado con creces. Daniela ha sido simplemente espectacular, si antes cuando la vi con Belina en aquel campo me parecía que tenían una gran conexión, verlas ahora, durante la competencia me ha dado la sensación de que una es la extensión de la otra.

Verla así, tan concentrada, tan segura, disfrutando de cada momento, de cada salto ha sido... Y cuando ha terminado su participación y ha dirigido su atención a mí, ese guiño y esa sonrisa que ha logrado sacarme una a mí. Verla sonreír y ver cómo se ilumina su rostro la hace ver tan... tan...

—¿En qué estás pensando Poché? —me digo a mí misma.

Sacudo mi cabeza para alejar esos pensamientos y empiezo mi camino de regreso por la misma ruta por la que Polo me trajo. Entre de nuevo a la zona de las gradas y palcos con la esperanza de encontrar a Ivana y decirle que mi trabajo ha terminado y por fin poder irme, pero por más que la busco, la rubia no parece estar por ningún lado.

—Tal vez en la carpa —digo en voz alta recordando el lugar del que salían y entraban los jinetes.

Así que, con la esperanza de poder verla por ahí, camino directo a la enorme carpa en la que puedo ver algo de gente todavía, sin embargo, en cuanto lego y doy un par de vueltas por el lugar me convenzo de que ni Ivana ni Daniela ni nadie que conozca está cerca.

Suspiro resignada a seguir perdiendo mi tiempo y buscarla cuando una voz resuena justo a mis espaldas.

—Parece que estás perdida —me giro para encontrarme a la misma chica que estaba con Ivana esta mañana. ¿Cómo es que dijo que se llamaba? —Alicia —dice ella seguramente notando mis intentos por recordar de quién se trata.

Ella sonríe tomando un mechón de su cabello y juega con él enredándolo y desenredarlo entre sus dedos mientras me mira de arriba abajo logrando hacerme sentir un tanto incómoda. ¿Qué afán el suyo de dejarme sin ropa? De alguna manera tengo que agradecer que haya gente a nuestro alrededor porque de lo contrario creo que ya se me hubiera echado encima.

—Ah sí... claro —digo un poco avergonzada de no recordarlo —Yo... buscaba a Ivana o a Daniela.

—Daniela... —dice girando los ojos y con cara de fastidio, me queda claro que la chica no le agrada en absoluto. Me pregunto cuál será su problema con ella, pero sinceramente prefiero no involucrarme —Ella debe de estar en los establos guardando a Belina, pero esa zona no tiene acceso al público —agrega y recuerdo que el chico del restaurante ya me lo había comentado —e Ivana seguramente estará en el picadero.

—Entonces supongo que iré para allá —digo mientras intento caminar hacia esa zona, sin embargo, ella me detiene.

—Espera —dice al momento en el que me toma del brazo con una de sus manos, yo volteo a mirarla sin entender por qué me ha detenido. —Te acompaño —dice con una sonrisa.

No digo nada, simplemente comienzo a caminar con la pelinegra a mi lado hacia el campo en dónde se encuentra el edificio al que llaman picadero.

—¿Te gustó la competencia? —me pregunta rompiendo el silencio en el que estábamos.

Un salto al corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora