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Daniela.



Los siguientes días no varían mucho, recibo la visita de Alba y Aida quienes finalmente han decidido regresar a España además de sorprenderme con la noticia de que van a convertirse en madres. La alegría de ambas me contagia. Ellas se despiden prometiéndonos estar en contacto y yo les aseguro que Poché y yo iremos a visitarlas más adelante.

Marlon y John también se dan una vuelta para verme al igual que Thomas quien junto con Raúl solo hablan de lo prometedora que será su alianza para mi patrocinio. Ambos hombres lucen muy entusiasmados y para ser sincera yo también.

Juan Carlos viene también para despedirse ya que debe de volver a su casa y su trabajo, pero me promete estar al pendiente. Valentina no deja de mandarme mensajes para saber cómo sigo y mostrarme los avances en su diseño, en cada ocasión se asegura de decirme que no hay ningún problema porque yo no pueda estar presente, que con el hecho de haberle servido de inspiración es más que suficiente.

El fin de semana Isabel y su familia junto con Sebastián y Paty hacen su aparición. Rodrigo me asegura que tanto Belina como Eros van mejorando de manera increíble. Le agradezco y comparto una sonrisa cómplice con Isabel al ver que su padre parece muy entusiasmando con la pelirroja quien sin dudas también luce encantada a su lado.

Ximena nos permite realizarle algunas visitas a Demián, rio cada vez que veo como sus coqueteos y muestras de cariño parecen haber perdido toda la sutileza, además de que no hay duda de que eso que dicen que el amor es la mejor medicina parece ser cierto, a Demián se le ilumina el rostro cada vez que la ve e incluso todo a su alrededor parece desaparecer y termina por ignorar a quien quiera que no sea Ximena.

Me remuevo en la cama al segundo día de la segunda semana que llevo internada, mi voz finalmente se ha normalizado y mis pulmones parecen estar más fuertes, los moretones en mi piel se han desvanecido por completo y ahora solo quedan un par de cicatrices, que Ximena asegura se borraran con el tiempo, y la lesión en el hombro.

—Estoy cansada de estar aquí —exclamo a nadie en particular, pero ganándome la atención de mamá y Poché quienes me acompañan.

—Lo sé hija, pero Ximena ya te lo explicó —dice mamá intentando ser comprensiva.

—Sí, sí, sí, hasta que mis niveles de oxigenación no se normalicen no me puedo ir —exclamo cansada y recostando mi espalda al respaldo del colchón y mi cabeza en la almohada

—Además, el ortopedista tiene que verte el hombro —me recuerda Poché haciéndome soltar un suspiro de cansancio.

—Esto es ridículo —bufo —podría estar haciendo exactamente lo mismo en mi casa —comento mirando al techo.

—Sí, pero ahí no te tendría vigilada voz de Ximena resuena en la habitación haciendo que enderece mi cabeza y dirija mi mirada hacia ella quien acaba de entrar junto con un hombre de bata blanca y un sobre bajo el brazo —No me voy a molestar en preguntarte cómo te sientes, porque ya me quedó muy claro —habla mientras me mira y cruza los brazos, su rostro serio se difumina mientras se le va formando una sonrisa.

—Lo siento, pero estoy cansada de estar aquí —explico tratando de justificarme, ella niega mientras sonríe.

—Daniela, te presento al Doctor Henry Veler —menciona Ximena refiriéndose al hombre a su lado —el doctor Veler es ortopedista y ha venido a hablar contigo.

—Mucho gusto Daniela —saluda él con su voz grave, su cabello negro y su piel blanca son el marco perfecto para los verdes ojos que posee, su bata blanca luce impecable y contrasta con la camisa y el pantalón negros.

Un salto al corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora