A veces la vida puede cambiarte en un solo segundo, sobretodo cuando te toca la lotería o te llevan a una oficina para hablar contigo.
– Perdona, repite.– murmuré.
– Tus padres son socios de este club desde hace años y bueno, últimamente uno de nuestros mejores futbolistas ha estado envuelto en rumores sobre su vida privada.
– ¿Y yo que pinto en todo esto?
– Hemos llegado a un acuerdo con tus padres en el que te comprometes a salir con él durante el tiempo que se tarde en desmentir todos esos rumores.
– Ni de coña.– escupí.– No pienso salir con un tío que tiene fama de picaflor, y mucho menos por obligación.
– Gia, tus padres están de acuerdo.
– Me da absolutamente igual.– admití.
Vi a aquel hombre agarrar el teléfono y entonces empezó a hablar con alguien por teléfono.
– Tus padres estarán aquí en breves.– anunció.
– ¿Qué? ¿Los has llamado?
– Pues claro.
– No tienen ningún derecho a obligarme a nada. Tengo dieciocho años.
– Mientras sigas viviendo bajo su techo, aún sigues siendo responsabilidad de ellos.– soltó.
Iba a soltar una perla cuando la puerta se abrió y entonces vi a mis padres entrar y sentarse cada uno a mi lado.
Sabía que ahora mismo estaba metida en una encerrona y que iba a ser imposible salir de ella.
Mis padres eran los típicos que negociaban con todo lo que según ellos merecía la pena.
Así que no me había extrañado que el club favorito de mi padre fuera una de esas negociaciones.
– Gia, solo va a ser un tiempo, hasta que vean que ha durado contigo en una "relación" y ya dejen de difundir rumores.– murmuró mi madre en un tono suave.
– Mamá no pienso salir con alguien que no me gusta, y encima obligada.
– Gia, no hay negociación sobre esto, vas a hacerlo y punto. Porque este te recuerdo que es uno de los sitios que más dinero recibe de mí, de nosotros.
– ¿Y? Demasiado tienen ya.– dije.
– Gia, no me hagas crear un espectáculo delante de la gente.– amenazó.
Solté un suspiro y después vi al hombre con el que había hablado antes entregarme un papel de confidencialidad.
– Al firmar, aceptas que no puedes decirle a nadie que vuestra relación es falsa.
Bufé.
Si lo hubiera sabido me hubiera quedado en casa de mi amiga Carla y no hubiera respondido al teléfono.
Firmé y después el hombre me estrechó la mano con una sonrisa.
– Soy Joan LaPorta, presidente del Fútbol Club Barcelona. Si vienes conmigo ahora, puedo presentarte a quien vas a ayudar.
Me encogí de hombros y entonces nos levantamos para salir de aquella sala.
Nos recorrimos casi todo el edificio y cuando llegamos al césped vi a un grupo de chicos corriendo de un lado a otro entre risas.
Joan me agarró del brazo y me arrastró con él hasta ellos.
Entonces se acercó a un grupito y se paró delante de ellos.
En ese momento quise que la tierra me tragase.
Todos me dieron un repaso mirándome de arriba a abajo.
– Chicos, esta es Gia.– murmuró el presidente.
Me saludaron y después vi que llamaba a un chico que andaba dando pelotazos al cielo.
Aquel chico llegó hasta nosotros y lo miré fijamente.
– Gavi, ella es Gia. Gia, te presento a Gavi. Ella va a ayudarte con eso de los rumores.– murmuró Laporta.
– ¿En serio?– soltó y después soltó un bufido.– Esto es absurdo.
– Mira, estoy de acuerdo con el desconocido.– aseguré.
– No quiero estar con una repipi.
Abrí la boca y lo miré fijamente.
– ¿Repipi? Acércate y de una hostia te peino el flequillo ese, gilipollas.– escupí.
– ¿Sí? Pues venga, adelante.– dijo.
– Chicos por favor.– rogó Laporta.– Os vais a tener que aguantar el uno al otro, así que intentad llevaros bien.
Gavi y yo nos miramos fijamente y después Laporta me acarició el hombro.
– Aquí te dejo un pequeño calendario con todos los eventos que tiene Gavi estas semanas, cuando acaben, te iré trayendo más. Y por favor, haced como que os queréis.– murmuró dándome unas llaves.– Estas son las llaves de la casa que le dimos a Gavi. Tus padres se han encargado de que te lleven tus cosas esenciales allí. Cuando el entrenamiento acabe, te irás con él.
Asentí y después me fui a los bancos que había.
No tenía ganas de aguantar a aquel chico tan imbécil y prepotente.
Cuando el entrenamiento acabó le vi llegar hasta mí y me tiró su chaqueta.
– Camina.– ordenó.
Puse los ojos en blanco y entonces le seguí hasta el parking.
Abrió el coche y me monté de copiloto.
Me puse el cinturón y le vi encender la calefacción. Después se abrochó el cinturón y arrancó.
– Que conste que tampoco quiero estar aquí.– escupí.– Y siendo sincera no me extraña que la gente te odie.
Le vi mirar la carretera sin decirme nada.
– Bajo ese techo tú y yo ni nos conocemos. ¿Te queda claro?– dije.
– Como el agua.– dijo.
Asentí y cuando llegamos a la casa fui a buscar mis cosas.
Casi me tiro de los pelos al encontrarme mis cosas en una habitación de matrimonio en la que sabía que no estaba sola.
Me pellizqué el puente de la nariz y después de ducharme y ponerme el pijama me fui al salón.
Me senté a ver una película y entonces le vi caminar por alrededor sin camiseta.
– ¿Podrías vestirte, por favor?– dije.
Le vi abrir la nevera y coger una botella de agua, sin hacerme caso.
– Gavi.
– Pablo.– corrigió.– Solo la gente que quiero me llama Gavi.
– Paso de ti.– solté.
Salí del salón y me fui al jardín para poder tomar algo de aire.
Llamé a Carla contándole toda la historia y entonces se puso a chillar como una loca.
Se creía que por estar con un chico famoso iba a ser mejor, y no.
No quería tener nada que ver con este chico.
Y más cuando me parecía odioso.
Después de colgarle a Carla cogí unas mantas y mi almohada y aquella noche dormí en el sofá.
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Priiimer capítulo y mamma mía 😮💨
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𝐅𝐈𝐋𝐋 𝐓𝐇𝐄 𝐕𝐎𝐈𝐃 +18 | Pablo Gavi
Teen FictionGia sabía que su vida no iba a ser fácil después de que sus padres le obligaran a tener una relación con un chico con el que no tenía nada en común. ¿Cuánto sería capaz de soportar el peso de la fama?