II

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Llevaba una semana entera aguantando a este tipo y ya tenía ganas de partirle la cabeza.

No es que nos viésemos demasiado, porque yo estaba en casa de mis amigas y él entrenaba, así que solo nos veíamos durante la hora de la cena, cosa que ya aún así, me parecía más que suficiente.

Aquella noche mi amigo David me llevó a casa y entonces entré viendo a Gavi con varios chicos en el sofá, jugando a la Play.

Pasé sin decir nada y me fui hasta la cocina para prepararme algo de cenar.

Estaba cortando una rodaja de tomate cuando escuché un ruido dentro de la cocina.

Levanté la cabeza y vi a un chico algo alto, con el pelo oscuro y de ojos marrones.

– Hola, soy Pedri, encantado.

Le di una pequeña sonrisa y entonces eché el tomate en el bol.

– ¿Eres la novia de Gavi?

Cerré los ojos ante la repulsión que me daba aquella frase y entonces me giré asintiendo.

– Dale algo de tiempo, es un chico orgulloso y bueno, no le gusta aceptar ayuda.

– Tu amigo lo que es, es gilipollas.– escupí.

Soltó una carcajada y entonces me acercó el bote de sal.

– Gracias.– murmuré.

Él asintió y después salió de la cocina.

Estuve cenando mientras veía TikTok y al rato me enteré de que los chicos se habían ido.

Me fui al salón y vi a Gavi viendo un partido y me senté en el sofá para seguir con el móvil.

– ¿Dónde estabas?– preguntó.

Lo miré fijamente.

– En casa de unas amigas.

– ¿Podrías presentármelas no?

– Eres un cerdo. Ahora entiendo porque te dicen las cosas que te dicen. Que sepas que no voy a presentarte ni a mi madre, porque eres un gilipollas.

Empezó a reírse y me levanté del sofá.

– No sé qué es lo que te hace tanta gracia.

– Enfadada te ves hasta graciosa.

– Vete a la mierda.– solté tirándole un cojín y me fui a la habitación.

Llevaba una semana así y ya tenía ganas de matarlo.

Mis padres me habían estado escribiendo que tal iba y lo único que hacía era evitarles.

No iba a ponerme a contarles mis crisis con mi relación, o si a eso podía llamarse relación.

Agarré mis cosas y me fui a la ducha.

Me pegué una ducha y me sequé el pelo.

Salí del baño y cuando fui a la habitación vi a Gavi tumbado en la cama.

Solté un suspiro y agarré mi almohada y unas mantas y las apilé en el suelo para llevármelas.

Pero antes me fui al cajón de mi mesilla y agarré mis cremas.

Me eché un poco en la cara y esparcí fastidiada por el grano que me había salido.

Estaba claro que era por el estrés. Por su culpa.

Luego me eché crema en las manos y me giré para agarrar las cosas y poder irme ya a dormir.

– Parece ser que va a llover esta noche.– murmuró.

Tragué saliva y tras ignorarle bajé al salón viendo las gotas de agua impactar sobre el cristal.

Me tumbé en el sofá y me arropé hasta arriba.

Después cerré los ojos y tras escuchar un trueno pegué un bote.

Me tapé los oídos y cerré los ojos intentando dormirme.

La cosa iba a ser más complicada de lo que parece, porque desconocía la hora que era, pero sabía que no había podido dormir ni una hora seguida.

Sentí a alguien bajar las escaleras y entonces vi a Gavi bajar y encaminarse hasta la cocina.

Me levanté sabiendo que iba a arrepentirme de esto mañana por la mañana, pero no tenía otra opción.

Me asomé y le vi echarse agua en un vaso, así que me  situé delante de la puerta.

Esto era bochornoso: estaba en bragas y solo me tapaba una camiseta de pijama que no llegaba lo suficientemente abajo para taparme.

Le vi beber y entonces se giró para mirarme.

– ¿Puedo dormir arriba?– pregunté.

– ¿Quieres dormir conmigo, cariño? ¿No dices que soy un imbécil y un cerdo?

Iba a soltarle una perla cuando otro trueno hizo retumbar la casa haciendo que me estremeciera.

Gavi me miró fijamente y entonces guardó la botella en la nevera.

– Venga, sube.

Agarré mis cosas y subí tras él para tumbarme a su lado.

Miré el techo y volvió a llegar otro trueno.

Me giré dándole la espalda y entonces cerré los ojos.

Unos segundos más tarde sentí que alguien se pegaba a mí por detrás y dejé de temblar al instante.

– ¿Vas a besarme por haberte salvado, princesa?– susurró en mi oído.

Le saqué el dedo y entonces escuché su risa.

– Descansa, mañana tenemos partido y vas a tener que venir conmigo para hacerlo oficial.– murmuró.

Me acurruqué y entonces dejé de escuchar los truenos.

Era consciente de que esto era darle una tregua que no pensaba concederle.

No me caía bien y encima tenía que aguantarle por culpa de mis padres.

No había empezado a entrarme el sueño cuando sentí que Gavi ya se había quedado dormido.

Me giré muy despacio y entonces lo miré fijamente.

Dormido no parecía tan malo.

Su ceño no estaba fruncido, su pelo estaba alborotado y tenía la boca entreabierta.

Estiré la mano para acariciar su cara, pero me retracté al instante.

Le vi moverse un poco y entonces uno de sus brazos acabó agarrado a mi cintura.

Volví a escuchar un trueno y cerré los ojos para convencerme de que debía dormirme. Mañana me esperaba un día largo, sobretodo el despertar al lado de él.

Iba a dejarle claro que no quería dormir con él por gusto, le darías las gracias y volvería a poner distancias como había estado haciendo anteriormente.

Después recordé lo que me había dicho Pedri y entonces me giré dándole la espalda de nuevo.

Cerré los ojos y me concentré en el sonido de la lluvia chocando contra la ventana de nuestra habitación.

Los truenos dejaron de hacerse presentes y entonces tras soltar un suspiro aliviada, me arropé y acabé quedándome dormida.

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Ohhh 🥹 que bonito todo je je

𝐅𝐈𝐋𝐋 𝐓𝐇𝐄 𝐕𝐎𝐈𝐃 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora