XXIII

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Mis padres iban a venir de visita y la verdad es que me hacía cero ilusión. Estaba segura de que uno de sus múltiples motivos para venir era para controlar todo lo que estaba a mi alrededor, eso incluía a Gavi.

Iban a hacerle pensar que no era más que una chica mantenida por sus ricos padres y que lo único que podía aportar era su cuerpo en beneficio.

Gavi ya estaba al corriente de todo ello y entonces me aseguró que nada de lo que ellos dijeran iba a hacerle pensar que era mala persona o mala hija.

Ellos mismo me habían metido en esto cuando sin consultarlo conmigo primero, me obligaron a firmar un contrato para que saliera con él, así que estaba claro que no iba a ponerse de su parte.

Gavi se había pasado toda la mañana en la cocina conmigo, terminando de hacer la comida para cuando ellos llegasen, después de aquello se había ido a la ducha porque no le había dejado ni descansar tras el entrenamiento.

Bajó con un pantalón cargo beige y una básica ajustada de color negro junto a sus Air Force características.

El estilo de Gavi era de lo más simple. Yo creo que era el chico más simple que conocía, pero aún así, podía ponerse un saco de basura en la cabeza y seguiría siendo así de guapo.

Con un golpecito en el culo me hizo subir a darme una ducha y después me puse unos pantalones vaqueros y un top.

Cuando mis padres tocaron al timbre solté un pequeño suspiro y entonces Gavi asintió dándome ánimos.

Abrí la puerta y lo primero que me encontré fue a mis padres escrutinando con la mirada, observaron todo a su alrededor y después se miraron.

"El código infalible"

Gavi me miró y yo hice lo mismo. Creo que le llegué a entender, y me daba que no se estaba sintiendo cómodo en aquella situación.

Les hice un pequeño tour por la casa a mis padres y después de redecorar la casa a su manera, conseguí dejarlos en el salón y llevarles una copa de vino.

– Está a punto de darme algo.– murmuró Gavi entrando en la cocina.– Tu padre se ha puesto a criticar a Xavi y no veas lo que me estoy conteniendo por no soltarle un par de cositas.

– Lo hace a posta, quiere que le discutas y así tener algo que criticar de ti.

– Lo que no entiendo es, por qué nos intentaron unir al principio, si no quieren que salgas con nadie.

– Porque Laporta les ofreció intereses y para poder pavonearse de que han ayudado a un equipo de fútbol.– susurré a su lado.

Él me miró y después abrió la nevera para coger una botella de agua.

Bebió de un trago y llevé mis ojos a su pelo recién cortado.

Siempre que venía de cortarse el pelo se me caían las bragas. Era guapísimo y no necesitaba mucho para conseguirlo.

Ambos fuimos al salón y estuvimos comiendo todos en silencio.

Mi padre le preguntó a Gavi sobre su pierna y este le dijo que estaba mucho mejor y que estaba deseando volver al trabajo tan pronto como fuera posible.

Le admiraba como a nadie. Nadie mejor que yo sabía todo el esfuerzo que estaba haciendo, de lo mucho que entrenaba todos los días, no se había saltado ni un solo día de rehabilitación y aunque cuando salía siempre se encontraba decaído, le subía el ánimo verme esperando en la puerta.

Le había acompañado a todas y cada una de las rehabilitaciones y consultas médicas desde entonces.

Iván decía que le venía bien tenerme a su lado, porque se desahogaba y mentalmente es lo que querían.

Todas las noches nos tumbábamos a oscuras y empezaba a decirme como se sentía y como se había sentido durante todo el día.

Hace tiempo que le veía más animado, pero a mí me alegraba mucho verle bien, contento y con muchas ganas de volver.

La charla con mis padres en la comida no tuvo mucho que destacar, salvo las miles de quejas de mi madre de que la comida estaba fría.

Después de aquello estuvieron un rato más con nosotros y cuando se fueron sobre las siete de la tarde, solté todo el aire que había estado conteniendo sin quererlo.

Gavi se acercó a mí, me abrazó por detrás y sentí sus labios en mi nuca, mandando escalofríos por todo mi cuerpo.

– Vaya día más agotador ¿no?– preguntó.

Asentí y cerré los ojos cogiendo aire.

– Esperemos que tarden en volver a venir.– murmuré.

Después de aquello ayudé a Gavi a recoger después y tras ponernos el pijama nos sentamos en el sofá y yo me dediqué a masajear suavemente su rodilla, con tacto y mimo.

No vi rastros de dolor en su cara y mi corazón aleteó la mar de contento.

Estuvimos viendo una película y llamó a su madre para contarle que estaba bien y que la rodilla iba muy bien, me chinchaba diciéndole a su madre que me tenía de machaca y cuando ya me enfadaba con él, me daba besos por la cara y mi enfado se disipaba en dos segundos.

Era imposible enfadarse con él cuando ponía ojitos de cachorrito y me hacía pucheros.

Al final cenamos algo rápido y nos hicimos un maratón de películas varias.

Cuando empezó a entrarnos el sueño subimos a la habitación y nos tumbamos uno al lado del otro, mirándonos a los ojos bajo la luz de la Luna.

– ¿Cómo te sientes después de la visita de tus padres?– preguntó apartando un mechón de pelo de mi cara.

– Sinceramente, me lo esperaba peor, creo que querían quedar bien delante de ti, pero no voy a callarme la próxima vez.– dije mirándole.

– Esa es mi Gia.– murmuró con una sonrisa.

Sonreí también y apoyé mi cara en su pecho para segundos después sentir su mano acariciar mi pelo suavemente.

Yo empecé a acariciar su costado y la verdad es que no sé quien de los dos se quedó dormido antes.

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Que me muero de amooor 😭💘✨🥹 ¿Debería hacer maldades? Ejem ejem...

𝐅𝐈𝐋𝐋 𝐓𝐇𝐄 𝐕𝐎𝐈𝐃 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora