Unos días después a Gavi le dieron el alta y entonces su padre acudió a buscarnos.
Era consciente de que ya no quedaba demasiado para que el contrato acabara y siendo sincera se me había pasado el tiempo bastante rápido.
Al llegar a casa, Pablo acompañó a su hijo para que se duchase y yo mientras estuve haciendo algo de cenar.
Me sobresaltó el sonido de mi teléfono y entonces lo agarré.
– Hola hola...
– ¿Paul?– murmuré.– ¿Cómo has conseguido mi número?
– Digamos que tengo mis contactos.– dijo.
Solté una risita y entonces escuché algo de ruido.
Gavi entró por la puerta en una silla de ruedas la cual había insistido en tener porque no quería usar las incomodas muletas.
– ¿Con quién hablas?– preguntó.
– ¿Estás haciendo algo ahora?– preguntó Paul a través del móvil.
– No. ¿Por?– pregunté.
– Pues te recojo en una hora, vamos a ir a ver las luces de Navidad.– dijo y entonces colgó.
Yo sonreí mirando el teléfono cuando escuché un carraspeo.
– ¿Con quién hablas?– repitió.
– Voy a salir con Paul ahora, ve a la cama y te subo la cena si quieres.– dije mirándole.
– ¿En serio?– espetó.– Quería ver una película sin estar solo.
– Gavi, solo voy a ir un rato a ver las luces.
– ¿Qué?
– Pues eso, que solo voy a ver las luces.– dije mientras agarraba un cuenco y le echaba sopa.
– No vas a ir a ver las luces con ese tío.– dijo.
– ¿Perdona?
– Joder Gia, ese tío quiere acostarse contigo. Después va a dejarte sola, joder.
– Ese no es problema tuyo, Pablo.– dije.
– ¿Qué no? Es problema mío. Estás conmigo.– dijo.
– Estoy contigo hasta dentro de tres días. No pienso quedarme aquí haciendo cosas contigo que no siento.
– ¿Qué no sientes? Gia, tú tienes un puto problema. Crees que todo el mundo debe girar a tu alrededor y que todos tenemos un problema contigo. No sabes lo que es querer, porque nunca has querido a nadie. Solo sabes controlar y manipular a los demás.– espetó.
Lo miré abriendo los ojos.
– ¿Controlar y manipular? ¿Te crees que si fuera capaz de todo eso estaría aquí aguantándote? No tienes ni puta idea de mi vida, así que no pienses que por haber vivido conmigo dos meses, ya me conoces. Porque no tienes ni puta idea de lo que significa esto para mí.– rebatí.
No le dejé decir mucho más porque entonces salí de la cocina y tras agarrar mi chaqueta y mi bolso salí de aquella casa.
Una vez fuera, me metí las manos en los bolsillos y empecé a caminar a donde me llevaran los pies.
Empecé a sentir mi móvil vibrar y lo miré viendo que era Gavi.
No pensaba responder. El contrato había acabado para mí.
Un rato después Paul me llamó y le dije donde me encontraba.
Luego vino y estuvimos paseando viendo las luces, caminamos por Las Ramblas, estuvimos viendo la Basílica de la Sagrada Familia y después nos comimos unos churros con chocolate.
Paul después me dijo de ir a un pequeño pub que había cerca para tomar algo, así que acepté.
Estuvimos tomándonos una copa y después nos montamos en el coche.
Paul puso algo de música y entonces yo me permití estirar el brazo para subir el volumen un poco.
Iba tarareando las canciones que iban saliendo y entonces mi móvil volvió a vibrar.
– ¿Por qué no lo coges?– preguntó.
– Es Gavi y no me apetece hablar con él. No ahora, al menos.
– ¿Ha pasado algo?
– Sí. No estamos bien y discutir con él no es lo que más me apetece ahora mismo.
Paul asintió mientras conducía y entonces me miró.
– ¿Quieres venir a mi casa o te llevo a la tuya?
– Déjame en casa, tengo sueño y quiero dormir un poco.
– ¿Estás segura?
Asentí y él asintió también.
Al llegar a casa me despedí de él y me bajé del coche para luego abrir.
Al entrar vi a Gavi dormido en el sofá arropado con trescientas mantas.
Me acerqué para colocar sus mantas y después subí a la habitación y tras ponerme el pijama me metí en la cama.
Después miré mis cosas y me senté en la cama con una presión muy fuerte en el pecho.
Sabía que dentro de tres días volvería a mi vida corriente, bueno, ya no tan corriente.
Porque todo el mundo me conocía ahora y era consciente de que esto solo iba a complicarme las cosas.
Ya iba a ser juzgada por todo lo que hiciera, como dejar a Gavi.
Iba a caerme un hate increíble, pero sabía a lo que me arriesgaba cuando me metieron en esto, y ahora tendré que ver cómo solucionarlo.
Estaba sentada mirando la pared cuando la puerta se abrió.
– Gia, lo siento.
Solté un suspiro y lo miré.
– Yo también lo siento, Gavi.
Le vi llegar y entonces se levantó de la silla y se tumbó en la cama.
Yo lo arropé y entonces apagué la luz y miré el techo.
– ¿Cuánto tiempo nos queda?– preguntó.
– Tres días.– dije.
Le escuché suspirar y después solo quedó silencio.
En momentos como estos, me encantaría saber que pensaba.
Gavi no había llegado a abrirse conmigo nunca, así que siempre me sorprendía todo lo que hacía.
Era como una caja de sorpresas.
– Mañana llamaré a Laporta para que imprima el cierre del contrato.– murmuró.
– Está bien.– dije.
Me giré encontrándome con él cara a cara y entonces una de sus manos se acercó a mi cara acariciarla suavemente.
Cerré los ojos y sonreí totalmente relajada gracias a sus caricias.
Aquello fue una señal de que debía aprovechar estos últimos días con él, a tope, porque quizás no volvería a verle.
Dentro de tres días tendría que agarrarme al recuerdo. A lo poco que habíamos vivido juntos y a todo lo que hubiera sido si ambos nos hubiéramos enamorado.
Pero no sucedió.
Gavi se acurrucó a mí y entonces yo acaricié su espalda intentando alargar el tiempo. Cosa que era imposible.
Después ambos acabamos quedándonos dormidos casi al instante.
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lloremos :)
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𝐅𝐈𝐋𝐋 𝐓𝐇𝐄 𝐕𝐎𝐈𝐃 +18 | Pablo Gavi
Teen FictionGia sabía que su vida no iba a ser fácil después de que sus padres le obligaran a tener una relación con un chico con el que no tenía nada en común. ¿Cuánto sería capaz de soportar el peso de la fama?