VI

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⚠️ Contenido Explícito

Solté un quejido en cuanto le sentí bajar una de sus manos por mi abdomen y llegó hasta mi intimidad.

Tragué saliva mientras él introducía su mano en mi interior y clavé mis uñas en sus hombros.

– Gia...– murmuró.– Levántate y ponte a cuatro.

Lo miré fijamente y negué con la cabeza.

Obedecerle en aquel momento era reflejar debilidad, y no pensaba sentirme débil a su lado.

– ¿No? Muy bien, tendré que hacerlo yo.– espetó.

Lo miré y entonces solté un chillido cuando me levantó por las piernas y me dejó caer en el colchón para acto seguido girarme y levantar mi cadera y azotar mi culo.

– ¿Qué es lo que quieres, Gia?

– No necesito decirlo.– dije.

– Creo que sí.– murmuró y acarició uno de mis muslos.

Abrí un poco las piernas y entonces quitó la mano.

Después le vi levantarse y agarró su corbata para acercarse a mí y empezar a anudar mis manos.

Lo miré y entonces agarró mi mandíbula para besarme.

– ¿Ya vas a decirme lo que quieres?– preguntó sonriendo.

– A ti.– escupí.

– Eso es.... Buena chica.

Se colocó detrás de mí y entonces mimó mi culo durante unos segundos.

Aunque toda esa tranquilidad no duró, porque entonces le sentí embestirme y apoyé la cara en el colchón.

Estuvo quieto durante unos segundos y respiré profundamente.

Hasta que cogió ritmo.

Agarré las sábanas con mis manos y chillé mientras me daba algún que otro azote en cada nalga.

Pellizcó mi culo y siguió embistiéndome con fuerza y rapidez.

A estas alturas lo único que podía hacer era gemir y chillar como una loca.

No me había equivocado al pensar que esto se le daba bien.

Estaba tocando el cielo con las yemas de mis dedos y no quería bajar.

Mordí mi labio cuando sentí una de sus manos llegar a mi zona íntima y empezar a tocar.

– Gia.– dijo.– ¿Sabes que tengo que devolverte la hostia que me pegaste en la cara?

Sonreí.

– ¿Vas a pegarme?

– No. Vas a pedirlo tú.

Sonreí y después me giró para volver a embestirme y gemí cuando le vi bajar su cabeza a mis tetas.

Su lengua dejaba un rastro de saliva por mis tetas y sus manos estaban agarradas a mis muslos para seguir arremetiendo contra mí.

Abrió mis piernas y escupió para después mirarme.

Lo miré y después abrí la boca sorprendida al sentir una de sus manos impactar contra mi mejilla.

No dolía. Era ardor. Y me gustaba.

– ¿Quieres más?– soltó.

Asentí y entonces volvió a pegarme.

Me eché a reír y luego pegó sus labios a los míos para besarme desesperadamente.

Siguió moviéndose dentro de mí y yo me agarré a él clavándole las uñas en la espalda mientras abría más mis piernas para él.

𝐅𝐈𝐋𝐋 𝐓𝐇𝐄 𝐕𝐎𝐈𝐃 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora