VIII

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Gavi estaba bastante liado con los partidos y yo había esperado y había alargado el tiempo todo lo qué había podido, pero ya era hora de hacerlo.

Unos amigos me habían invitado para viajar con ellos a Nueva York durante un par de semanas.

Había aceptado antes de empezar la relación falsa con Gavi y ahora no sabía como decírselo.

Ese día acababa de salir de un partido y yo lo esperaba en su coche.

La puerta del conductor se abrió y le vi sentarse.

– Tenemos que hablar.– escupí.

Gavi me miró fijamente y entonces arrancó el coche.

– Voy a llevarte a cenar ¿vale? En la cena me hablas de todo lo que necesites hablar.

Asentí y entonces condujo.

El camino no fue muy largo y al llegar nos prepararon una mesa apartada del resto.

Nos sentamos y pedimos unas copas de vino y lasaña para mí y ensalada para él. Aunque seguramente acababa robándome a mí.

– Dime.– murmuró.

– Sé que en el contrato ponía que debíamos estar juntos todo el tiempo posible. Pero es que antes de empezar esto yo acepté viajar con unos amigos.

Gavi frunció el ceño y me miró fijamente.

– Y no puedo decir que no.– dije mirándole.

– ¿Qué amigos?– preguntó.

– Mis amigos.

– No los conozco.– espetó.

– Ya. Ya sé que no les conoces.

– No.– murmuró.

Lo miré fijamente y alcé mis cejas.

– ¿No qué?– pregunté.

– No vas a ir.

– Voy a ir, te guste o no. Llevo tiempo sin verles solo por tener que estar pegada a ti.– dije mirándole.

Le vi coger aire y soltarlo lentamente.

– Gia, no conozco a tus jodidos amigos. Joder.

Pegué un golpe en la mesa y me miró fijamente.

– No necesitas conocerles. Tú y yo dentro de tres meses no nos conoceremos.– dije.

– Gia-

– He dicho que no voy a discutir contigo. Voy a ir con ellos, te guste o no. Porque la que tiene el poder sobre mí soy yo misma.

Vi a Gavi subir sus manos a la mesa y apretar los puños.

– ¿Eso quieres?– soltó.

– Sí.– dije.

Asintió varias veces y llegó la cena.

Cenamos en silencio y tras pagar nos fuimos.

En el coche no se escuchaba nada más que el ruido de la calefacción y el motor.

Al llegar a casa me fui directa al jardín y cogí mi móvil para llamar a mis amigos.

Pero no pude hacerlo porque me lo arrebataron por detrás.

Me giré viendo a Gavi subir su brazo, impidiéndome cogerlo.

– Gavi, devuélveme el móvil.– pedí.

– ¿Qué móvil?– preguntó.

– Déjate de gilipolleces.

– No sé de que me hablas.– murmuró.

𝐅𝐈𝐋𝐋 𝐓𝐇𝐄 𝐕𝐎𝐈𝐃 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora