XVII

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Narra Gavi

Me despojé del cuerpo de aquella chica de la cual no sabía su nombre y como pude, fui hasta el baño para darme una ducha.

Mi rodilla no estaba bien al cien por ciento, pero me habían dado el voto de confianza de que pudiera moverme muy despacio y que si notaba dolores, volviera a usar las muletas.

Salí de la ducha y entonces vi a la chica sentada sobre la cama, algo perdida.

Me acerqué despacio y la miré fijamente.

– Tengo que irme ¿verdad?– murmuró.

Asentí.

Ella asintió levemente y se levantó de mi cama para recoger su ropa del suelo y empezar a vestirse.

Yo me vestí y después de despedirme de ella sin ninguna intención de volver a verla, fui a la cocina y desayuné algo antes de que Iván viniera a buscarme para la rehabilitación.

Una vez en la ciudad deportiva, estuvieron haciéndome pruebas para ver como se desarrollaba todo y entonces me dedicaba a hacer ejercicios para estimular una pronta recuperación.

Cuando salí de allí, Iván me dijo de ir a tomar un batido en pleno centro así que acepté.

Aparcó en el parking y después agarré una muleta para ayudarme y poder caminar mejor.

La gente me miraba reconociéndome al instante y yo les sonreía, me hacía fotos y firmaba autógrafos mientras me pedían que me recuperase pronto.

"Si por mí fuera..."

Más tarde nos sentamos en una cafetería y mientras nos tomábamos algo, Iván me miró fijamente.

– ¿Has vuelto a las andadas no?– preguntó.

Le di un pequeño sorbo a mi batido y lo miré fijamente.

– Gavi, podemos salvarte una vez, pero dos es más difícil. Usa la cabeza para algo más que para tener pelo.

Solté un suspiro y miré a mi alrededor cuando entonces me encontré con Gia.

Iba caminando al lado de Paul mientras se agarraba a su brazo y se reía de algo.

– Para una chica de la que te has enamorado de verdad y tampoco has conseguido mantenerla contigo.– murmuró Iván.

– Ella no me quería.

– Si lo hizo, Gavi. Pero nunca quisiste verlo, porque te encerraste en fingir que no sentías nada.

Lo miré fijamente y volví a centrar la vista en ella.

Llevaba una falda de cuero con un jersey de color beige.

Vi a Paul entregarle algodón de azúcar y ella lo miró sonriendo.

Entonces él sacó su cámara y empezó a hacerle fotos.

Ella no posaba. Realmente no lo necesitaba.

– ¿Sabes cuál es el acto más cobarde de un hombre?– soltó Iván, que aún estaba sentado a mi lado.– Renunciar a una mujer.

Justo cuando acabó aquella frase ella fijó su mirada en mí y entonces borró la sonrisa de golpe.

Después agarró a Paul del brazo y se alejó de aquella plaza, dejándome a mí y a mi corazón allí.

– A veces es mejor renunciar a algo que sabes que va a salir mal.– contesté después de unos minutos.– Lo nuestro estaba destinado al fracaso desde el principio.

– O eso es lo que tú te empeñas en creer.

Me levanté de allí y fui a pagar.

No me apetecía seguir en la calle.

Volví a montarme en el coche de Iván y entonces condujo y encendió la radio.

"Baby, please come back, it wasn't you
Baby, it was me, maybe our relationship isn't as crazy as it seems
Maybe that's what happens when a tornado meets a volcano
All I know is I love you too much to walk away though
Come inside, pick up your bags off the sidewalk
Don't you hear sincerity in my voice when I talk?
Told you this is my fault, look me in the eyeball
Next time I'm pissed, I'll aim my fist at the drywall
Next time? There won't be no next time
I apologize, even though I know it's lies
I'm tired of the games, I just want her back, I know I'm a liar
If she ever tries to fucking leave again
I'm a tie her to the bed and set this house on fire"

Bajé el volumen de la radio y me fijé en la carretera recordando el último día que la dejé en su casa, después de aquella gala.

Sus ojos me decían que no volviera a buscarla. Y eso hice, muy a mi pesar.

Estaba seguro de que Paul estaba dándole todo lo que yo no pude, y aunque aquello me estaba matando necesitaba verla feliz, como aquella tarde.

Cuando Iván me dejó en casa, volví a la ducha y entonces me senté en el sofá para ver una película l alguna serie que hubiera dejado a la mitad.

Estuve un rato viendo algo hasta que me aburrí y me puse a cocinar algo.

Después llamé a mi madre para contarle como había ido la rehabilitación de hoy y ella estuvo poniéndome al día con los cuchicheos de los que se enteraba del pueblo.

Después ella se fue y miré a mi alrededor.

La recordé paseándose por aquellos pasillos con su pijama enorme y su moño despeinado.

Me pasé las manos por la cara y entonces agarré el móvil para buscarla en Instagram.

Vi algunas fotos de las que Paul le había hecho hoy con un pie de foto: El algodón de azúcar cura males.

Estuve un buen rato mirando sus fotos y después me metí en su chat.

La última conversación que tuvimos.

La del día del fin del contrato.

Tragué saliva y después de hacer una llamada, me limpié las lágrimas que resbalaban por mi cara.
Había entrado en el bucle de hacerlo constantemente y no me estaba llevando a nada bueno.

Y puede que Iván tuviera razón, puede que hubiera sido un cobarde, pero ya era demasiado tarde para arreglarlo.

Me miré la rodilla y después de acariciarla suavemente escuché el timbre.

Fui cuidadosamente hasta la puerta y entonces vi a una pelirroja mirarme fijamente.

Solté un pequeño suspiro y entonces abrí más la puerta para dejarla pasar.

Después de que entrara, cerré la puerta y entonces la vi deshacerse de la coleta que llevaba.

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Mamma Mía Luis

𝐅𝐈𝐋𝐋 𝐓𝐇𝐄 𝐕𝐎𝐈𝐃 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora