XXVII

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De la tranquilidad pasamos al revuelo.

Al parecer la gente se había enterado de que la primera vez que empecé con Gavi, era una farsa. Tenía a fans avasallando mis redes sociales preguntándome si me pagaban por estar con él.

El viaje a París se había convertido en un juego de supervivencia. Los reporteros y periodistas se acumulaban en la entrada del hotel para poder pillarnos a la entrada o a la salida.

Gavi había estado hablando con Iván, su representante, y este nos había dicho que ignorásemos todo tipo de preguntas, ya que así nos ahorraríamos hablar sobre los negocios "oscuros" del club. Nos aconsejó salir lo menos posible, aunque eso fue antes de enterarse de donde nos encontrábamos.

– Vamos a hacer una cosa, vamos a salir a cenar ¿vale?– murmuró Gavi sentado en la cama a mi lado.

– No sé, las cosas están tensas en cuanto al tema y-

– Gia, no pienso dejar que nos quedemos encerrados estando nada más y nada menos que en París. Es la ciudad del amor ¿no? Bien, pues vamos a demostrarles a todos que me quieres.

Lo miré fijamente y entonces me levantó de la cama cogiéndome en brazos.

Me llevó hasta el baño y se dedicó a quitarme la ropa para poder ducharnos.

Una vez fuera de la ducha, fui hasta el vestidor y agarré una falda y una camisa. Me puse un chaleco para abrigarme un poco más y me puse mis botas altas.

Gavi optó por unos pantalones cargo de color beige y un jersey negro. Siempre estaba guapísimo con lo que se pusiera.

Después me sequé el pelo y me lo atusé un poco. No iba a planchármelo, ya que ponía que iba a llover.

Me puse algo de rímel y pintalabios y salí del baño.

– Estás preciosa. ¿Y si nos quedamos?– murmuró acercándose a mí.

Yo solté una carcajada y entonces me levantó del suelo y me besó.

Al salir del hotel varios vigilantes de seguridad tuvieron que cuidar de nosotros y entonces nos metimos en el coche que Gavi había alquilado para pasear por aquí.

– ¿Qué quieres cenar?– preguntó conduciendo.– Me apetece pasta.– dijo.

– Podemos ir a un italiano si quieres.– dije mirando al frente.

– ¿Tú quieres?– preguntó.

– No me importa donde vayamos. Voy a pagar yo así qu-

– Ni de coña.

– Gavi, quiero hacerlo y más ahora. Si ven que siempre pagas tú los rumores van a empeorar.

– Recuérdame que te haga una extensión de mi tarjeta.– dijo.

Sonreí y al llegar al restaurante nos bajamos y entramos.

Pedimos una mesa alejada de los ventanales enormes que había.
Nos sirvieron vino y nos dieron la carta.

No necesitamos mucho tiempo para decidirnos porque Gavi pidió spaghettis y lasaña. Y yo pedí raviolis.

– ¿Qué quieres que hagamos después?– murmuró.

– Podemos ir a comprar algún souvenir, quiero llevarles algún recuerdo a los chicos y a mis amigas.– respondí.

Él asintió sonriendo y agarró mis manos por encima de la mesa, haciéndome abrir los ojos sorprendida.

– Tranquila. No voy a meterte mano. Al menos, no ahora.– murmuró en voz baja.

Yo me reí y después le di un sorbo a mi copa.

Estábamos la mar de tranquilos y en parte lo agradecía. Tener a tanta gente intentando averiguar cosas personales de mi vida estaba empezando a ponerme nerviosa.

Gavi intentaba distraerme del tema todo lo posible, pero si yo no me mostraba cariñosa con él, iba a ser imposible.

Así que me acerqué a sus labios y lo besé muy despacio.

Después me aparté con una sonrisa y nos miramos a los ojos.

– Estoy tan enamorado de ti.– murmuró.

– Y yo de ti.– admití.

– Cuando volvamos tengo que volver a los entrenamientos con los demás, aunque estaré aparte, empezando a darme caña.

– Gavi, ¿seguro que estás bien?

– Estoy genial Gia, solo echo de menos jugar. Mis compañeros me echan de menos y yo también.

Sonreí.

Gavi estaba que se tiraba de los pelos con el club últimamente, le entendía, pero sabía tan bien como yo que esas cosas era mejor no forzarlas.

Primero iba su salud y después todo lo demás.

Después de la cena salimos de allí y nos fuimos a dar una vuelta por las calles de París.

Gavi agarraba mi mano como si fuera a esfumarme en algún momento.

Y yo estaba pendiente de como las luces se reflejaban en sus ojos.

París le sentaba muy bien y quería guardar todas estas imágenes en mi memoria para toda la vida.

Aunque el paseo fue bastante corto, porque de un momento a otro vi a millones de reporteros correr hasta donde nos encontrábamos, así que Gavi apretó su agarre en mi mano, dio la vuelta y salimos a correr.

Creo que era la primera vez que corría tanto en mi vida, porque cuando conseguimos despistarles y nos escondimos tras una esquina, me apoyé en la pared y cogí aire sintiendo como me dolía el pecho.

Gavi me miró con una sonrisa y se acercó a mí, poniéndose delante de mí, dejándome atrapada entre su cuerpo y la pared.

– Estás rojísima.– murmuró.

– Es de la calor.– dije sintiendo como me ponía más roja.

– Pues estás preciosa.

Sonreí y entonces me besó.

Estuvimos varios minutos detrás de aquella esquina besándonos y después Gavi se asomó y salimos para poder escabullirnos al hotel.

Al llegar me fui directamente a la ducha y al salir solté un suspiro de agotamiento.

– Siento que este viaje no haya sido romántico como yo quería.– murmuró sentado sobre la cama.

– Tenerte aquí conmigo es lo más especial del mundo Gavi. Te lo agradezco enormemente. Te quiero.

Me sonrió y entonces se lanzó a mis labios y agarró mi cintura.

Sabía que se sentía mal por lo sucedido, pero no le había mentido. Él hacía mágico el estar en París.
Y esperaba poder volver con él en un futuro, y poder vivir la experiencia con mucha más calma.

Tras aquel beso, me agarró por la cadera y me tiró boca arriba en la cama y se subió sobre mí.

– Ahora me toca a mí demostrarte lo mucho que me gustas.– murmuró.

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Os dejo uno de estos dos bobalicones jejejje siento la desaparición. Os amo 🩵

𝐅𝐈𝐋𝐋 𝐓𝐇𝐄 𝐕𝐎𝐈𝐃 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora