XV

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Tres meses después

Me levanté de la cama y miré al rubio que dormía a mi lado.

Me puse una camiseta y me asomé para mirar el mar que se encontraba delante.

– ¿Estás despierta?

Me giré viendo a aquel chico sentarse en la cama y después se peinó un poco.

Me acerqué a él y después le di su ropa.

– ¿Qué haces?– preguntó.

– Será mejor que te marches.– dije mirándole.

Él me miró fijamente y entonces le vi empezar a vestirse.

Mi teléfono sonó y me estiré para alcanzarlo.

– Cariño, ¿qué tal por Ibiza?– preguntó mi madre al otro lado.

– Bien, no estoy haciendo nada interesante.

– Sabes que tu padre y yo opinábamos que lo mejor era que estuvieras fuera de casa un tiempo.

– Ya. Pero llevo aquí tres meses.– dije.

– Dentro de unos días tenemos una gala, así que o buscas tú un chico decente o tendré que hacerlo yo.– murmuró para después colgar.

Solté un suspiro y entonces me giré viendo que Philippe ya se había marchado.

Me senté en la cama y me eché el pelo hacia atrás.

No sabía muy bien a quien acudir.

Aunque lo supe poco después.

Así que tecleé su número y al tercer tono me lo cogió.

– ¿Puedes hacerme un favor?– pregunté.

Volver del calor de Ibiza a las bajas temperaturas de Barcelona no había sido nada fácil.

Mis padres me esperaban en el aeropuerto rodeados de cámaras y periodistas por todos lados.

Me acerqué a ellos mientras arrastraba la maleta y me envolvieron en un cálido abrazo.

Después sin pararnos con nadie me metí en el coche y pusimos rumbo a casa.

Al llegar me fui a la ducha y cerré los ojos dejándome llevar.

Después bajé para cenar algo y me vestí para dar una vuelta por Barcelona.

Hacía mucho tiempo que no paseaba por aquí y siendo sincera se me hacía raro.

Después fui a una cafetería y tras pedirme chocolate caliente seguí paseando por aquí.

– Vaya. El fantasma apareció.

Me giré encontrándome con Pedri y entonces abrí los ojos para después abrazarlo con una sonrisa.

Pedri soltó una risita y entonces me despeinó un poco.

– ¿Dónde has estado?– preguntó.

– Ibiza. Unas pequeñas vacaciones.– dije sonriendo.

– Anda que me invitas ¿eh?– dijo riendo.

Sonreí.

– Oye, no le digas a-

– Ya. No le diré a Gavi que has vuelto, tranquila.– murmuró.

– Gracias.

Él me dio una sonrisa y entonces me despedí de él.

Seguí caminando y entonces di la vuelta para volver a casa.

Cuando llegué mis padres estacaban reunidos en el salón con varios amigos y me senté con ellos para charlar sobre algo.

Después empezó a entrarme sueño y decidí que y era hora de irme a mi habitación.

Cuando entré me tumbé soltando un suspiro y pensé en lo mucho que había echado de menos Barcelona y todo lo que ellos conllevaba.

Me senté en la cama y miré mi móvil.

Entré en Instagram y miré los perfiles de todos los que me habían escrito.

Había tenido que dejar mi móvil original aquí para no dar pruebas de donde estaba ni con quién.

Me metí en su perfil y solté un suspiro.

No había subido nada después de aquella publicación en la que le ayudé a elegir foto.

Después me salí y dejé el móvil sobre la cama.

Me quedé mirando el techo y entonces empecé a pensar en que pasaría el día de la gala.

Llevaba tres meses dejando de preocuparme por nada y ahora volver era recordar y revivir todo.

No sabía muy qué decir si me preguntaban por él, porque nunca supe que historia contaron cuando me fui.

Me puse los auriculares y entonces me metí en Spotify para escuchar música.

"Teníamos diferentes caminos
Son cosas del destino
No soy adivino, mi amor

Creí que eras sangre y yo vino
Que éramos compatibles
Pero ese fue mi error

Y ahora que abro los ojos bien
Puedo ver más allá
Enfrentar la realidad
Que fue la que estuvo bien

Y como no soy egoísta
Te deseo que te vaya bien
Que te vaya bien
Fuiste amor a primera vista
Y ahora te pasas no sé con quién
Dime si te trata bien"

Me puse a canturrear en mi habitación mientras me entretenía a deshacer la maleta.

Entonces me encontré con una camiseta de Philippe y sonreí.

Había sido un gran entretenimiento estar con él.

Nos conocimos el primer día y tuve la suerte de que no me conocía.

Después de aquello quedamos en mi casa todos los días que podíamos y nos desahogábamos a nuestra manera.

Pero nunca le dejaba dormir conmigo.

Era algo muy privado y personal como para hacerlo con él.

Seguía escuchando música cuando mi padre entró en la habitación.

Me quité los auriculares y lo miré fijamente.

– ¿Estás cansada?– preguntó.

– Un poco.– dije.

– Me alegra volver a tenerte aquí cielo.– murmuró.

– Gracias.– dije.

– ¿Quieres algo de picoteo?– preguntó.

– Que va, solo quiero dormir. Estoy un poco cansada y hace tiempo que no dormía con este frío.

Mi padre se echó a reír un poco y luego me dio un abrazo.

Yo correspondí totalmente y sonreí.

Hacía mucho tiempo que mi padre y yo no nos abrazábamos.

Mi familia era cero cariñosa por lo que era muy obvio que yo no iba ser distinta.

Mi padre se levantó de la cama y después de darme las buenas noches se fue cerrando la puerta detrás suya.

Yo me volví a tumbar en la cama y esta vez miré el techo intentando llegar hasta el sueño.

Aunque era obvio que por mucho que estuviera en Barcelona no quería decir que fuera a recuperar el sueño.

Desde aquella noche, no pude volver a dormir sin ayuda de medicación.

Estuve un buen rato dando vueltas en la cama pensando en todo y nada a la vez, aunque tampoco sabía muy bien el qué.

Me arropé cerrando los ojos y entonces le imaginé allí, conmigo.

Como la última vez que estuvimos juntos.

Aquella noche dormí como nunca en mi vida.

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Ea ea ea 🥹

𝐅𝐈𝐋𝐋 𝐓𝐇𝐄 𝐕𝐎𝐈𝐃 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora