Gavi y yo no habíamos hecho planes para Navidad, ya que yo no quería ir a ver a mis padres.
Aquella tarde se levantó de la cama y tras agarrarme de las manos me miró sonriendo.
– Será mejor que vayas arreglándote, porque he quedado con mis amigos para pasar la Navidad juntos.– murmuró.
– ¿Qué?– escupí abriendo los ojos.
– Lo que oyes. Vas a tener que ayudarme a buscar que ponerme.
Me eché a reír y entonces fui al baño, me di una ducha y luego salí para buscar algo decente que ponerme.
Gavi no hacía nada más que mirarme ir de un lado a otro.
– ¿Puedes tranquilizarte? Estás muy tensa y me agobia no poder desestresarte.– murmuró.
Lo miré acercándome y le di un beso en la frente.
Sabía que lo de la rodilla iba para rato. Había mejorías, pero no quería que la cosa empeorase por echar un polvo.
Su vida y su salud iban por delante de un calentón.
Cuando nos arreglamos, nos montamos en su coche y conduje con tranquilidad mientras sentía sus dedos acariciar mi piel cubierta por las medias que llevaba.
– Para ahí.– murmuró.
Lo miré y tras ver una cabaña frente a nosotros aparqué.
– Bienvenida a nuestro pequeño escondite de esta noche, Gia.
Sonreí y tras bajarnos del coche entramos.
No pude evitar sonreír al ver que todo esto lo había preparado él.
– ¿Qué es esto?– pregunté mirando un traje negro.
– Es para meternos en el bosque después y ver la nieve.– dijo apoyando sus manos en la mesita de madera que había.
Levanté la cabeza y lo miré.
– Gracias por esto.– dije mirándole.
– Venga, cenemos y después jugamos a las cartas y más tarde vamos a la nieve.
Asentí y tras preparar una ensalada y algo de pollo con copas de vino estuvimos cenando mirando la leña que prendía en la chimenea.
Después nos sentamos a jugar a las cartas y me harté a reír al escuchar a Gavi refunfuñar sobre lo tramposa que era.
– Sigues haciendo trampas.– soltó.
– No hago trampas, eres tú el que no sabe perder.– dije acercándome y mirando su rodilla, que estaba apoyada en una silla.– ¿Quieres que te haga un masaje en la rodilla?– pregunté.
– No hace falta. Y no me mires así. Pronto estaré bien. O eso espero.– dijo suspirando.
– ¿Quieres ir a la nieve?– pregunté.
Él asintió y entonces nos abrigamos bien y salimos en dirección al bosque.
Gavi iba acompañado de su muleta y me guiaba en todo momento agarrando mi mano.
Después me miró y me dio una sonrisa.
– Feliz Navidad, Gia.– murmuró sacando una caja del bolsillo del pantalón.
Lo miré fijamente y entonces la abrió dejándome ver un anillo de Pandora.
– Pablo...
– No digas nada.
– Es que yo no he traído tu regalo.– dije algo apenada.
– Eres el mejor regalo que podían darme este año.– murmuró mientras me ponía el anillo y besaba mi mano suavemente.– Te quiero, Gia.
– Y yo a ti, Gavi.
Me sonrió y entonces me empujó haciéndome caer a la nieve.
Yo me reí y entonces empecé a moverme para hacer un ángel de nieve. Después, él con mucho cuidado se tumbó a mi lado y miramos las estrellas.
Observé el cielo detalladamente y después giré mi cabeza para mirarle.
Sonreí como una tonta.
Era increíble lo bonita que podía llegar a ser la vida. Como podía hacerte sentir tanto por alguien a quien antes ni siquiera tolerabas. Todos esos cambios de sentimientos tan extremos.
En aquel momento vino a mi mente una canción y empecé a tararearla, en pequeños susurros.
"Un nudo en la garganta
Estoy peor que nunca
No puedo pensar
Con tanta' pregunta'
Te quiero con el alma
Pero hacerlo me asusta
Ojalá siempre estar donde tú está'
Ah-ah-ah
Porque cuando te va'
Ah-ah, ah-ah
Las nube' son grise', pero se disipan
Si un beso me da'"Gavi agarró mi mano de nuevo y estuvimos en aquella posición durante un tiempo.
Cuando nos empezó a entrar el frío nos levantamos y volvimos a aquella cabaña.
Nos deshicimos de la ropa que llevábamos y estuvimos mimándonos en la bañera.
– ¿Puedes ir más despacio? No consigo adivinarlo.– murmuré.
– Soy un crack en esto.– dijo entre risas.
Sonreí al volver a sentir sus dedos escribir sobre mi espalda.
– No tengo nada de idea.– dije girándome para mirarle.
Me miró sonriendo y después agarró mi cara para darme un beso lento y con amor.
Intentando infundirme ese valor que no tenía.
Queriéndome decir que esto iba a durar.
Y le creí. Porque de eso se trata el amor. De creer incluso con los ojos vendados. De sacar fuerzas para seguir adelante y de compartir hasta los peores momentos.
Gavi soltó un chillo cuando acaricié su rodilla mientras estábamos tumbados en la cama.
– ¿Estás bien?– murmuré.
– Intenta no apretar.
Asentí y entonces masajeé suavemente su rodilla y la besé suplicando silenciosamente que todo volviera a la normalidad cuanto antes.
El fútbol se lo debía.
Sabía que necesitaba ayuda para soportar todo lo que sentía.
Y aunque sé que no se desahogaba y me lo contaba, me tranquilizaba saber que teniéndome a su lado siempre estaba esperanzado.
Él era consciente de que yo confiaba en él, y eso le ayudaba a seguir.
Quizás él no quería verlo. Pero no estaba solo, y yo misma me había dado cuenta de ello.
Estaba rodeado de gente que le adoraba y que le tenían esa paciencia que necesitaba.
Todos nos habíamos puesto de acuerdo para estar positivos en cuanto a su lesión, porque era lo que él necesitaba ver y escuchar.
Tras hacerle el pequeño masaje en la espalda, me tumbé a su lado y me abracé a él buscando todo el calor que daba.
Y lo encontré.
Le escuché respirar profundamente y supe que se había quedado dormido.
Yo miré el anillo con una sonrisa y después de arroparnos a ambos, acaricié su cara.
Escuché la chimenea chispotear y después de aquello acabé quedándome dormida casi al instante.
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Pero qué bonito todo, lloro brillitos 🥹✨
Ps: Id a mi tiktok y mirad el último vídeo que he subido, porque yo he llorado de amor haciéndolo ❤️❤️
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𝐅𝐈𝐋𝐋 𝐓𝐇𝐄 𝐕𝐎𝐈𝐃 +18 | Pablo Gavi
Teen FictionGia sabía que su vida no iba a ser fácil después de que sus padres le obligaran a tener una relación con un chico con el que no tenía nada en común. ¿Cuánto sería capaz de soportar el peso de la fama?