Segundo año: Nochebuena

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Al final de su primer día con los Potter, Sirius había decidido que definitivamente entendía todo el alboroto navideño. Siempre había hecho una mueca cada vez que la gente mencionaba la "temporada navideña", que en su experiencia era tan sombría y triste como cualquier otro momento de la casa Black (aunque con más miembros de la familia dando vueltas). Pero si hubiera crecido pasando las navidades al igual que James, Sirius imaginó que esperaría diciembre con un fervor casi religioso.

Antes incluso de desempacar, el Sr. Potter los llevó a todos a caminar afuera en la nieve para bajar en trineo por las altas pendientes del jardín trasero, algo que Walpurga nunca permitiría (la nieve mojaba toda tu ropa y te dejaba goteando sobre los pisos de madera que ¡Kreacher acababa de pulir!). Peter apareció desde la aldea principal para unirse a ellos una vez que escuchó que habían llegado, y pasaron la tarde involucrados en una batalla emocionante y feroz que involucró muchas bolas de nieve y ataques furtivos que los dejaron corriendo colinas abajo en sus toboganes. El Sr. Potter incluso se unió, usando magia para compensar lo que le faltaba de vigor juvenil.

A la hora del almuerzo, la señora Potter los llamó a todos y ni siquiera le importó cuando gotearon agua sobre la alfombra, aunque si les hizo cambiarse la ropa mojada ("¡No podemos permitir que te resfríes, querido!"). Se sentaron alrededor de un fuego crepitante no muy diferente al de la sala común de Gryffindor, y los pasteles de té que ella sirvió eran tan hojaldrados y mantecosos que casi se derritieron en la boca de Sirius (a la Sra. Potter no le importaba si se manchaban las camisas con migas y los dejaba sentarse en el suelo con las piernas cruzadas para comer).

Sirius y James estaban ansiosos por volver a la nieve después, pero Peter había ido a casa a almorzar y el Sr. Potter se había ido a acostar. La madre de James no quería que los tres niños restantes salieran solos cerca del anochecer, así que los reclutó para ayudar a decorar el pastel de navidad más grande que Sirius había visto jamás. Untaron glaseado blanco en capas y pegaron pequeñas figuras mágicas hechas de azúcar (a la Sra. Potter no le importaba si se manchaban los dedos o la encimera con glaseado, y no obligaba a James a lavar los platos con agua hirviendo cuando él le dio un mordisco al pastel, simplemente sacudió la cabeza con cariño y cubrió la abolladura con escarcha). Una vez que el pastel estuvo listo, pasaron a envolver regalos para los amigos de los Potter y los elfos domésticos.

Mientras James giraba la cinta mágica entre sus dedos, Sirius dijo: - Nunca le dimos nada a el elfo doméstico. Eso sí, Kreacher es un idiota de mal humor; dudo que quiera algo.

- Ellos aceptan regalos siempre que sea algo comestible, creo. - Respondió la Sra. Potter, sonriendo (no le importaba que James y Sirius hubieran abandonado el envoltorio de regalos y estuvieran completamente involucrados jugando con la cinta; no les gritó que se concentraran ni les dijo que se comportaran con decoro). - Sin ropa, por supuesto, eso solo los molesta.

- Dile a mamá lo que tu familia hace con los elfos domésticos, Sirius - intervino James, buscando más cinta. Sirius se movió tímidamente, pero como James ya lo había mencionado, se rió ligeramente.

- Cuelgan sus cabezas. Una vez que estén muertos. Al menos, creo que esperamos hasta que mueran... Kreacher es el único elfo doméstico que recuerdo. - Esperaba que la señora Potter no retrocediera, no pensara que era demasiado bárbaro. Necesitaba agradarle.

- Dios mío, - sus ojos se abrieron un poco, per sus rasgos permanecieron libres de juicio, - pensaba que esa tradición se había extinguido.

- No con los Black. - La tradición tenía una manera de aferrarse a la vida, en su casa. Sirius pensó en Narcissa y suspiró.

- Estás haciendo un buen trabajo con eso, Remus, - la señora Potter se volvió hacia su amigo, quien estaba envolviendo diligentemente un libro en papel rayado, - a diferencia de algunos niños traviesos que podría mencionar... - Ella le dio una mirada severa a Sirius y James, quienes estaban pegando sus manos a la mesa. Pero había un brillo divertido en sus ojos que les hizo saber que no estaba realmente molesta, ni siquiera un poco.

All The Young Dudes (Sirius' version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora