EPÍLOGO

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Once años antes...

—¿Sí? —contestó una voz al otro lado de la puerta después de que Lara tocara el timbre.

—Buenas tardes, ¿Señorita Helena? —preguntó Heather, la madre del pequeño, Thom.

—¡Oh, sí! —exclamó Helena al comprender quién estaba llamando a su puerta— Pasen, por favor.

Thom fue el primero en entrar y saludar a su querida maestra, seguido de su hermana y su madre. Helena, feliz de tenerlos como invitados, los hizo pasar a la sala.

—¿Gustan algo de tomar? ¿Una taza de té?—preguntó ésta con una sonrisa en los labios.

—No, gracias —contestó Lara, respondiendo por su madre y por ella.

—Yo sí, por favor —dijo Thom con expresión alegre.

—Perfecto, te lo traeré enseguida —dijo Helena, mirando con cariño al niño y dirigiéndose hacia la cocina. Una vez que le trajo el té, continuó de manera fluida con la conversación—. ¿Cómo te ha ido con las grabaciones?

—Muy bien —contestó el niño.

—Va comenzando, pero sabemos que tiene madera para esto —comentó de pronto Heather.

—En serio, cuando lo vea en la pantalla grande nos dará la razón —agregó de manera entusiasta Lara.

—Apuesto a que sí —contestó Helena con total sinceridad. Para ella, Thom era un gran alumno, además de un gran niño. Sabía perfectamente que no se debía tener favoritismo por nadie en la escuela, pero él era alguien totalmente alegre, de buenos sentimientos y demasiado inocente. Y a eso había que agregarle que siempre la buscaba a ella para ponerse al corriente en las materias, por lo que tenían que convivir más seguido y eso hacía que su relación fuera más allá de la que un alumno y una maestra tienen.

Para ella, Thom verdaderamente era como un miembro de su familia. Tal vez no llegaba a considerarlo un hijo como tal, pero sí lo apreciaba en gran medida.

—Bueno, ustedes saben que siempre son bienvenidos en mi hogar —dijo Helena, rompiendo con el corto silencio que se había formado—, pero supongo que hay algo en especial por lo que hoy me están visitando, ¿o me equivoco?

—¡Oh, cierto! —exclamó Lara, mirando a su madre con algo de pena—. Ya se nos estaba olvidando lo más importante.

—Discúlpenos, por favor... Últimamente andamos en la luna —comentó Heather de la misma manera que su hija—. Hemos venido, en primer lugar, a saludarla y a agradecerle todo lo que ha hecho por Thom. Gracias a usted, no se ha atrasado en ninguna materia.

—No tiene por qué agradecer —respondió Helena, restándole importancia con un gesto de la mano—. Ese es mi trabajo, no hago ninguna gracia cumpliendo con lo que implica.

—De todas maneras, usted ha sido muy gentil —agrega Lara, sonriendo—. Lo menos que podemos hacer es decir gracias y, claro, devolverle los cuadernos que le ha brindado a mi hermano.

Al escuchar esto, Thom se atragantó con el té y comenzó a toser como loco, pero nadie lo notó, o si alguien lo hizo, no le dieron mucha importancia.

Los nervios del pequeño comenzaron a crecer. Se estaba acercando el momento de entregarle a la Señorita Helena los cuadernos que le había prestado. Con suerte, no se daría cuenta del robo que había cometido, pero si notaba enseguida la ausencia del par de hojas...

—Ehh... ¿tendrá un poco más de té? —preguntó, intentando ganar tiempo para no generar tantas sospechas.

—Oh... Lo siento, pequeño, pero esa ha sido mi última taza. La próxima ronda de té saldrá dentro de quince minutos —contestó Helena.

Thom & Harriet || (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora