Once años antes...
Un delgado rayo de sol lograba filtrarse en la habitación de una bonita casa, ubicada en una de las calles más exclusivas del sur de Londres. En ella, se encontraba totalmente dormido Thom, un muchacho delgado y rubio de tan sólo diez años que, apenas unas semanas atrás, había comenzado a trabajar como actor. Su vida dio un giro de 360 grados y a él simplemente le había fascinado, ya que el mundo de la actuación era algo que siempre lo había atraído.
Cada mañana se paraba con ánimos renovados, listo para ir a filmar las escenas en las que tenía que participar. Y aquel día no debía ser la excepción, pero por primera vez, el cansancio lo había vencido después de varias horas de trabajo durante toda la semana, tanto en el set de filmación como en los trabajos escolares en los que se había tenido que poner al corriente. Por esta razón, en lugar de levantarse a la hora acostumbrada, se quedó dormido un par de horas extra...
Cuando el reloj estaba a punto de marcar las nueve y cuarto, una mujer muy bonita, rubia y de esbelta figura entró en la habitación y se sentó en el borde de la cama del pequeño Thom. Después, acercó su rostro hacia el oído del niño y le susurró con ternura:
—Despierta, Thommy. Es hora de desayunar.
Como si esas palabras hubieran desatado algún tipo de bomba en el interior de su cabeza, Thom despertó, pegando un salto y empujando por accidente a la mujer.
—¡Lo siento, mamá! —gritó el chico, mientras salía corriendo de su habitación.
—¿Pero, a dónde vas? —preguntó la mujer, reincorporándose del susto que su hijo le acababa de dar y alzando la voz lo suficiente para ser escuchada.
—¡Me he quedado dormido! ¿Acaso no has visto la hora? —dijo Thom, deteniéndose ante la puerta del baño.
—No, pero tú tampoco lo has hecho —puntualizó la mujer—. Sólo has salido corriendo.
—El sol me lo indica, mamá —replicó el niño, como si fuera lo más obvio del mundo—. No necesito ver un reloj para saber que ya son más de las siete.
Su madre puso los ojos en blanco y, antes de que pudiera dar una respuesta ante aquel argumento, un grito ensordecedor cruzó por los aires, seguido de un sonoro portazo.
—¡SAL DE AQUÍ, MOCOSO MORBOSO! —se escuchó el reclamo de una voz adolescente.
—¿Cuál es tu problema, Roger? —exclamó Thom con enfado, golpeando la puerta—. Necesito arreglarme. ¡Tengo que llegar al set!
—¿El set? ¿Estás loco? ¿Sabes qué día es hoy?
Al escuchar eso, Thom se quedó de piedra y callado, pensando... ¿Qué día era?
—Hoy es sábado, Thommy —dijo una voz dulce de alguien que se aproximaba hacia él: su hermana, Lara.
—¿Sábado? —preguntó Thom, algo confundido.
—Sí, enano. Ahora, hazme el favor de largarte, porque hoy yo sí tengo cosas que hacer —dijo Roger, mientras ponía el seguro de la puerta del baño con demasiada brusquedad.
—No le hagas caso, Thom —dijo Lara, mientras revolvía con su mano el cabello dorado del niño—. Está molesto porque tiene celos de su pequeño hermano actor.
—No es por eso, tonta —se defendió Roger con voz maliciosa—. Es porque a Thom se le ocurrió abrir la puerta justo cuando estaba saliendo de la regadera, y estuvo a punto de ver a mi GRAN amigo.
—¡Eres un asco! —gritó Lara, llevándose a Thom de vuelta a su cuarto.
—¡Roger, deja de hacer esos comentarios tan vulgares! —lo regañó su madre, mientras bajaba las escaleras y se dirigía al primer piso de la casa.
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Thom & Harriet || (En edición)
Novela JuvenilThom Sternin es un actor británico que, desde que tiene memoria, ha conseguido grandes papeles y se ha ganado el corazón de muchas chicas que se han vuelto sus fans locas e incondicionales. Nunca ha sido altanero o presumido, y siempre ha dado el co...