Capítulo 8: Un vuelo de locos.

582 44 0
                                    

Comemos un rato en silencio, ya que ambos estamos hambrientos. A pesar del mal aspecto del sándwich, puedo asegurar que es la cosa más deliciosa que mi paladar ha tenido el placer de degustar.

-Esto es delicioso –comento con la boca llena-. Sabe a gloria.

-Obviamente sabe a gloria. No has comido nada en horas –dice ella, igual con la boca llena y agrega con tono presumido-. Bueno, a eso agrégale que soy una excelente cocinera.

-Pues, si diario haces cosas como éstas, te pediré matrimonio en este momento.

-Ve sacando el anillo –me dice, guiñándome un ojo-. Pero no esperes un "sí" por respuesta, porque no soy una chica fácil.

-¿En serio? –pregunto, con una sonrisa picarona-. Eso no fue lo que pensé cuando querías que tomara tu pierna en lugar del libro.

Ella se ríe y se estira para darme un golpe en el brazo. Yo también me río y le hago una seña para que se siente junto a mí. 

-No lo haré –responde, fingiendo indignación-. Después de haber tenido tu mano tan cerca de mi pierna, no pienso acercarme ni un centímetro a ti. Por lo menos tengo esta mochila entre nosotros.

-¡Oh, vamos! Ya habíamos hablado de esto –le digo, sonriendo-. Yo no soy un acosador y tú no eres la loca que pensaba. Además, esa mochila no te protegería de nada que alguien pudiera intentar hacerte, ¿sabes?

-De acuerdo, Sternin –responde, cambiando de lugar y poniendo su mochila en el tercer asiento-. Sólo lo haré porque has demostrado ser más agradable de lo que aparentas. Pero que ni se te ocurra hacer algún movimiento, porque te arrojaré el libro a la cara.

Asiento con la cabeza y ella continúa hablando.

-Muy bien. Ahora, quisiera saber cómo es que terminaste aquí, porque dudo mucho que normalmente viajes en clase turista.

Dicho esto, empiezo a contarle cómo es que llegué a este vuelo; Harriet no deja de reír mientras le cuento el viaje tan extremadamente rápido que hice con el taxista mexicano y la persecución de mis fans en el aeropuerto.

-¿En serio el taxista gritó "¡A huevo!"? –pregunta, mientras intenta controlar su risa.

-Sí, pero no sé qué significa –le digo, igual riendo.

-Pues yo sí sé, porque aprendí a hablar español –me dice, con orgullo-. Es una expresión coloquial que usan mucho en México, en diferentes situaciones. Es difícil de explicar, ya que se puede usar de diferentes maneras.

-Vaya –respondo, bastante sorprendido-. ¿Y en qué manera lo usó el taxista?

-Él lo usó expresando felicidad. Fue un grito de triunfo o algo así –dice, encogiéndose de hombros.

-¿En dónde aprendiste a hablar español?

-Con mi madre. Ella tiene raíces mexicanas, así que me enseñó español, y mi padre era inglés –me dice, sonriendo-. Es una triste y larga historia que no pienso contarte. Puede que seas famoso y que yo sea tu fan, pero sigues siendo un desconocido, ya que nunca hemos convivido en persona.

-Ok, no haré preguntas. Sufriré mucho por no saber nada de ti –le digo con sarcasmo, haciendo bolita la bolsa de plástico en donde se encontraba la comida que me dio. Ella también ha terminado, así que hace lo mismo y la guarda en uno de los bolsillos de su mochila. Le doy mi bolsa hecha bolita y también la guarda ahí.

-Lo sé. Ahora no podrás dormir por la angustia de no saber sobre mi trágica vida –responde, con voz burlona-. Pero, al menos podrás saber el final de Olliver en "El mundo de sombras".

Thom & Harriet || (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora