Abro mucho los ojos, aunque los lentes de sol los cubren y es obvio que ella no puede notarlo. Y me alegro, porque vería lo asustado que estoy.
En menos de lo que cualquier otra persona lo hubiera hecho, la chica se empieza a mover, despabilándose y acomodándose el cabello para poder ver. Enseguida, posa sus ojos sobre mí y yo sólo atino a abrir la boca, pero no emito sonido o palabra alguna.
-¿Acaso eres imbécil? Dije que soltaras mi libro. Y deja de tocar mi pierna, pervertido.
De nuevo, me pongo rojo de vergüenza. No me di cuenta de que mi mano está rozado un poco el borde de su pierna. Aunque, para ser sinceros, no es nada que demuestre alguna mala intención de mi parte. Pero la situación en la que me encuentro no da puntos a mi favor.
-¿Qué estás esperando? ¡QUÍTATE! –grita, mientras se acomoda en el asiento y aleja el libro de mí.
-Sí, lo siento –respondo con un hilo de voz, quitando mi mano y sentándome de nuevo en mi lugar-. No era mi intensión tocar tu pierna.
-Pero sí lo era tomar mi libro, ¿no? –pregunta, fulminándome con la mirada-. Y habla fuerte, casi no te escucho.
-NO –digo, alzando la voz más de lo que pretendo- Digo, sí. Pero no era con las intenciones que tú crees.
-Vaya, tienes voz potente. Eso sí que es novedad –dice, con un tono burlón-. Ahora, ladronzuelo, quiero que me expliques, con lujo de detalle, por qué querías tomar mi libro.
-¿Con lujo de detalle? –pregunto, algo confundido.
-¡Claro! A decir verdad, pensé que querrías tomar mi pierna, sobre todo en un lugar en donde sólo hay, como mucho, 20 personas, de las cuales más de la mitad son ancianos. Era una oportunidad única para un predador asqueroso, ¿sabes? –dice, obviamente bromeando y alzando las cejas.
-Pues...-empiezo, un poco desconcertado-. Espera... ¿por qué habría de contestarte?
-¿Cómo que por qué? ¿Quieres que te lo diga o prefieres usar un poquito eso que la gente normalmente llama cerebro? Podría acusarte de robo en este momento o de acoso –dice, con una sonrisa maligna dibujada en su rostro-. Además, si en verdad no tenías malas intenciones, podría prestarte el libro...
Esas simples palabras lo cambian todo.
-Está bien, está bien –digo, mientras me acomodo mejor en mi asiento-. Lo que pasa es que quiero terminar de leer ese libro. El mío lo he dejado en casa y, en verdad, me he quedado muy intrigado. Sólo me falta un capítulo y es bastante frustrante.
La chica parece no creerme en un principio, pero, después de meditarlo un poco, contesta:
-De acuerdo. Después de todo, no eres un ladrón. Eres un lector con problemas existenciales.
-Algo así –le digo, intentando sonar más seguro y calmado-. Y tampoco soy un acosador, ¿ok?
Ella empieza a reírse y mientras lo hace, noto que es bastante linda. Tiene facciones finas, una sonrisa blanca, ojos azules y su cabello es castaño, medio ondulado. Definitivamente, esta chica es muy guapa.
-Muy bien –dice, en cuanto deja de reír-. Ya que has sido honesto, te prestaré mi libro. PERO, con una condición.
-Puedes pedirme lo que quieras –le digo con total seguridad, ya que pienso hacer hasta lo imposible para leer el final de "El mundo de sombras". Ella sonríe con malicia y me examina de pies a cabeza.
-Perfecto. Quítate esa ridícula chamarra, esa tonta gorra y esos lentes de sol. Te ves como un loco que se cubre del frío, pero que, a la vez, se protege del sol.
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Thom & Harriet || (En edición)
Novela JuvenilThom Sternin es un actor británico que, desde que tiene memoria, ha conseguido grandes papeles y se ha ganado el corazón de muchas chicas que se han vuelto sus fans locas e incondicionales. Nunca ha sido altanero o presumido, y siempre ha dado el co...