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Anahí se movía por toda la cama. Había dormido mal por la noche, los niños habían estado haciendo presión en su vientre, haciendo que le costara respirar.
Eran las ocho de la mañana y ya no podía dormir más. Calculó que Poncho se había ido media hora antes, pues tenía una mañana muy ocupada al parecer, entonces tuvo que irse esta vez más temprano.
Intentó levantarse de la cama pero sintió una punzada en su vientre, así que se quedó sentada por un momento.
Al disminuir la punzadaa, se levantó y fue hacia el baño a ducharse. Últimamente la ropa le sentaba incómoda, así que prefirió quedarse en pijama durante el día, total no tenía que salir a ningún lado. En realidad, era un camisón de seda, los que usaba siempre a pesar de estar embarazada. Era algo corto, de seda blanca y encima un albornoz haciendo juego.
Secó su cabello, lo peinó y salió hacia la cocina. Ahora no sentía dolor, pero si una molestia en su estómago y le dolía un poco la espalda, como ocurría últimamente.
Se encontró con su hija preparando el desayuno.
ANAHÍ: -¿Tú tan temprano?-
AZUL: -Buenos días. Pues, sí, ayer me acosté temprano y pues, ya no tenía sueño-
ANAHÍ: -¿Seguiste llorando? Vamos Azul, es momento de superar eso ¿si? Por tu bien. Ese niño no te merecía, no tienes que llorar por él-
AZUL: -Pero... yo estaba enamorada-
ANAHÍ: -Lo sé princesa. Pero, piensa, él no te quería tanto dentro de todo por el modo que se comportó. No merece tus lágrimas, nadie las merece, no debes llorar más por él. Trata de seguir adelante...- suspiró y se tomó el vientre –Tienes apenas quince años, la vida sigue mi vida- le acarició la mejilla –No me gusta verte así, sufrir. Se me parte el alma verte así hija- Azul bajó la vista, reprimiendo las lágrimas. Annie estaba igual de emocionada, le dolía ver a su hija así, tan lastimada.
AZUL: -Lo intentaré- Le sonrió –Pero no llores tú ¿si?-
ANAHÍ: -Estoy sensible, y me pone mal verte así, y que te hayan roto el corazón-
AZUL: -Es difícil-
ANAHÍ: -Lo sé mi vida, lo sé. Pero trata de seguir adelante, encontrarás un niño que te merezca y te haga sentir siempre bien, no como Pedro que hizo eso-
AZUL: -Ya, es momento de superarlo ¿verdad?- Annie asintió –Entonces comencemos por algo, y no hablemos más de él- La modelo asintió.
ANAHÍ: -Me parece perfecto. Pero prométeme que no lloraras más-
AZUL: -Es...- otras lágrimas comenzaban a brotar por sus ojos, esta vez deslizándose por sus mejillas.
ANAHÍ: -Ya mi princesa- la abrazó fuertemente –Sé que no es fácil, sé lo que duele, y sé que costará pero hay que intentarlo- rompió el abrazo -¿Va?- La niña asintió.
AZUL: -¿Qué tienes?- Cambió de tema, mirándola.
ANAHÍ: -Casi no he dormido-
AZUL: -¿Estás cansada? ¿Por qué no te recuestas otro rato?-
ANAHÍ: -No. No puedo ni tengo sueño- suspiró –Me está matando el dolor de espaldas-
AZUL: -¿Mucho?-
ANAHÍ: -Un poco- sonrió de lado -¿Desayunamos?-
AZUL: -¡Va!-
Ambas se sentaron a desayunar y a platicar un poco. Estaban muy a gusto hablando de un desfile que pasarían en la tarde por la t.v, cuando Anahí sintió un dolor mucho más fuerte en su vientre.
ANAHÍ: -¡Oh, por Dios!- gritó con los ojos cerrados -¡Dios! ¡Dios! ¡Dios!- Se llevó las manos a su vientre, mientras Azul miraba asustada.
AZUL: -¿Qué pasa?- Se acercó y tomó a su madre por la cintura.
ANAHÍ: -Una punzada. Uno se ha movido muy bruscamente. Pero... solo quiero recostarme un rato- Azul la encaminó hasta la habitación, pero Annie la frenó. –Aquí en el sofá esta bien hija- La ayudó a sentarse y luego a recostarse.
AZUL: -¿Ahí estas bien? ¿No quieres que llame al médico? Tal vez y ya es hora-
ANAHÍ: -Aún falta un mes para que lleguen-
AZUL: -Pero se puede adelantar-
ANAHÍ: -Pues si, pero por ahora no nos alborotemos- Suspiró –Ya está pasando- Se llevó una mano a la frente e inhaló y exhaló, un poco más calmada.
AZUL: -Ay mami- se sentó a su lado. Unos minutos después, la misma punzada azotó a Anahí.
ANAHÍ: -¡¡Ah!! No, no, no- casi suplicaba –Aún no- Azul abrió los ojos como plato.
AZUL: -¡Ay no! Yo voy a llamar a papá- Se levantó del sofá pero Annie la tomó del brazo.
ANAHÍ: -No lo hagas. Son...- suspiró –contracciones que no son tan seguidas. Aún no llegan-
AZUL: -Pero me asusta mamá. Deja que llame a papá-
ANAHÍ: -No, está trabajando- Se sentó, pues ya no podía estar ni acostada. Azul se posicionó detrás de su mamá y le acarició la espalda, haciendo masajes en la cintura.
AZUL: -¿Mejor?- Annie sonrió de lado.
ANAHÍ: -Relajante- dijo. Pero luego sintió que la barriga se le puso dura, y otra contracción la flagelaba. -¡¡Ah!! ¡Madre de Dios!- Unas lágrimas de dolor cayeron por su mejilla.
AZUL: -Ay no mami- Miró asustada, estaba pálida sin saber que hacer. Corrió a buscar el teléfono.
ANAHÍ: -Llama a Dulce y a tu papá, por favor- suplicó con un tono doloroso. Azul le hizo caso y marcó primero a su papá, pero este no atendió.
AZUL: -¡Caray no atiende!- se quejó mientras marcaba nuevamente y Annie casi se desgarraba del dolor.
ANAHÍ: -No puedo más- sollozó. Azul con las manos temblorosas trató de recordar el número de su tía, pero se le había borrado hasta la memoria en ese estado. Buscó la agenda en el mismo teléfono y llamó. Uno, dos, tres, cuatro, cinco...
AZUL: -¡Correo de voz! ¡Mier'da! ¡¿Dónde están?!- Le dio la mano a su madre –Tranquila ma, intento de nuevo- Marcó y uno, dos, tres, cuatro...
DULCE: -Hola- contestó una adormilada Dulce.
AZUL: -¡Por fin por Dios! ¡¡Tia necesito urgente que vengas a mi casa, es mi mamá, le duele, creo que ya es hora!!- expresó sin respirar, cosa que a Dulce le costó entender.
DULCE: -A ver, mas lento Azul. No entendí nada-
AZUL: -¡¡Que mis hermanos están por nacer!! ¡Ven urgente!-
DULCE: -¡¿Qué?!- Gritó -¡Ya voy para allá!-

Ni Annie ni Azul supieron como en menos de diez minutos Dulce ya estaba en su casa.
DULCE: -Vamos- tomó a Annie por la cintura –Vamos a mi coche- Intentó sonar tranquila por Annie, aunque le estaba costando un poco. –Tranquila Annie ¿si?-
ANAHÍ: -No doy más, siento que una cabeza ya quiere salir-
DULCE: -¿Pero no habían programado una cesárea para el próximo mes?-
ANAHÍ: -Si pero... ¡¡Ah!! Duele mucho- se quejó –Siento mucha presión-
DULCE: -Ya, ya. Respira, inhala, exhala- respiró igual para que Anahí la siguiera mientras la sentaba en el asiento de atrás –¿Azul llamaste a Poncho?-
AZUL: -Si pero no atiende- se quejó –Está trabajando, debe estar muy ocupado-
ANAHÍ: -Vamos rápido por favor, no creo aguantar más- Dulce se puso al volante, mientras que Azul al lado de su mamá y salieron a toda velocidad hacia la clínica.
A causa de que Azul sacó un pañuelo por la ventanilla, los demás conductores le dejaron el camino libre.
Así llegaron al hospital en cuestión de minutos.
ANAHI: -Necesito a Poncho aquí conmigo, no quiero que se pierda esto-
DULCE: -Antes de salir le avisé a Ucker, tal vez logre contactarlo-
Una enfermera apareció con una silla de ruedas y sentó a Annie.
ENFERMERA: -¿Está en trabajo de parto?-
DULCE: -Parece que sí- Annie no podía siquiera contestar, se aferraba a la mano de su hermana. –Azul intenta llamar otra vez a tu papá por favor- La niña asintió. Cuando estaba por marcar apareció Poncho corriendo junto con Ucker.
PONCHO: -¡Mi amor!- se acercó a Annie y le tomó la mano –Ya estoy aquí mi vida-
ANAHÍ: -Te necesito conmigo, por favor- lloró -¡Ah! ¡Me duele!- La enfermera caminó más rápido empujando la silla de ruedas mientras todos caminaban a su lado.
ENFERMERA: -Hasta aquí todos, el papá puede pasar- Todos asintieron y se quedaron en la sala de espera, mientras Poncho y Anahí entraban a donde decía "Sala de partos".

Dulce estaba sentada en una silla, algo nerviosa, como si fuera ella la que iba a parir. Ucker estaba a su lado, acariciándole la espalda. Azul estaba a unos metros con sus abuelos; Elisa y Fernando.
DULCE: -¿Por qué tardan tanto? Llevan media hora metidos ahí-
UCKER: -Son tres niños, Dul. No es sólo uno-
DULCE: -Lo sé, pero me pone impaciente esto- Ucker le pasó las manos por los hombros y la atrajo hacia él para abrazarla. Dulce, olvidándose que estaban peleados y distanciados, apoyó su rostro en el pecho de este y trató de tranquilizarse. –Espero que todo salga bien. Es mi hermana, son mis sobrinos...-
UCKER: -Todo estará perfecto- la tranquilizó.

Dentro, Poncho estaba más que emocionado. Annie estuvo consciente durante toda la operación, y se emocionó al ver como, a medida que iban naciendo, ponían a sus niños en su pecho para que ella los besara y luego lo llevaban a unos metros para limpiarlo, pesarlo y demás.
El fotógrafo tenía su cámara, que en todo momento había fotografiado a su mujer, con cada uno de sus niños. Ahora, la tenia de la mano mientras dejaba un beso en su frente.
ANAHÍ: -No puedo creerlo- dijo emocionada.
PONCHO: -Son perfectos mi vida- Sonrió –Muy hermosos-
ANAHÍ: -Son una verdadera bendición mi amor-
PONCHO: -No sabes lo feliz que me siento. Te amo Annie-
Anahí dejó caer una lágrima de emoción, que Alfonso se dedicó a secar con su mano desocupada.
Los niños habían nacido hacía exactamente cinco minutos, y ahora estaban siendo examinados. El primero en nacer fue un niño al que llamaron Alfonso, segundo André y por último, la pequeña Abril que fue la más chiquita. Todos hermosos, perfectos y sanos.

Una fotografía de la vida | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora