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Los gritos de la modelo se escuchaban por toda la casa, el sonido de la cama rebotaba en esas cuatro paredes, los suspiros de Alfonso chocaban con los gemidos ahogados de su mujer... Sus cuerpos estaban bañados en sudor y para colmo la noche era calurosa.
Las manos de Anahí se aferraban fuertemente al respaldo de la nombrada cama, como si su vida dependiera de ese agarre. Su espalda se arqueaba, su pecho subía y bajaba por su agitada respiración, su cuerpo ardía en fuego y sus mejillas estaban rojas.
Alfonso tenía el cuerpo de Anahí debajo del suyo, sus manos la tomaban de las caderas con tanta fuerza que se notaba un leve enrojecimiento en la piel de ella y sus ojos estaban fijos en la cara de placer que tenía ésta. Mientras la penetraba en un movimiento constante, buscó la mirada de su mujer, pero ella tenía los ojos cerrados. Soltó sus caderas y alcanzó las manos de la modelo, hizo que se soltara y las entrelazó con las suyas. Ante esto Anahí abrió sus ojos, encontrándose con la mirada llena de deseo del fotógrafo. Éste le sonrió, ella apretó más sus manos que los nudillos se le pusieron blancos y, sin quitar su mirada de los ojos de Poncho, se dejó llevar. Podía notar que él estaba cerca pero que se estaba aguantando para llegar junto con ella, así que en un movimiento se colocó encima de él y comenzó a cabalgarlo. Apoyó sus manos en el pecho de Alfonso, mientras sus caderas subían y bajaban buscando la liberación. Las grandes y fuertes manos sobre sus senos hicieron que su cuerpo se estremeciera, sintiendo como sus paredes se contraían sobre el miembro en su interior y una corriente abarcaba su cuerpo de pies a cabeza, haciéndola temblar, tanto, que su cuerpo se desplomó encima del que estaba debajo.
ANAHÍ: -¡Por Dios!- suspiró sobre el pecho de Alfonso. Él la abrazó y acarició su espalda, luego dejó un beso en su cabello. –Tiro la toalla aquí, no me pidas un quinto round- Poncho sonrió.
PONCHO: -Te cansas rápido-
ANAHÍ: -Tú eres insaciable- Poncho buscó las sábanas y las colocó encima del cuerpo que yacía sobre el suyo. –Me duele el cuerpo. No sé como me levantaré en...- miró el reloj en la mesita de noche –cuatro horas- Se movió y se recostó al lado de Alfonso.
PONCHO: -¿A que hora vendrán?-
ANAHÍ: -No lo sé. Conociendo a Azul vendrá a las nueve, pero tenemos que levantarnos antes para ir a comprar un pastel-
PONCHO: -Mejor vas tú-
ANAHÍ: -Mejor tú me acompañas- lo retó –Tú quisiste, ahora te la aguantas Herrera. Tempranito arriba para festejar a su hija-
PONCHO: -No estoy cansado, mi amor. Puedo durar tres rondas más- La modelo lo miró.
ANAHÍ: -Conmigo no cuentes-
PONCHO: -Floja- rió.
ANAHÍ: -Auch... mis piernas-
PONCHO: -¿Te duele?-
ANAHÍ: -Todo el cuerpo. Pareciera que corrí una maratón. Estoy toda pegoteada-
PONCHO: -Hace mucho calor aquí-
ANAHÍ: -Tengo sueño- dijo en un susurro, casi con los ojos cerrados.
PONCHO: -Descansa mi amor- Annie se volteó dándole la espalda y Poncho se colocó detrás, abrazándola –Te amo- le susurró en su oído.
ANAHÍ: -Yo también... bebé- Ésta última palabra casi ni se oyó. Segundos después Anahí estaba en un profundo sueño.
PONCHO: -¿Cómo hace?- preguntó asombrado por la rapidez en que se había dormido.
Cerró sus ojos y, distinto a su mujer, a él le costó dormirse.

***

El celular de Anahí sonó, la alarma estaba activada a las siete de la mañana. Con los ojos aún cerrados, buscó el aparato y lo apagó. Sus ojos le pesaban, no podía si quiera abrirlos. Cuando por fín los pudo despegar, se volteó y no encontró a Poncho.
ANAHÍ: -Ya me parecía que no estaba colgado de mi cuello- dijo. Se levantó y se fue al baño. Tal vez Poncho estaba en la cocina, así que abrió la ducha para que se regularizara el agua tibia mientras buscó la ropa que se pondría. -¡Mi cuerpo!- se quejó mientras cerraba sus ojos y caminaba aún dormida a la ducha. Una vez adentro abrió grande sus ojos, despertándose del todo -¡El cumpleaños de Azul!- Salió corriendo y tomó su celular, y le marcó a su hija. Uno, dos, tres, cuatro, cinco tonos. En el sexto se escuchó la voz de la adolescente un poco ronca, seguido de un bostezo.
AZUL: -¿Quién?-
ANAHÍ: -¡¡Felicidades mi hermosa princesa!! ¡Feliz cumpleaños mi amor!- la saludó entusiasmada. Azul se incorporó un poco, miró a su alrededor... estaba durmiendo rodeada de niñas, y Solange en la otra punta.
AZUL: -Mamá... gracias-
ANAHÍ: -¿Con sueño?-
AZUL: -Muchísimo-
ANAHÍ: -Estoy igual pero... ¡Arriba amor! Es tu cumpleaños princesa-
AZUL: -¡Si mami! Y eres la primera en saludarme. Gracias-
ANAHÍ: -De nada bebé-
AZUL: -Ya no soy una bebé- se quejó con una sonrisa.
ANAHÍ: -Es verdad. Ahora eres una señorita- Se emocionó.
AZUL: -Ay ma, no llores-
ANAHÍ: -Estoy emocionada mi vida. Ya, te quiero abrazar y saludarte ¿A que hora vienen?-
AZUL: -Aquí están todos durmiendo. Pero supongo que a las nueve estamos allí, así nos da tiempo de arreglarnos-
ANAHÍ: -Bien hija. Se vienen para aquí, desayunamos y luego vamos a lo de la abuela-
AZUL: -Ok ¡Espérennos con el desayuno preparado!-
ANAHÍ: -Si cumpleañera- rió.
AZUL: -Entonces nos vemos. Hasta el rato-
ANAHÍ: -Hasta luego mi vida-

Un tiempo después Anahí ya estaba lista, pero Poncho aún no regresaba, así que decidió hacer una llamada.
Era muy temprano y no sabía si esa persona iba a estar despierta, pero de todos modos lo intentó.
ANAHÍ: -Vamos... Maite atiende- Lo volvió a intentar y nada -¿Estará muy dormida?- Un tercer intento, la tercera era la vencida. Una adormilada Maite contestó.
MAITE: -¿Bueno?-
ANAHÍ: -Hola Maite, perdón si te desperté-
MAITE: -¿Annie?- preguntó incorporándose en la cama.
ANAHÍ: -Si-
MAITE: -Ups, perdón es que... estaba dormida-
ANAHÍ: -Lo noté. Te llamo por... ¿Sabes que día es hoy?-
MAITE: -¿Ya es de día?- Anahí rió, de verdad estaba dormida.
ANAHÍ: -Es muy temprano, pero si es de día-
MAITE: -¡Caray! Es el cumpleaños de mi hij... de Azul- corrigió.
ANAHÍ: -De nuestra hija- corrigió –Eres su madre también, y por eso llamaba. Hoy haremos un almuerzo en casa de mi mamá, y queremos que estés-
MAITE: -¿En serio?-
ANAHÍ: -Por supuesto May ¿Entonces?-
MAITE: -Nada me hace más feliz que festejar los quince años de mi niña-
ANAHÍ: -Anota la dirección. Primero desayunaremos aquí, luego vamos a casa de mi mamá. Puedes venir a desayunar con nosotros-
MAITE: -Me encantaría, pero tengo planes. Mejor nos vemos al mediodía- dijo tomando una libreta y un bolígrafo.
ANAHÍ: -Ok, a las doce del día en *******-
MAITE: -Ya anoté. Muchas gracias Annie-
ANAHÍ: -De nada. Te mereces más que nadie estar este día-
MAITE: -Nos vemos. Oye Annie...-
ANAHÍ: -Dime-
MAITE: -¿Puedo invitar a alguien?-
ANAHÍ: -¡Por supuesto! A quien quieras-
MAITE: -Perfecto. Muchas gracias. Nos vemos-
ANAHÍ: -Adiós May-

Ambas colgaron. Maite se levantó para prepararse, eran las siete y media de la mañana, parecía que había dormido apenas unas horas. Mane se había ido muy tarde, luego de alcanzarla a su casa. Se levantó con una sonrisa enorme y se metió a bañar, en dos horas tenía que ir a desayunar con Mane.
Por su parte, Anahí se preguntaba donde podría estar Poncho, cuando la puerta se abrió.
ANAHÍ: -¿Dónde andabas?- preguntó al ver al fotógrafo entrar.
PONCHO: -De compras-
ANAHÍ: -¿Tan temprano? Me desperté a las siete y ya no estabas... además ¿compras? No traes nada en la mano-
PONCHO: -Es que estaba cerrado- Anahí lo miró con cara de "¿me estas cargando?"
ANAHÍ: -Pues obvio que va a estar cerrado ¿Qué loco abre el negocio a las seis de la mañana?- preguntó divertida.
PONCHO: -No pues, en realidad fui al encuentro con alguien- La modelo frunció el seño.
ANAHÍ: -¿Qué? ¿Con quien?- preguntó celosa.
PONCHO: -Con... me encontré con una mujer, muy buena onda eh. Me invitó a desayunar pero le dije que no, que mi mujer me esperaba para celebrar a mi hija-
ANAHÍ: -¿Y así no más lo dices?- roja de cólera.
PONCHO: -No pensé que te molestara que me encontrara con tu mamá- respondió con cara de inocente. Anahí lo miró más confundida y Poncho se acercó para abrazarla -¡Ay mi amor! ¿Te pusiste celosita?-
ANAHÍ: -Nah... nada más te parece- respondió seria, dejándose abrazar por él.
PONCHO: -Es que pensé que habría algún lugar donde comprar un pastel, pero no, son todos flojos-
ANAHÍ: -Nadie es flojo, tú siempre levantándote tan temprano- se separó de él. –No hay tiempo para hacerle un pastel ¿verdad?-
PONCHO: -No hace falta, tu mamá ya lo hizo-
ANAHÍ: -¿Mi mamá? No lo creo-
PONCHO: -Bueno, no tu mamá, la cocinera de tu mamá-
ANAHÍ: -Ahí está mejor. Pero yo quería recibirla con un pastel-
PONCHO: -¿A que hora llegan?-
ANAHÍ: -A las nueve- -Oye ¡¿Llamaste a tu hija?!-
PONCHO: -Así es-
ANAHÍ: -¿Cuándo?-
PONCHO: -Hace unos minutitos. Annie, hay tiempo para comprar uno-
ANAHÍ: -Bueno, luego vamos por uno. Ahora me cuentas que hacías con mi madre- tomándolo de la mano y llevándoselo a la cocina.
PONCHO: -Me llamó para que le dijera unas cositas-
ANAHÍ: -¿Qué cositas?-
PONCHO: -De Azul. Ay amor que desconfiada eres-
ANAHÍ: -No soy desconfiada, solo pregunto- lo regañó.
PONCHO: -OK, OK- -¿Cómo amaneciste?-
ANAHÍ: -Bien ¿tú?-
PONCHO: -Mucho mejor. Además, la vista que tenía era... ufff- Annie lo miró confundida –Toda destapadita, sin nada-
ANAHÍ: -¡¡Ay Poncho!!- le dio un suave golpe en el brazo y se sonrojó.
PONCHO: -No te pongas roja, mi bebita- la abrazó y Annie escondió su cara en el cuello de este.
ANAHÍ: -Hacía calor- se defendió.
Luego Poncho la ayudó a preparar un desayuno espectacular para los invitados, mas tarde salieron en busca del pastel y otras cosas más para el festejo previo de los quince años de su hija.

Una fotografía de la vida | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora