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ANAHÍ: -No. Ella nació muerta-
AZUL: -¿Ella?-
ANAHÍ: Sonrió pero unas lágrimas bajaron por sus mejillas, Azul se volvió a sentar –Era niña- Se puso seria pero sin controlar las lágrimas –Discutí con mi papá, yo estaba de ocho meses. Él no quería escucharme, seguía caminando como si nada, como si no escuchara... caminé rápido detrás suyo para poder alcanzarlo...- se secó una lágrima y siguió –Cuando quise tomarlo del brazo él bajó las escaleras y yo perdí el equilibrio, no había nada de donde sostenerme y caí. A causa de esa caída, del golpe fuerte mi hija perdió la vida- Azul estaba tan emocionada como Annie escuchando atenta, y las lágrimas también le ganaron.
AZUL: -Si no hubiese pasado eso yo tendría una hermana mayor- La castaña asintió -¿Cómo se iba a llamar?-
ANAHÍ: -Mía. Así se iba a llamar. Mía Puente-
AZUL: -¿Puente?-
ANAHÍ: -Tu papá nunca lo supo, se lo dije hace unos días. Mi papá me encerró durante todo el embarazo, no pude contactarme con Poncho para decírselo, pues, entonces nunca lo supo-
AZUL: -Si hubiese nacido ¿Lo hubieses buscado?-
ANAHÍ: -Por supuesto que si. Tenía planeado escaparme luego que mi hija naciera, pero no llegué- Rompió en llanto inconsolable, Azul no dudó y la abrazó. Con ese abrazo Annie se sintió rara, sintió algo en su corazón, era como estar abrazando a su chiquita que nunca conoció.
AZUL: -Ya no estés triste ¿si? Me imagino cómo te debes sentir... No puedo decirte que comprendo tu dolor, pero estoy aquí para lo que sea- la volvió a abrazar.
ANAHÍ: -Pensé que esto iba a molestarte- habló Annie rompiendo ese eterno abrazo.
AZUL: -¿Cómo crees Annie? Esto pasó hace antes de que mi mamá y yo existiéramos en la vida de mi papá, además... era mi hermana. No sabes lo que hubiese dado por tener una hermana. ¿Llegaste a verla?-
ANAHÍ: -Como te dije nació sin vida, pero pedí conocerla- Lágrimas comenzaron a salir incontrolablemente –Fue... no sabes como me sentí en ese momento. Estuve sola, nadie me acompañó en ese momento, tuve que ver sola el cuerpo de mi bebita- Ahora lo que era incontrolable era su llanto.
AZUL: -Ay Annie- Azul no sabía que decir, todo esto la había dejado estupefacta, sin palabras casi. Solo pudo abrazarla y contenerla.
ANAHÍ: -Era tan chiquita... Parecía una muñequita- recordó con una triste sonrisa –Jamás se borrará esa imagen de mi cabeza. ¿Sabes? Traté de aprender a vivir con ese dolor, pero no se puede olvidar algo así. Por las noches, cuando la recuerdo, solo lloro y lloro, y lamento haber discutido con mi papá, haber corrido detrás de él... pero lo que mas lamento es no haberme ido de allí a tiempo. Tuve la chance de escaparme, pero pensé en mi bebé. Si me iba de allí no iba a tener nada para ofrecerle, y con una panza tan grande no iba a poder hacer nada, así que iba a esperar a que naciera y así ir a buscar a tu papá- Azul acompañó todo el resto del día a Annie y ésta le contó todo con detalles, luego la modelo se ofreció a llevarla hasta su casa, por lo que Poncho no tuvo que ir a buscarla.
AZUL: -Hola- llegando a casa.
PONCHO: -Hija. ¿Cómo te fue?-
AZUL: -Bien. Hablé mucho con Annie- expresó seria y un poco triste. Poncho se imaginó, pues Anahí le había comentado de lo que le iba a hablar. -¿Por qué no me lo dijiste?-
PONCHO: -Yo...-
AZUL: -Sé que te enteraste hace unos días, pero debiste decírmelo. Yo tenía derecho, hubiese sido mi hermana-
PONCHO: -No supe como decírtelo, no sabía cómo lo ibas a tomar-
AZUL: -Papá, ya no soy una niña, sé comprender-
PONCHO: -Bien-
AZUL: -¿Bien? ¡Papá reacciona!- levantó la voz la niña -¡Era tu hija también! ¿No sientes nada?- Poncho seguía serio, no movía ni un músculo. No, no sentía nada porque su hija estaba vivía y era ella. –No fuiste capaz de contener a Annie cuando te lo contó, saliste corriendo como un cobarde que no asumía la situación. Ella te necesitaba allí, aunque sea un abrazo tuyo para hacerle saber que también lo sentías y que estabas con ella, pero no! Saliste de allí sin decirle nada- le reclamó la adolescente un poco dolida.
PONCHO: -No supe que hacer-
AZUL: -Con solo abrazarla y un "lo siento" le hubiese bastado- volvió a reclamarle triste –Siempre ha estado sola con esto, y creo que tú eras la persona indicada para que ella se descargara. Apuesto que no sabes ni como pasó todo-
PONCHO: La miró serio y arrepentido, se comportó muy mal ante esa situación y se arrepentía –Si me contó-
AZUL: -Pero creo que no todo como me lo contó a mi, porque yo si me quedé escuchándola y conteniéndola, y tú saliste de allí como si nada. Prométeme que hablaras con ella y le pedirás disculpas, y la escucharás-
PONCHO: -Eso no tengo que prometértelo porque lo haré-
AZUL: -Bien- suspiró. Hubo un silencio que Poncho se dispuso a romper.
PONCHO: -¿Te hubiese gustado tener una hermana?-
AZUL: Se sentó al lado de su padre –Pues... si, y mucho mejor si era mayor. ¿Te imaginas una hermana así como Annie? Me hubiese encantado que esa niña viviera-
PONCHO: -¿Te cae muy bien Annie verdad?-
AZUL: -No solo me cae bien, la quiero mucho, la adoro. Es una mujer excelente, me encanta su forma de ser, como me trata... es como una madre. Cuando mamá está lejos ella me trata como si fuera mi segunda mamá- Poncho tragó saliva y siguió escuchando –Es joven como mamá, pero al enterarme que tuvo una hija y que sería mayor que yo, no es como tan loco imaginarla de madre. Hubiese sido una excelente mamá-
PONCHO: -Me alegra que pienses eso de ella-
AZUL: -Pa, cuéntame como la conociste y que te enamoró de ella- Poncho sonrió y se acomodó mejor en el sillón.
PONCHO: -Su belleza y su forma de ser me enamoraron. Esas son sus virtudes destacadas. Cuando conocí a Annie ella tenía casi tu misma edad, el cabello castaño y los ojos azules. Yo, por las vacaciones en la escuela, había comenzado a trabajar en un bar de la playa para ayudar en la casa. La primera vez que la vi llegó al bar con sus padres, estaban en la playa y fueron por unos refrescos. Nuestras miradas se cruzaron y lo primero que me llamó la atención en ella fueron sus ojos, azules, profundos, puros- Suspiró –Ese día no pude dejar de mirarla, hacía todo sin despegarle los ojos de encima y ella hacía lo mismo. Pensé que nunca la iba a volver a ver, pero al otro día apareció ella sola y me pidió de tomar. Aproveché ese momento para hablarle y hablamos mucho, sólo que mi trabajo nos interrumpía. Diariamente ella hacía lo mismo, iba al bar, pedía un trago y nos quedábamos platicando, hasta que un día yo terminé mi turno y la acompañé a su casa. Me había enamorado, con cada cosa que contaba, con su voz tan cándida, con su sonrisa. Cuando sonreía sentía que el mundo se paraba y una luz la iluminaba- Azul escuchaba atenta con una sonrisa y un brillo especial en los ojos –Bueno... ese día la acompañé a su casa y la invité a ir al otro día que yo no trabajaba, a mostrarle partes de la playa que yo conocía muy bien, pues, porque ella solo estaba de vacaciones en Cancún-
AZUL: -¡Ay papi, fue como amor a primera vista!- expresó Azul muy emocionada.
PONCHO: -Si lo fue- sonrió de lado -Luego de esas salidas fueron más muchas más, me encantaba pasar tiempo con ella. A todo esto, sus padres nunca se enteraron. Ella les decía que había hecho una amiga y que salía con ella, pero la verdad es que siempre nos dábamos un tiempo para pasar juntos. Luego vino el primer beso que fue el más maravilloso que había dado en mi vida. Fue inolvidable- Se quedó en silencio como recordando ese momento.
AZUL: -¿Y luego?- preguntó entusiasmada.
PONCHO: -Pasó como un mes, ella seguía de vacaciones. No éramos novios, porque sabíamos que eso se iba a terminar en cuanto ella se volviera a su ciudad. Una noche me llamó por teléfono llorando y me contó que sus padres se habían ido a una reunión que tenían con unos socios del trabajo y que la habían dejado sola el día de su cumpleaños, justo el día que cumplía quince años. La cité en un lugar de la playa que nunca nadie visitaba pero que era realmente hermoso. Llevé unas cosas e improvisé un cumpleaños allí; con velas, globos y hasta comida... algo sencillo pero que ella valoró mucho. Ese día se entregó a mí, tuvimos nuestra primera vez... Yo fui su primer hombre y ella mi primera mujer- Sonrió inconscientemente, a Azul le agradaba verlo de ese modo.
AZUL: -¡Que lindo papito! Me imagino todo, debe haber quedado encantada-
PONCHO: -Me dijo que fue el mejor cumpleaños de su vida, que le había encantado ese detalle, las velas, la cena a la luz de la luna... Estuvimos un tiempo más juntos hasta que un día me dijo que sus padres habían decidido volver antes a la ciudad por problemas en el trabajo, que ella me llamaría al llegar y que buscaría un modo de volver a vernos, pero eso no pasó. Nunca más supe de ella, hasta hace unas semanas que comencé a trabajar con ella-
AZUL: -Me dijo que su papá se lo impidió... Cuando se entero que ella estaba embarazada- Poncho asintió y miró el techo. El teléfono de la casa comenzó a sonar y Azul atendió. -¡Hola mami!-

Una fotografía de la vida | Anahi y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora