Los días en la escuela eran bastante normales para Park JiMin. Tenía buenos amigos, buenas notas y muchas ganas de descubrir el mundo, aunque no su vocación. Pero en su último año todo eso cambia; de pronto sus amigos le dan la espalda y dejan de ha...
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El tiempo se detuvo cuando un par de ojos marrones y dos oscuros se cruzaron.
Se volvería costumbre encontrarse todas la mañanas frente a la casa de JiMin.
Se volvería costumbre despertar y ver mensajes de él en su celular.
Se volvería una tortura tener que esperar dos días hasta volver a la escuela.
Tal vez cambiarían las reglas, porque el inicio siempre era la parte más intensa.
Cuando JiMin escuchó la canción de JungKook, se tiró en su cama a patalear y gritó con una almohada presionando en su rostro. La emoción lo invadió encarecidamente a tal grado de ser incontenible. Se despertó con miedo, pero después cayó en la cuenta; tenía novio y ese era JungKook.
Caminaron juntos a la escuela y se detuvieron un momento en la entrada. El pelinegro se perdía fácilmente en las privilegiadas facciones de su chico y en la forma tan adorable que se ajusta las gafas para ver mejor. Pero ahora tiene una nueva obsesión; quitárselas para besarlo y saquear sutilmente su boca con la lengua. Le encanta ver sus ojos cerrados, sus mejillas sonrojadas y esa bella sonrisa que esboza después de que sus labios pierden contacto.
Las mariposas estaban a la orden del día y quizá un poco de nervios, pero sin duda, no hay otro lugar donde tengan tanta paz como en sus brazos mutuos. Se sienten seguros y tranquilos, algo que, probablemente, no volverán a tener con nadie más en la vida.
Fue inevitable que todos pudieran ver lo que sucedía entre ellos, mucho menos si JungKook se detenía cada fracción de minuto para darle picos en los labios a su novio. No pueden culparlo, porque ese deseo se vuelve como un impulso, de esos que no se pueden frenar. Y JiMin, bueno, él está encantado. Lo está disfrutando, aunque los miedos y las inseguridades surgen sutilmente. Tal vez sólo sea cuestión de tiempo para darse cuenta de que no hay nada que temer. JungKook es su lugar seguro.
La mañana fue linda y el inicio de clases de una nueva semana comenzó. El profesor TaeHyung explicaba sobre la guía del examen antes de que la orientadora escolar apareciera para buscar a JiMin.
Había llegado el momento.
Después de que haya transcurrido una semana inusual, los Park decidieron que no esperarían más tiempo. Necesitaban solucionar la situación de su hijo. JiMin continuaba con ese miedo de que hubiese represalias por parte de sus compañeros, pero tanto sus padres como JungKook le prometieron que todo estaría bien. Mientras JiHyo y JiHyun lo protegían desde fuera, su novio lo haría desde dentro. Es por esa razón que el tiempo se detuvo en este instante donde el rubio tuvo que hablar sobre esas casi dos semanas asquerosas que tuvo que aguantar y, sobre todo, dio nombres... todos los nombres de quienes se atrevieron a jugarle bromas desquiciadas sólo por qué sí.
La orientadora pensaba una y otra vez en lo que pudo haber desatado ese bullying injustificado contra JiMin, pero no llegaba a ninguna conclusión. Es decir, llevaban dos años de escuela y eso nunca había sucedido. Se dio cuenta entonces que YoonGi no era el único que permanecía callado ante los ataques y que, posiblemente, había más chicos afectados por esta situación.
