—Formen dos filas por estaturas... ¡en orden, jóvenes!
Había ocasiones en las que la orientadora escolar sentía que perdería la paciencia, pero se recordaba a sí misma que este era el último año de sus alumnos. Es difícil controlar a treinta adolescentes preparatorianos que estaban en la cúspide de sus hormonas controladoras de impulsos. En estos dos años los ha encontrado manoseándose en los rincones de la escuela, incluso en otras situaciones más comprometedoras, además de fumando o saltándose sus clases. Tal vez esta es la generación más alocada que le ha tocado supervisar, pero igual se siente orgullosa de su trabajo.
En este momento haría lo que corresponde después de una semana de curso; asignarles un lugar. Siempre era el mismo procedimiento; formarlos en dos filas empezando por el más bajo hasta el más alto y mezclando hombres y mujeres. El punto de esto era revolverlos para que pudieran socializar con otros compañeros, aunque al final terminaban por juntarse con su mismo grupito de siempre. Pero nunca estaba por demás intentar.
En cuanto los alborotados chicos terminaron de acomodarse en ambas filas, la orientadora, como buena maníaca del orden, revisó que estuviesen bien acomodados. Después comenzó a ubicarlos intercalando uno de adelante y uno de atrás.
La mayoría de chicas y algunos chicos se peleaban sutilmente por estar cerca del chico nuevo, algo que ya lo tenía fastidiado. En esta primera semana tuvo que aguantar a más de uno merodeando por su lugar. No le sorprendió cuando encontró muchas cartitas en su casillero, algo que le resultó bastante ridículo. Si quisiera una novia o un novio, sin duda, ya lo habría buscado. Sólo bastaría para él chasquear los dedos para tener a quien quisiera, pero este año era diferente, más que nada porque se suponía que debía estar en la universidad. Contrario a eso, estaba atrapado en la preparatoria de nuevo.
Decidió llevar su concentración a lo que realmente debería importarle, además, no quería saber de temas amorosos, no cuando en su vida se había comprobado que eso podría ser una verdadera farsa.
Había algo que le resultaba curioso, y es que había un chico que no parecía querer pelear por un lugar a su lado, enfrente o atrás. Desde el inicio lo ha observado unas cuantas veces y le parece que es bastante peculiar. Nada comparado a los demás. JungKook no es de las personas que suele prestar atención a cualquier persona, porque nadie era capaz de causar aquel efecto en él, aun así intenta ignorar un poco la situación.
Ambas filas habían avanzado, y él continuaba perdido en sus pensamientos. Había colocado sus auriculares para evitar escuchar la cantaleta de esas adolescentes escandalosas. No quería perder los estribos. Además, en días como estos, escuchar el sonido de la guitarra rockera de su banda favorita servía como una especie de calmante para su alma inquieta. Le gustaría volver a Seúl, a su vida antes de la repentina mudanza a este lugar, pero esto era lo que era y por su madre es que está haciendo el mayor esfuerzo por adaptarse a la situación. Y cabe resaltar que prefiere mil veces vivir aquí que en Seúl con su padre.
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Little JiMin & The Heartbreak Prince (Kookmin)
FanfictionLos días en la escuela eran bastante normales para Park JiMin. Tenía buenos amigos, buenas notas y muchas ganas de descubrir el mundo, aunque no su vocación. Pero en su último año todo eso cambia; de pronto sus amigos le dan la espalda y dejan de ha...