Capítulo 10

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Miro el menú por sexta vez, aun sin poder leer una sola maldita palabra de el. Mi molestia es tan palpable como la estúpida tensión entre madre e hijo. Por suerte, mi molestia pasa desapercibida por la increíblemente atractiva señora a mi lado. Sus ojos están solo en su hijo.

Ian me quita el menú cuando un mesero llega a nuestro lado, trato de no sobresaltarse tanto ante su arrebato.

—Serán dos filetes uno a término medio y otro tres cuartos.—el mesero asiente y se dirige hacia la madre de él.

La señora pide algo que no podría pronunciar antes de sonreírle al mesero.

—Y otra botella de estas.—dice Ian, luego que su madre termine, señalando la botella de vino delante de su madre.

Sin la protección del menú bajo mis manos, sintiendo la abertura del maldito vestido más incómoda de lo que debería.

¿Cómo me deja traer un vestido tan abierto para conocer a su madre? ¿Para qué me trajo a conocer a su madre en primer lugar? Maldita sea.

—Creo que no nos han presentado.—dice la señora con un poco de reproche a su hijo.— Soy Isabeth Hill, la madre de Ian.

—Madrastra.—gruñe este a mi lado, me sobresalto al escuchar su tono, algo alegre de no se la única que lo recibe de vez en cuando.

—Sophia Young, mucho gusto. Ian y yo estamos en algunas clases justas.— la sorpresa en la cara de la madrastra de Ian es notable.

Pero lo único en lo que puedo pensar es en como se parecen tanto si al parecer no es su madre biológica.

—Me sorprende que Ian conozca a más personas a parte de sus amigos inusuales. Ian traía mucho a sus amigos a casa cuando era pequeño, pero parece que se ha distanciado de nosotros.—dice, hablando de ella como con su padre.

—Lamento que no haya podido encontrar las palabras para explicarle a mis amigos como la hermana de mi madre ahora es la esposa de mi padre.

La bomba sin problema pudo hacer estallar a media ciudad.

Los ojos de la que antes era tía de Ian sigue en él, su sonrisa aun descansando en sus labios, como si no fuera la primera vez que escucha a su sobrino quejarse.

Me quedo quieta, tan quieta como mis temblorosas manos me lo permiten. Como Ian puede estar sentado tan tranquilo sin estallar va más allá de mí.

—¿Para qué querías verme? Porque si me dices que solo querías saludar me iré de aquí.—su voz es más silenciosa pero no menos letal.

La mujer suspira, agarrando su copa, pero sin tomar nada.

—Tienes razón, aunque amo verte, te llamé para otra cosa. Quería anunciarte que hice una pequeña donación a tu nombre.

—¿Para qué fundación?—la voz de Ian parece cortada, como si ya supiera cuál es la fundación que escogió.

Trato de respirar sin hacer ruido, preparándome para la siguiente bomba, estoy segura, explotará pero ahora de los labios de la mujer delante.

—Para el psiquiátrico claramente.

Boom.

El puño de Ian hace temblar la mesa, pero a diferencia de la fingida sorpresa de su madre, yo hago todo el esfuerzo del mundo para no sonreír. Esperando, ansiosa para que el del primer golpe, sin poder esperar podar el segundo.

—No mencioné nada sobre tu madre, la gente no sabrá nada, pensarán que fue una organización cualquiera, una que no recibe muchas donaciones de todos modos. Te verán por lo que eres, un muchacho que se preocupa por la salud mental de las personas.

Mira a través de mis ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora