Capítulo 29

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—Sabes bien que no, estaré a la hora acordada, no te retrases.—cuelgo la llamada, eliminando el registro de esta. Meto mi celular en mi cartera, abriendo la puerta de casa.

Me quejo por mis botas altas, quitandomelas y dejándolas al lado de las escaleras para subirlas luego.

Camino hacia la sala, enciendo la televisión, dejando que las noticias corran de fondo. Camino hacia la cocina, abriendo la puerta para llegar a la zona de la lavadora. Saco toda la ropa que dejé en la mañana y las meto a la lavadora.

Cuando me aseguro que todo está en orden regreso a la cocina. Saco el unico vaso disponible y abro la refrigeradora para servirme agua.

Me quedo paralizada al ver la refrigeradora llena de comida.

Frutas, vegetales, yogures, quesos, jamones, sodas, jugos, leche, huevos.

Cierro la puerta con fuerza. Mi cuerpo retrocede hasta pegar en la isla.

Miro las gavetas, mi corazón palpita con fuerza cuando las abro y las encuentro con especies, cereales, avenas, harinas, aceites.

Cierro todo con fuerza.

Y corro, corro escaleras arriba y me detengo al ver mi puerta ligeramente abierta.

Entro a mi cuarto notando las botas negras, los pantalones negros y la maldita camiseta negra.

No es solo su presencia, después de casi dos semanas y media, la que me hace temblar ligeramente.

Es la pistola en su mano.

Mi pistola.

—Debo admitir que esperaba un vibrador en la gaveta bajo llave, tremenda sorpresa al encontrarme este diferente juguetito.

—¿Qué hacer aquí Ian?

Voltea a verme, sentado en mis blancas sabanas, con sus codos sobre sus rodillas, limpiando la pistola en sus manos.

—Veras Young, venía para hablar contigo sobre lo que pasó, en la casa de Luna, la mierda del viaje de Oli y tu maldita cocina vacía, pero esto.—dice viendo la pistola, silbando ante ella.—Esto es un tema más interesante.

—¿No crees que una chica debería de tener como protegerse?—pongo mis manos atrás de mi espalda, juntándolas ahí para evitar que tiemblen.

Ante mi movimiento Ian mira mi cuerpo, deleitándose como acostumbraba a hacer. Sus ojos bajan de mis ojos hacia mi clavícula, decorada por un collar dorado, y baja hacia mi pequeño vestido negro.

—Reconozco un arma para matar Young.—me quedo paralizada.

Mi celular empieza a sonar en la cocina.

Una y otra vez. Demasiadas veces para ser coincidencia.

Demasiadas veces como para advertir de una emergencia.

Tal vez algo pasó con el plan, tal vez eso que pasó es algo que pasará.

En esta casa.

—¿Cómo entraste Ian?—me acerco a él, sus ojos sin apartarse de los míos.

Un predador viendo a otro.

—¿Por qué tienes un arma Young?—sonrío de lado.

—Es un hobby.—digo encogiéndome de hombros.—Me gusta el poder que contienen.

—Curioso hobby.—dice, bajando sus ojos a mis piernas.

—Podría enseñarte a tirar algún día.—digo, colocándome frente a él. Ian se hace para atrás, colocando sus manos sobre mi cama, la pistola bajo una de ellas, abriendo sus piernas para darme acceso.

Mira a través de mis ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora