Capítulo 21

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Ian rompe el envoltorio metálico, colocándoselo sin dejar de besarme.

Me tenso solo un poco al sentir su punta.

Ian pone su frente sobre la mía, una de sus manos en mi mejilla.

—En el momento que digas que pare, lo haré Young.—mis ojos chocan con los suyos, una leve preocupación aparece en ellos, pero lo beso, jalándolo más hacia mí.

Mi boca se abre cuando lo siento.

—Dios.—gimo sintiendo como lentamente, muy malditamente lento, entra en mí.

—Maldita sea.—su gruñido viene con oleadas de placer.

Sus dedos, sus deliciosos dedos no son nada ante esto.

Ian se detiene, dejando que ambos cuerpo se acomoden ante las sensaciones.

Pero es mi movimiento de caderas que exige que empiece a moverse que logra sacarlo del mini trance donde había entrado.

Nos movemos como uno solo, respiraciones y palpitaciones como si solo haya un cuerpo en esta habitación.

Ian me besa, despacio, queriendo que este momento dure toda una vida.

Esta noche, toda esta noche deber durar toda una maldita vida.

Ian juguetea con uno de mis pezones, mientras sus labios besan y besan mi cuello. Mis ojos están cerrados, las sensaciones llevándome al más allá.

Mi cuerpo parece ajeno, no encuentro manera de explicar como esto, nosotros, puede sentirse tan bien.

—Young.—Ian suspira, moviendo sus caderas más lentas, agonizantemente lento.

Mi gruñido es respuesta suficiente.

Sus caderas se mueven rápido, llegando más lejos, segundos antes de que ambos veamos estrellas.






Un rayo de sol me hace fruncir el ceño, un leve y lejano dolor de cabeza me da la bienvenida cundo logro abrir los ojos.

Me estiro en mi cama, levantándome un poco para ver el cuerpo del chico en el balcón.

Una pequeña sonrisa aparece en mi rostro, al recordar la noche anterior.

Aparto las sabanas, caminando hacia mi baño.

Miro mi cuerpo desnudo en el espejo, notando unos leves chupetones en mi clavícula y en la zona de mis pechos.

Mis mejillas se vuelven rojas.

Me acerco a mi reflejo, viendo mis rojos ojos. Maldigo sacando la caja de mis lentes de contacto, agradeciendo que mis ojos no se hayan separado de mi cabeza al recordar todas las advertencias que no puedes dormir con ellos.

Me los quito, tirándolos a la basura, poniéndome unas gotas hidratantes antes de colocar unos nuevos.

Agarro una bata de seda para cubrir mi cuerpo solo después de asegurarme que mis lentillas verdes están bien puestas. Abro la puerta de vidrio del balcón, abrazándome a mi misma por la fría brisa de la mañana.

Ian voltea a verme regalándome una pequeña sonrisa.

Se ha puesto sus pantalones, pero su pecho sigue desnudo.

Camino hacia él, sorprendiéndome al ver un cigarro en sus manos. Mi ceja se levanta.

Veo como el chico tiene la intención de apagarlo, pero lo agarro antes, dándole una pequeña calada.

Mira a través de mis ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora