Una bandera blanca sale de la pistola, confeti volando por el aire.
Me levanto, gritando son los brazos alzados. Mi risa llena la habitación, mi cuerpo tan libre.
Finalmente, todo ha terminado, todo, todo, todo.
El reloj a desaparecido, la presión en mi pecho se ha ido.
Y ni todo el dinero del mundo podría comprar lo que tengo delante.
Mi padre, con la piel tan pálida que parece desaparecer, con la mirada perdida entre en confeti que llena su alfombra.
Confusión, sorpresa, enojo, es una maldita obra de arte.
El sonido de las puertas de entrada resuenan, pisadas llenan los pasillos.
—¿Qué...? ¿Qué has hecho?—sus palabras nos son más que susurro, un misero ruido ante mi risa.
—¡Saluda a las cámaras!—una media docena de luces rojas brillan por toda la oficina, como si reconocieran su llamado. Cada una de ellas dando un ángulo perfecto al famoso gobernador.
La grabación de sus palabras resuena en las bocinas escondidas por la habitación.
El proyector que está en una pared se enciende, dejando ver imágenes, vídeos, informes, mensajes de texto. Toda la información recopilada tras años y años de actos ilegales, todo siendo de propiedad publica en el instante en que el gatillo de la pistola fue apretado.
Mi risa para, cuando su mirada está en la pared blanca, donde las imágenes siguen viajando, desde diferentes computadores a lo largo de la ciudad, mandando y mandando aunque el equipo de él trate de pararlas.
—¿Cómo...?—me acerco a él, justo en el rango donde las cámaras no notaran más que mi espalda.
El gran suéter negro cubriendo mi vestido.
—Mmm, tal vez soy un poco más inteligente de lo que creías, o tal vez, los planeas más simples son los que funcionan mejor.—me encojo de hombros.—El resultado hubiera sido el mimo. Tu futuro siendo igual de oscuro.—le sonrío.
Y como acto final, un pequeño error de cálculo, pero aun perfecto ante las cámaras aun funcionando.
Elijah se lanza sobre mi, sus manos impidiendo el paso de aire por mi garganta.
Empiezo a golpear mis brazos, luchando por aire.
Su cara está roja de ira, las venas de sus brazos apareciendo, luchando con todas sus formas de romperme el cuello.
La puerta de la oficina se abre, dejando entrar a una docena de policías armados, varios de ellos se lanza hacia el gobernador, haciéndolo soltar su agarre.
Los policías sujetan al gobernador en el piso, mientras este empieza a gritar amenazas.
Uno de los policía se acerca a mí, toso por la entrada de aire, quejándome por el dolor de mi cuello. El policía toma mi brazo, sacándome de ahí.
Trato de agarrar aire, caminando lo más rápido que puedo, siguiendo el paso al policía que no suelta mi agarre.
Llegamos a la puerta de atrás.
El policía delante de mí se quita su capucha, dejándome ver unos oscuros ojos.
—Lo hiciste bien.—sonrío, aun sin poder hablar por el dolor en la garganta.—Te esperan, ve a que te revisen.—señala mi garganta antes de cerrar la puerta en mi cara.
Corro hacia el bosque, respirando con dificultad, con una gracias atorado y unas ganas de volver dentro, solo para ver la cara del que finge ser policía, pero estoy segura es el chico que ha logrado hackear todos los noticieros de la ciudad.
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Mira a través de mis ojos
Teen Fiction(HISTORIA TERMINADA) El reloj está sonando. Tic tac, tic tac, suena tan fuerte que parece que compite con el sonido de mi corazón. Todo ha quedado paralizado. Aunque el mundo a mi alrededor parece no detenerse ni porque mi corazón está a punto de e...