Camino hacia las altas puertas de casa. Balbuceo una maldición ante mis botas. Parecían una buena opción, pero al parecer no son tan cómodas después de algunas horas bailando.
Porque solo fueron eso, un par de horas y no una eternidad como lo había parecido.
Saco mis llaves, pero me río cuando se me deslizan y caen al piso.
Me agacho, tomándolas, recordándome que las llaves son inútiles ante la huella dactilar que luego pide un código.
Me río.
—Young.—volteo, sonriendo ante la estatura del pelinegro chico.
Ian se acerca a mí, tomando mi cartera que está en el piso.
Sus ojos chocan con los míos y me pregunto si puede escuchar el sonido de mi corazón.
Mis ojos caen a su mandíbula, al pequeño lunar que tiene.
Mi boca se abre, preguntándome como se sentiría plantar un beso sobre ese lunar.
Mis dedos piensan lo mismo, porque mi mano se levanta para tocar ese pequeño lunar con mi pulgar.
Ian no se aparta, sus ojos siguen fijos en mi rostro, su cuerpo instintivamente se acerca más al mio.
Me tambaleo un poco cuando intento acercarme a él. Ian pone su mano en mi cintura, dándome toda la estabilidad que necesito.
Mis dedos viajan de su mandíbula hacia su mejilla, sintiendo cosquillas en mis dedos cuando chocan con sus largas pestañas.
Parpadeo, sin creerme lo guapo que es. Lo guapo que siempre pensé que es. Lo lejos que lo siento de mí aun teniéndolo a solo unos centímetros.
—No es justo que tus pestañas sean más largas que las mías.—digo con una pequeña mueca.
—Puedo dártelas si quieres Young.—su sonrisa burlona me hace apartar la vista de sus pestañas
—¿Qué harás sin ellas?—pregunto, concentrada en su hermosa sonrisa.
—Mi belleza sobrevivirá.—sus palabras me hacen gracia.
Ian levanta su mano libre, poniéndola en mi espalda baja.
Nos quedamos callados, levanto mi vista respirando hondo cuando noto que sus ojos están sobre mis labios.
Mi mano cae, quedando en su brazo.
Mi boca se abre, pero las palabras parecen algo ajeno ante su presencia, ante nuestras respiraciones mezcladas y nuestra cercanía.
—Young.—su voz suena ronca, saliendo como una pregunta o una súplica.
—¿Mmm?—sus ojos viajan a los míos y parpadeo ante su atención.
—Quiero besarte.—el sonido de mi corazón llega hasta mis oídos.—Dime que no lo haga.
Parece más una orden, pero su todo sigue siendo de súplica.
Mi mano sube nuevamente, mis dedos entrelazados con el cabello en la parte de aras su cuello.
Ian deja de respirar cuando mi mano lo acerca a mí.
Suspiro al sentir sus labios sobre los míos, mi mano libre encuentra la otra, acercándolo a mí, acercándolo todo lo que nuestros cuerpos lo permiten.
Ian gruñe levemente cuando nuestras lenguas se encuentran, mis piernas tiemblan un poco, pero el agarre de Ian se vuelve más fuerte.
Nos separamos por aire, nuestros pechos subiendo y bajando al mismo tiempo.
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Mira a través de mis ojos
Jugendliteratur(HISTORIA TERMINADA) El reloj está sonando. Tic tac, tic tac, suena tan fuerte que parece que compite con el sonido de mi corazón. Todo ha quedado paralizado. Aunque el mundo a mi alrededor parece no detenerse ni porque mi corazón está a punto de e...