Solo el fuerte aire acondicionado del pequeño museo ha impedido que el sudor empape mi ropa.
La profesora García me pidió que llegara a las 8:30 para ayudar a movilizar las esculturas. Ya son casi las 10am, pero el tiempo ha pasado tan rápido, ayudando a los nerviosos estudiantes a colocar sus esculturas en el lugar seleccionado, poniendo los pequeños carteles con toda la explicación de su proceso y alistándose con sus pequeños discursos una vez tengan espectadores.
Miro el pequeño gafete de asistente que me dieron y sonrío.
Las puertas están a punto de abrirse al público, así que voy de lado a lado tratando de calmar a los alumnos y de calmar a la profesora García que parece más cerca de desmayarse.
—¡Soph! ¿Puedes ayudarme?— me acerco a un chico de piel oscura. Me sorprendo por su estatura. Los tenis blanco que decidí usar a último momento no tienen nada de plataforma, pero aun así necesitaría la altura de dos de mis grandes tacones para estar a su altura.
Bello, no hay otra manera des describir al chico.
—Dime.—me acerco a él, tratando de no intimidarme por su presencia.
Pero mis ojos brillan cuando ve la escultura que esta a su lado.
El rostro en agonía.
—La profesora García acaba de tirarme la bomba que fui uno de los seleccionados paras el concurso de último año.—dice el chico, tocando su cuello como gesto de estres.
—Felicidades.—son las palabras que salen de mi boca, apenas como un susurro.
Claro que su escultura sería seleccionada, deberían de darle el premio ya.
—Muchas gracias.—me mira tímido.—He preparado un pequeño discurso, ¿te molestaría escucharlo y darme tu opinión?—mi boca se abre con sorpresa.
El chico que hizo tremenda escultura, escultura que te hace sentir tanto ¿necesita que alguien escuche su discurso?
—Sería un honor.
—¡Soph!—paro mis pasos, volteo a por todos lados hasta que veo la pequeña mano de la profesora García.
Veo las botellas de agua en mis manos.
—Disculpa, ¿puedes llevarle esto a los chicos del final de ese pasillo?—la chica de negro con el mismo gafete de asistente asiente, tomando las botellas de mis manos, caminando rápidamente hacia donde le indique.
Suspiro un poco, cerciorándose que mi crop top esté en su puesto antes de caminar hacia la profesora.
—Oh, Soph, sé que ha sido una locura, realmente agradezco tu trabajo hoy.—la profesora se despide de uno de los señores y me sonríe.
Toma mi mano y yo la aprieta con cariño.
—La que tiene que agradecer aquí soy yo, la exposición ha sido increíble.—digo, su sonrisa me llena el alma.
—Aunque ahora viene lo más estresante, las presentaciones y discursos de los chicos seleccionados...—la profesora suspira, limpiándose el poco sudor de su frente.—Ya es tarde, cerraremos el museo por cuarenta y cinco minutos ve a comer algo, te necesito con energía para la última parte, si todo sale bien saldremos antes de las tres de la tarde.
Asiento, viendo mi pequeño reloj café.
—De acuerdo, la vendré a buscar cuando termine.—la profesora mueve su mano de arriba abajo a modo de despedida.
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Mira a través de mis ojos
Genç Kurgu(HISTORIA TERMINADA) El reloj está sonando. Tic tac, tic tac, suena tan fuerte que parece que compite con el sonido de mi corazón. Todo ha quedado paralizado. Aunque el mundo a mi alrededor parece no detenerse ni porque mi corazón está a punto de e...