Mi Destino [Ineffable Husbands]

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TheShadow_159 AngieMichelMorenoMal MorenaAcostaSalas 

El sol estaba cayendo, el manto de la noche estaba ganando terreno, la reina Michel entró junto con Baraquiel a la cabaña de los ancianos y su nieta para comer del estofado que estaban preparando. Aunque el anciano tenía cara de gruñón, no parecía incómodo con la presencia de ambos. La familia dio la bendición a la comida a los dioses de las cosechas antes de empezar a comer.

Quizá no era el mejor estofado que comió en la vida, pero se notaba el esfuerzo y el amor con el que había sido preparado, así que comió.

-¿Y a que se dedicaban en Caelum?- Preguntó Mari.

-Hija, no los molestes, seguro han pasado por mucho.- Regaño suavemente la abuela June.

-No, esta bien. Es normal que tenga curiosidad.- Dijo Michel. No quería mentirle a tan adorable familia, pero incluso si eran buenas personas, decir la verdad sería peligroso, no podía confiarse.-Trabajábamos en la oficina postal.- Respondió ella.

-Como lo siento, espero que su familia esté a salvo cuando lleguen a la capital.- Dijo Mari.

-Yo también...- murmuró la  princesa.

-Pueden quedarse otro día si están muy cansados, la ciudad esta a tres días a pie y si consiguen transporte, quizá unos dos. Es un viaje cansado.- Dijo la anciana.

-Agradecemos su hospitalidad, pero debemos partir. Además no queremos ser una molestia.- Sonrió Michel.

-Tenemos algo en la alacena para que puedan llevarse mañana.- Ofreció June.

-Gracias señora, pero tenemos algo de dinero para pagar algo de pan y queso para el viaje.- Declinó Michel amablemente, no quería que esa familia les diera todo lo que tenían.

-De corazón, espero encuentren a sus familias. También esperemos los príncipes estén bien. Son muy jóvenes.- Dijo June con una preocupación sincera.- He escuchado rumores del príncipe consorte, es una buena persona, se ha ganado el cariño de muchos.-

"Si que lo es..."

Comieron con tranquilidad y luego de una taza de hierbas calientes, fueron hacia el granero a dormir. Justo después de eso, el granjero entró, con dos mantas de piel gruesa.

-Hará frío.- Dijo con voz dura.

Fue Baraquiel quien recibió las mantas.

-Se lo agradezco, señor.-

El hombre solo asintió antes de irse, no sin antes dejarles una lámpara de aceite.

Los jóvenes se acomodaron, Michel en especial sintió una confortable calidez en su pecho, tomó el saco de monedas y las contó, no había mucho, pero era suficiente para comprar algo de comida para mañana y dejarles una generosa paga a esa gente por sacarse el pan de la boca para dárselos a ellos.