Soy una persona racional, o al menos lo era antes de que todo esto sucediera. Pero aceptar que estoy atrapada en el drama de un libro, uno que mi odiosa madre me obligó a leer para ganar puntos con la hija del director, es demasiado para mi gusto. Esa mujer era tan ambiciosa... Como si necesitara más dinero. Con la herencia que dejó mi difunto padre, estábamos podridos en él.
—¡Bienvenida a casa! —exclamó Charlie mientras subía las escaleras con una sonrisa sincera.
—Tu habitación está igual, no he tocado nada —añadió con una calma que me desarmó.
A pesar de mi aversión por este tipo de novelas, debo admitir que Charlie me hace sentir cómoda. Es como si volviera a ver a mi padre, y algo dentro de mí se suaviza un poco.
—Gracias, Cha... papá —rectifiqué, esforzándome por darme cuenta de que, aunque no soy la Bella original, él merece ser llamado así. Es un buen padre, mucho mejor de lo que la Bella original le dio crédito.
La sonrisa que se formó en su rostro me llenó de una calidez inesperada. Quizás, después de todo, Dios sabía lo que necesitaba: un padre que me quisiera y me valorara, y él, un vínculo afectivo que lo reconfortara.
—Dicen que Dios te da lo que necesitas, no lo que quieres —murmuré, sintiendo un nudo en la garganta que no había esperado.
Subí a mi habitación, y al abrir la puerta, me detuve un segundo. Era tal y como lo imaginé, idéntico a la película.
Charlie se desvaneció tan rápido como apareció, dejándome en mi espacio. Lo agradecí; necesitaba tiempo para procesar todo esto.
"Soy otra vez una adolescente con problemas de autoestima", suspiré, dejándome caer en la cama.
Me hundí en su suavidad. "Bueno, esto no es una pesadilla ni una broma. Ahora soy Isabella Marie Swan, mejor conocida como 'Bella'. Aunque, si soy honesta, el nombre Isabella tiene su encanto". Suspiré, resignada. "Supongo que debería adaptarme a este nuevo mundo lleno de vampiros y lobos, pero... ¿por qué no hacer las cosas a mi manera? Al fin y al cabo, lo que siempre quise fue ser libre y hacer lo que me diera la gana, ¿no?"
Bueno, ya que estamos en esto, seré Bella.
Entrega especial
Me acerco a la ventana para ver de quién se trata.
"Oh, el lobecito.. digo Jake y su padre, Billy Black"
Me abroché el abrigo y bajé, enfrentándome al frío de Forks. Nunca había sido fan del clima helado aunque realmente no lo era, pero ahora, con esta segunda oportunidad, me pareció agradable. Irónico, en mi vida anterior, siempre quise ir a Alaska, pero nunca me lo permitieron. Demasiado rebelde para mantener la reputación, según decían.
"Aquí vamos", mencione mientras abría la puerta.
Al abrir la puerta, allí estaban: Billy, con su sonrisa cálida, y Jake
—Bella, ¿recuerdas a Billy Black?—dijo Charlie señalando a Billy.
—¡Por supuesto que me acuerdo! —respondí, extendiendo las manos hacia Billy—. Estás tan radiante como siempre.
—Sigo bailando —bromeó Billy, con un brillo en los ojos—. Charlie no ha cerrado la boca desde que supo que volvías.
—Ja, sigue parloteando y te meto en el lodo —refunfuñó Charlie, rodando los ojos.
La vista me hizo esbozar una leve sonrisa ante la escena. Apenas la había visto en mi vida anterior en la película, pero verla físicamente sintió confortable una escena tan cálida algo que nunca vería en mi familia.
La vista de estos dos viejos amigos me arrancó una sonrisa auténtica. Una escena tan cálida, tan lejana de la frialdad de mi familia anterior.
—Son como niños —soltó Jake, riéndose.
—Y están en su apogeo —le respondí, sonriendo.
—Soy Jacob, antes cu... —empezó a decir Jake, con una media sonrisa.
—Sí, te recuerdo —lo interrumpí sin pensarlo.
Jake parpadeó, sorprendido por mi interrupción. —Oh, lo siento, no quería cortarte —dije, fingiendo arrepentimiento, aunque en realidad solo quería evitar el mismo monólogo de la película.
—No hay problema —dijo Jake, encogiéndose de hombros.
Charlie aprovechó para llevarme hacia la camioneta. —¿Qué te parece tu regalo de bienvenida? —preguntó, sus ojos llenos de esperanza.
Para ser honesta, la camioneta era una reliquia oxidada. Pero a mis ojos, era perfecta. Había aprendido a apreciar las pequeñas cosas de la vida después de tanto superficialismo.
—Es magnífica —dije, sonriendo ampliamente. Esta vez, no era la sonrisa fingida que solía mostrar a los periodistas o en las fotos familiares. Esta era genuina.
Charlie sonrió con alivio. —Me alegra que te guste. Se la acabo de comprar a Billy.
—Así es —confirmó Billy, orgulloso.
—Reacondicioné el motor especialmente para ti —añadió Jake, con un toque de timidez en su voz.
—Muchas gracias, chicos, es increíble, de verdad me encanta —dije con emoción.
Abrí la puerta de la camioneta, y sin querer, golpeé a Jake. Una risa escapó de mis labios. Estaba claro que, en esta nueva vida, el destino tenía sus propios planes y creo que estaba destinado a recibir ese golpe.
—Lo siento, Jake —dije entre risas, mientras subía a la camioneta.
—Está bien —respondió Jake, frotándose el brazo con una sonrisa.
Puse en marcha la camioneta antes de que Jake pudiera decir algo más. Este tipo de vehículos no eran un misterio para mí. Antes de que mi padre falleciera, él adoraba coleccionar autos y repararlos. Yo era su pequeña ayudante, su orgullo y alegría.
Jake me miró impresionado. —Vaya, sabes lo que haces —dijo con una sonrisita.
—Sí, bueno, supongo que no todos los días ves a una chica con estas habilidades, ¿no? —respondí, sintiendo una pequeña satisfacción.
—No, supongo que no —dijo Jake, sacudiendo la cabeza.
—Bueno, debo ir a la escuela. Nos veremos más tarde —le dije, ya que tú te diriges a la reserva, ¿verdad?
—Sí, claro —respondió Jake, sorprendido de que supiera su rutina.
Antes de irme, me fui a cambiar de look. Por nada en el mundo iría con esta ropa.
"Bueno, estoy preparada. Mi atuendo en tonos negros y grises. Regresar al instituto será algo extraño. Aquí puedo socializar con los demás, algo a lo que no estoy acostumbrada. La mayor parte del tiempo tuve tutores, y después de la muerte de "Mi padre, me enviaron a un internado católico bastante estricto. No tengo idea de cómo es el mundo de los adolescentes 'normales."
Estaba a punto de preguntar dónde quedaba el instituto, pero recordé que Forks es simple y pequeño; Será fácil de encontrar, al menos eso oi.
Arranqué hacia el insti. Al llegar, solté un suspiro teatral. "Aquí estoy, como los vampiros, reincorporándome a la rutina escolar una y otra vez. Esto definitivamente no es tan glamoroso como suena.
—Bonito vehículo —soltó Tyler, uno de esos chicos que no parecen saber cuándo callar.
Le sonreí de la manera más amplia que pude y respondí: —Gracias, me lo regaló mi papá —le guiñé el ojo para añadir un toque juguetón.
"Bueno, instituto, aquí voy.
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Maldita reencarnación
Random¡Quién iba a imaginar que expresar un anhelo alteraría mi destino hacia el más allá! Absolutamente nadie. Incluso mi propia conciencia parece asombrada al pensarlo. Es insólito que los deseos se materialicen, y más aún cuando estás literalmente en l...