Capitulo 25: Un recuerdo doloroso.

847 116 3
                                    


—Bella, ha venido una amiga a visitarte. 

—Sí, papá, déjala pasar.

No recordaba que Angela vendría hoy; tenía mi cabeza llena de pensamientos sobre lo de ayer. Liam aún no me escribía, así que continué mi día haciendo esto y aquello.

Angela y yo nos habíamos vuelto grandes amigas. Ella era la única persona que no me caía mal; era honesta y sencilla, con sus intenciones siempre claras, al contrario de Jessica.

—Bella, ¡hola!

—Hola, Angie.

Pasamos un rato hablando, y de repente, Angela hizo una pregunta.

—¿Alguna vez te has decepcionado de alguien o creíste que alguien podría cambiar si decías algo?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Alguna vez te has decepcionado de alguien o creíste que alguien podría cambiar si decías algo?

Lo pensé por un momento antes de responder.

—Sí, así fue... yo pensé que... —comencé, pero los recuerdos me invadieron.

Flashback:

—Por toda mi vida he tenido que ser su hija perfecta, nunca he tomado una decisión por mi cuenta —grité, tomando una botella de la mesa y dando un trago largo.

—¿Qué está pasando aquí? ¿Qué demonios haces? ¿Por qué aún no estás cambiada? Los invitados ya están llegando.

—Claro, como eso es lo único que te importa,no- dije susurrando.

—¿Qué dijiste? ¿Me estás contestando?

—No, por supuesto que no. Ya me voy a cambiar, no tienes que repetirlo, madre.

En mi habitación, me senté en la cama, mirando el vestido que debía ponerme.

—Estoy harta de ser siempre perfecta. Nunca seré lo bastante buena para ella ni para nadie más.

Respiré hondo, tratando de calmar mi furia. Decidí que, ya que ella siempre ponía sus intereses primero, yo también pondría los míos. Ella quería que diera la bienvenida a los invitados, así que les daría la mejor bienvenida posible.

Bajé las escaleras, con una sonrisa falsa pegada a mi rostro.

—Ya era hora de que salieras. Es tu turno de hablar. Toma, estas son tus notas. No te equivoques o tendremos problemas.

—Lo haré perfecto, no te preocupes. Mamá estara encantada.

Me acerqué al micrófono, comenzando a hablar tal como se esperaba. Pero al llegar a la última parte de la oración, hice una pausa y miré hacia donde estaba mi madre.

—Como todos ustedes saben, este proyecto es muy importante para mi madre. Y quiero aprovechar esta oportunidad para agradecerle por enseñarme... —Hice una pausa, mirando a mi madre directamente a los ojos—. A enseñarme cómo nunca ser yo misma bla bla bla.

La expresión de mi madre se tornó negra, su rostro reflejaba una mezcla de ira y sorpresa. Caminó rápidamente hacia el escenario, arrebatándome el micrófono de las manos.

—Jaja, no la tomen en serio. Mi hija solo está algo cansada, solo necesita descansar —dijo, mirando a los guardias para que me llevaran.

Solté mis brazos de ellos, diciéndoles que podía caminar sola, y bajé del escenario. En lugar de ir a mi habitación, me dirigí al balcón.

En el balcón, tomé aún más alcohol, sin importar que me estuvieran mirando.

—¿Tú qué me miras? —dije a uno de los guardias que se acercaban a mí—. Déjame en paz, no iré a ninguna parte. Suéltame.

—Oh, estás aquí, madre. Pensé que no querías ver mi rostro después de lo sucedido.

—Cállate la boca y ve a tu habitación.

—¿Callarme? Pues no, madre —grité—. Durante toda mi vida, me has exigido ser perfecta. Ya estoy harta de ser tu hija perfecta. Nada de lo que hago es suficiente para ti a menos que tú me digas qué hacer. ¿Alguna vez te has preguntado lo que yo quiero? No, ¿verdad? Solo piensas en ti y en nadie más. Lo único que haces es decirme qué hacer o cómo debo hacerlo. Tratas de volverme como tú, pero no lo ves. No quiero ser igual que tú.

Mi voz se quebró en lágrimas, sintiendo cómo todo el peso de mis palabras caía sobre mí.

—Nunca voy a ser lo suficientemente buena para ti. No importa cuánto me esfuerce, nunca seré como tú deseas.

—Ya es suficiente. ¿Cómo te atreves a decirme eso? Todo lo que he hecho, lo he hecho por tu bien. Todo lo que me he sacrificado para que tengas todo.

—No, madre. Todo lo que has hecho, lo has hecho por ti. Solo piensas en ti. La codicia en ti es más fuerte que tu amor por tus hijos ...

—Ya me cansé de ti. Guardias, llévenla a su habitación y denle un sedante. Mi hija está estresada últimamente.

—No, no iré a ninguna parte. No haré lo que tú digas nunca más —dije, dando un paso atrás y tomando un bocadillo mientras le tiraba lo demás a los guardias para que se alejaran—. Lo único que deseaba escuchar de ti era...

Al comer y hablar al mismo tiempo, me atraganté y retrocedí, cayendo desde el octavo piso.

Fin del flashback

—Bella, ¿estás bien? —dijo Angela, su voz llena de preocupación.

—Oh, sí, ¿qué pasó?

—De repente dejaste de hablar y te quedaste pasmada.

—Oh, disculpa, es que me llegó un recuerdo...uno no muy bueno. Pero continuemos con lo que estábamos.


Maldita reencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora