Capitulo 12: Nada que ver.

2.3K 250 14
                                    

Estoy segura de que quien escribió esto dio por sentado que las personas tienen sentido común y observación. No entiendo cómo es posible que piensen que Carlisle tiene más de 30 años.

Esto es aún más absurdo para cinco adolescentes que, en teoría, ni siquiera parecen tener esa edad. Incluso yo me veo más madura de lo que mencionan. Bueno, sé que soy solo un personaje en una historia ficticia, pero ahora que es mi realidad, resulta incómodo y extraño. Sé que son vampiros y todo, pero aún así, es ridículo. En fin, cada quien con sus cosas.

La conversación entre ellos terminó en el momento en que Carlisle me vio, y simplemente me di la vuelta para irme. Sentí la mirada fulminante de Rosalie y realmente ya estaba cansada de este día. Ya había cumplido uno de mis objetivos; solo quería irme a casa. Pero en ese instante, Edward se acercó a mí con una expresión de desgana que no dejaba mucho a la imaginación. No lo estoy obligando a venir, por Dios.

Tal vez él pensó que yo buscaba respuestas sobre lo que había pasado, pero la verdad es que ni siquiera me apetecía hablar con él. Estaba muriéndome de hambre, una de las razones por las que quería irme a casa y comer todo lo que había en la cocina.

—¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así? —dijo Edward, su tono cargado de hostilidad y precaución, sus ojos fijos en los míos.

Tenía ganas de soltarle una sarta de maldiciones y decirle que estaba admirando la belleza del Dr. Cullen, pero mejor lo dejé pasar. Rodé los ojos, le miré fijamente y me incliné hacia él, susurrándole al oído:

—Simplemente me crucé contigo y tu familia mientras buscaba el baño. ¿Acaso no puedo estar aquí? ¿Tienes algún problema? El mundo no gira en torno a ti, Ed. Espero que goces de la decepción.

Con eso dicho, me di la vuelta y me marché, dejando a un confundido Edward atrás.

Estaba en casa, sentada en el sofá, comiendo, cuando entró Charlie visiblemente cansado. Le ayudé con las cosas y le busqué algo de comida; se notaba que había trabajado mucho y ni siquiera había comido bien ni descansado. Charlie agradeció y se sentó a mi lado. Empezamos a hablar de diversos temas por un rato, pero terminamos la conversación pronto porque era tarde y él tenía que ir a trabajar temprano. Me despedí y me fui a mi habitación. No tenía sueño ni nada, así que aproveché para darme un buen baño.

Mientras me bañaba, recordé algo que había pasado por alto: el acosador de Edward estaría rondando por aquí más tarde. Mmm, ¿qué debería hacer?

Cerré la ventana con mi poder y coloqué cortinas negras, asegurándome de que nadie pudiera ver hacia adentro. Tomé algunas precauciones adicionales para estar segura.

Al día siguiente, todo estaba tranquilo. Durante la noche, mientras fingía estar dormida, sentí a Edward intentando abrir la ventana. ¡Qué divertido! Decidí jugarle una mala pasada y canalizar un poco de mi poder eléctrico, similar al de Kate pero a largo alcance y físico ya que el de ella es mental. Edward cayó al suelo como una manzana podrida. Contuve las ganas de reírme a carcajadas mientras escuchaba sus quejidos de dolor mientras se marchaba, pero no pude evitar una leve sonrisa en mi rostro. ¡Qué satisfactorio fue eso! Definitivamente, lo volvería a hacer.

Después de despedirme de Charlie, me dirigí a la escuela, donde tendríamos una excursión ese día. Mientras esperaba en el capó del auto para dar mi permiso una vez que todos subieran, me topé con las miradas de los Cullen a lo lejos, hasta que Mike se puso frente a mí, bloqueando la vista. Su presencia era agotadora.

—¡Eres tú! ¡Estás viva! —exclamó Mike, imitando a Víctor Frankenstein con una expresión de sorpresa exagerada.

Suspiré profundamente, mirándolo con una mezcla de cansancio y exasperación, como si quisiera arrancarle la lengua. A lo lejos, vi a Edward escuchando nuestra conversación y haciéndome señas extrañas. Leí su mente y realmente es muy egocéntrico.

Maldita reencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora