Capitulo 28: Malditos cazadores, y maldito todo lo demás parte 2, Dean.

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El silencio del bosque era tranquilizador, casi demasiado perfecto, mientras observaba a Mike interactuar con Ian y la chica que había estado con él. Me mantuve a una distancia prudente, lo suficientemente cerca como para escuchar lo que decían, pero lo suficientemente lejos como para que nadie notara mi presencia. No era la primera vez que me quedaba en las sombras; era algo natural para mí, casi instintivo. Pero esta vez, algo captó mi atención de manera inesperada.

Ella.

No sabía quién era al principio, solo una chica más en la vida de Ian. Pero mientras observaba la escena, noté algo en ella que me hizo quedarme. Había algo en su rostro, en la forma en que se mantenía firme incluso cuando Mike estaba cerca, algo diferente, algo... intrigante. Un pasatiempo divertido, pensé. Alguien que podría ser interesante de observar por un tiempo.

Cuando Mike se acercó a ella, pude notar una ligera tensión en el aire. Él era bueno en ocultar su verdadera naturaleza, pero yo la podía percibir. Y por la forma en que la chica—Isabella, como la llamaron—reaccionaba, supe que ella también lo sentía, aunque intentaba mantener la calma. No pude evitar sonreír al verla intentar aparentar que nada la afectaba, o tal vez nada lo hacia.

Valiente. Pensé mientras continuaba observando desde las sombras.

No pude oír cada palabra que intercambiaron, pero la dinámica entre ellos era evidente. Mike estaba en control, como siempre, e Ian solo seguía el juego, pero Isabella... Ella no era tan fácil de leer como los demás. Lo que sí noté fue el leve cambio en la expresión de Mike cuando la miró directamente a los ojos. Interesante.

Después de unos momentos, Isabella finalmente se dio la vuelta y se fue, dejando a Ian y mike en el bosque. Por alguna razón, me sentí impulsado a seguirla, al menos por un rato. Era raro en mí actuar de manera impulsiva, pero había algo en ella que me llamaba, algo que no podía identificar. Así que, cuando se alejó, la seguí, manteniéndome a una distancia donde pudiera observarla sin ser detectado.

Mientras la seguía, noté algo más extraño. Había un olor en el aire, algo sutil pero definitivamente ahí. No es un olor común, me dije a mí mismo. Algo... diferente. No era el típico aroma humano, pero tampoco algo completamente sobrenatural. Me acerqué un poco más, curioso por saber qué era exactamente lo que hacía que esta chica fuera tan peculiar.

Finalmente, la vi detenerse en las afueras del bosque y, para mi sorpresa, lanzó un grito suave al aire, claramente frustrada. "Maldita sea, otra vez me voy con las manos vacías.". No pude evitar reírme para mis adentros.

¿Interrumpida en el mejor momento? Pensé. Quizás debería averiguar qué es lo que tanto la enfurece. Decidí no quedarme en las sombras esta vez y me acerqué un poco más, dejando que mis pasos fueran lo suficientemente audibles para que ella los escuchara.

 Decidí no quedarme en las sombras esta vez y me acerqué un poco más, dejando que mis pasos fueran lo suficientemente audibles para que ella los escuchara

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—¿Por qué tan enojada? —dije con un tono casual, casi como si estuviera hablando con una vieja amiga.

Ella puso los ojos en blanco y se giró hacia mí, no demasiado rápido, pero lo suficiente para mostrar que no estaba particularmente asustada. Más bien parecía molesta, lo cual solo me hizo sonreír más. Interesante, muy interesante.

Podía ver la confusión en su rostro. Estaba claro que no sabía quién era yo, lo cual no era sorprendente. ¿Y por qué debería saberlo? Pensé. Pero lo que realmente captó mi atención fue el leve destello en sus ojos, una chispa de sorpresa.

¿Quien demonios es este tipo? Pude casi escucharla pensar, lo cual era irónico dado que no podía escuchar sus pensamientos. Me acerqué un poco más, dejando escapar una risa suave.

—Disculpa, no quería asustarte —dije, sabiendo que mis palabras probablemente no ayudarían mucho.

Asustarla, por favor. No es miedo lo que veo en sus ojos, es frustración.

Justo cuando ella iba a decir algo más, una voz familiar interrumpió nuestra pequeña conversación.

—¿Qué haces aquí, Dean? —Era Demian, saliendo de la nada como siempre. Su tono era neutral, sin una pizca de emoción, como si nuestra conversación no le importara en lo más mínimo.

—¿No puedo estar aquí? —respondí con una sonrisa que sabía que lo irritaría. Siempre lo hacía.

—Sabes que no me refiero a eso —dijo Demian, sin molestarse en cambiar su expresión. Siempre tan aburrido.

—Bueno, solo decidí seguir a un corderito. ¿Quién diría que el corderito me llevaría hasta aquí?  —respondí, lanzando una mirada significativa a Isabella. Pude ver cómo fruncía el ceño ante mi comentario, lo cual me complació aún más. Molestarla podría convertirse en mi nuevo pasatiempo.

Demian dio un paso adelante, colocándose entre nosotros de una manera protectora. Siempre tan predecible, pero esto no es nada común.

—Dean, será mejor que te vayas. No hay nada para ti aquí —dijo, manteniendo su postura.

Nada para mí aquí, eh? Quizás tenga razón... por ahora.

Solté una risa baja y empecé a retroceder, tomando una decisión rápida. No era el momento de presionar demasiado.

—Tal vez tengas razón. Pero el corderito... tiene algo interesante. Nos veremos pronto, Isabella —dije, me encogí de hombros, decidiendo que sería mejor retirarme... por ahora. "Nos veremos, corderito", susurré para mi mismo. Luego, desaparecí entre las sombras, dejando que Demian se encargara del resto.

Pero una cosa era segura: mi pequeño hermano desinteresado había encontrado a alguien que le importaba. Y eso... eso no me lo esperaba.

Maldita reencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora