13. Mil disculpas no son suficientes

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—¿Estás bien? —preguntó suavemente Gilbert, me tenía sujeto por el codo con su mano libre y me miraba confundido.

—Si, he tenido un recuerdo. Fuiste un novio muy especial y detallista, Gilbert —hablé sin mostrar emoción alguna.

—¿Y hay algo malo en eso? —se acercó un poco mas.

—No, es solo que no logro comprender como funcionó nuestro noviazgo y el porqué de las cosas... No entiendo por qué pasaron del modo que lo hicieron.

—¿Quieres que te lo explique bien? —dijo tan dulcemente que sólo pude asentir.

Bajó la mano y la llevó hasta la mía. Me llevó a un lugar en medio de la hierba alta y vi que se había dedicado a quitar la hierba de un espacio como de dos metros cuadrados, encima había una manta.

Me indicó sentarme y le hice caso, se puso frente a mi, ambos teníamos las piernas cruzadas hacia los lados y nuestras rodillas se tocaban, puso la vela por un lado de nosotros.

—Verás, la noche de hoy tenía planeado decirte cuanto te amo y te he amado todo este tiempo, pero si lo que mas necesitas son explicaciones en lugar de eso te las daré, lo que necesites lo pondré a tu disposición —me tomó esta vez las dos manos.

—Empecemos con como comenzamos una relación... —pedí.

—Regresé a Avonlea y te encontré ahí, creo que te enamoraste de mi a primera vista y a decir verdad también sentía un tipo de atracción hacia ti, la cual no comprendí hasta después. Cuando comenzaste a coquetear conmigo, siempre me buscabas y he de admitir que era frustrante para mi al principio pero con el tiempo me di cuenta que estaba loco por ti también, me atraías de manera física, emocional, personal y estoy seguro que también espiritual.

—Te diste cuenta cuando me robaste un beso ¿no?

—Si —sonrió—, estaba tan seguro de que sería desagradable pero fue lo mejor que había experimentado en la vida.

—¿Y en verdad nos amábamos? —pregunté lo que ya sabía de mi, pero quería escucharlo de él.

—Por supuesto, éramos tan apasionados, besos a escondidas cada que podíamos, escapadas en la noche, me quedaba en tu habitación a escondidas, cartas, hacías papel solo para mandarme cartas... Era todo hermoso.

—¿Entonces por qué te fuiste? —le miré a los ojos, los cuales perdieron el brillo de inmediato.

—Dante yo... Lo siento mucho de verdad...

—No te disculpes. Sólo quiero saber como pasó.

—De acuerdo... Comencé a ir a Charlottetown para practicar la medicina, todo estaba bien al principio, estabas tan orgulloso de mi. Pero todo se volvió frustrante, ay Dante no sabes como era. Todos los hombres me bombardeaban preguntando si ya estaba comprometido, para saber si tenía alguna posibilidad con sus hijas, a todos les decía que no aunque en el fondo quería decirles que mi corazón le pertenecía a alguien...

—¿Y por qué no les dijiste?

—Sabes como es Avonlea de pequeño, todos conocen a las mujeres solteras que hay ahí y hubieran querido saber quien era la afortunada, no podía solo inventarme una amante de la nada. En fin, al principio me sentía bien de saber que te tenía en casa esperándome, pero ellos continuaban queriendo saber que planes tenía para mi vida y me hablaban de futuros prometedores con mi propia familia y una esposa, de grandes influencias y todo eso. Me apena mucho decirlo pero me ganó el imaginar aquello. Quería una familia, antes de ti me imaginaba los hijos que tendría y al aceptarte en mi vida supe que eso ya no sería así, pero todas esas charlas me pusieron en duda.

Affection and Desire | Gilbert Blythe | lgbtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora