18. Te amo tanto que hasta duele

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—Buenas tardes, Gilbert —saludó seriamente Winnifred.

Gilbert ingresó a la casa y caminé lentamente tras él, esperé hasta que se buscara un lugar en la cocina para posicionarme a su lado.

—No creo que vengas hasta aquí solo para saludarme —dijo Gilbert cruzándose de brazos.

—Ella me estaba explicando que viene a buscar algo —dijo Bash.

—A buscar algo que es mío y a entregarte esto —dijo la rubia poniendo un anillo frente a ella—, nuestro compromiso acabó tan pronto que no pude devolverlo y además tú te quedaste con el reloj de bolsillo que es reliquia familiar.

—No recordaba eso, está en mi habitación, iré por él —dijo Gilbert comenzando a caminar.

—¿Puedo acompañarte? Hay algo que me gustaría comentarte en privado —dijo ella poniéndose de pie.

—Bien, vamos —le cedió el paso y ella caminó directamente hasta la habitación de Gilbert.

No pude evitar notar lo bien que ella se desplazaba por la casa y que no titubeó al ir a la habitación de él, me pregunté cuantas veces tuvo la oportunidad de estar ahí.

—Dante, solo van a hablar, tranquilo —dijo Bash sacándome de mis pensamientos.

—Si, lo sé, es sólo que esto es extraño para mi —tomé asiento junto a él.

—Lo sé, para mi también, cuando la vi parada en la puerta no sabía que hacer.

—¿De qué crees que hablen? —pregunté sin quitar mi mirada al pasillo esperando verlos regresar.

—No lo sé, también quisiera saberlo —me palmeó el hombro.

—¡Entiende lo que sentí! —se escuchó la voz de Winnifred y ambos nos sobresaltamos.

—¿Y tú te vas a poner un momento en mi lugar? —Gilbert también elevó la voz.

Me di cuenta que estaba inclinado para rescatar un poco mas de su conversación pero no logré escuchar mas. Unos minutos después Winnifred entró en la cocina mientras se secaba los ojos con un pañuelo, Gilbert salió tras ella con gesto de preocupación. No supe si fue mi imaginación al notar la mirada de ella posarse en mi con cierta molestia.

—Te acompaño hasta la estación, si gustas —ofreció Gilbert.

—No es necesario, me estarán esperando en el centro del pueblo y prefiero caminar sola —respondió ella.

—Está bien, ve con cuidado.

—Con permiso —se dirigió ella hacia mi y Bash y ambos inclinamos la cabeza.

Gilbert le abrió la puerta y ella salió con rapidez sin perder su elegancia, una vez que se marchó, él cerró la puerta y se dirigió a nosotros.

—Ella nos vió besarnos —anunció con preocupación.

Me levanté casi de un salto.

—¿Nos vió hace un rato? —pregunté acercándome a él.

Gilbert hundió su cara entre las manos.

—Ella estaba junto a la ventana cuando llegaron —dijo Bash—, de pronto solo se acercó a la mesa y se sentó seriamente y fue cuando los escuché acercarse, pero no creí que hubiera visto nada comprometedor, pensé que aun estaban molestos.

—¿Nos va a delatar? —pregunté con temor.

—La convencí de que no lo hiciera, prometió no hacerlo pero estaba muy molesta —dijo Gilbert sin separar las manos de la cara y yo le pasé el brazo sobre sus hombros, él levantó la mirada a Bash—, yo venía a disculparme contigo por haber sido un idiota y ahora estamos metidos en un lío.

Affection and Desire | Gilbert Blythe | lgbtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora