02. Mi ángel

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La semana que me dieron para quedarme en casa terminó y por la mañana de mi primer día de clases me encontraba desayunando junto con Anne y Matthew mientras Marilla nos preparaba los almuerzos en una canasta.

—Aquí está, no la olviden —dijo Marilla señalando la canasta.

La curiosidad me ganó y me asomé dentro para ver el contenido. Había dos manzanas, dos emparedados de huevo y dos botellas de leche, una de ellas se veía rosa, la tomé entre mis manos.

—Es rosa —dije confundido.

—Si, no te gusta la leche sola —dijo Marilla y asentí—, un día te la preparé con fresas y azúcar y te encantó, todos los días la llevabas.

—No soy un bebé —dije—, no necesito que hagan estas cosas por mí.

—Te encantaba que hiceramos cosas lindas por ti —dijo Anne.

—¿Qué clase de Dante conocían? —pregunté sarcásticamente.

—Uno de verdad muy bueno —dijo Matthew mirándome por fin.

•••

Íbamos entre el bosque camino a la escuela, yo no había dicho nada desde que salimos y la pelirroja tampoco, pero sus miradas furtivas decían mucho y eso me incomodaba.

—¿Tú no hablas mucho? —le pregunté y ella no pudo evitar sonreír.

—Jamás en mi vida creí escuchar eso —seguido de eso lanzó una gran carcajada y se detuvo para tirarse al suelo y ahí continuó riendo, pero después el sonido de su risa me pareció extraño y noté que estaba llorando.

—¿Anne?

—Lo siento, lo siento, vámonos —se incorporó, se limpió las lágrimas y continuó caminando.

—Eres muy rara —dije y miré hacia otro lado.

—Lo sé —dijo orgullosa—, una persona una vez me dijo que eso me hace especial y a partir de ese día lo acepto con orgullo.

—Yo no lo dije como cumplido.

—Hoy no, pero aquel día si, fuiste tú quien me lo dijo —me miró a los ojos.

—Sería en tus sueños —respondí secamente.

—Ya pude hacer que me quisieras una vez, lo lograré una segunda —dijo convencida—, por eso estoy mas callada que de costumbre (lo cual me cuesta tanto), porque sé lo mucho que te irritabas de eso al principio, después empezaste a aceptarme como soy.

—Yo no quiero a nadie, menos en solo una semana —dije y ella resopló—. Sé que hay algo que no me están diciendo y sé que si tanto me aprecias me lo dirás —la reté.

—No hay nada mas —dijo nerviosa.

—¿Por qué no vi ninguna parte del granero rota si según me caí de ahí?

—Lo arreglaron mientras estabas en Charlottetown.

—¿Ah si? ¿Quién?

—Bash y Gilbert.

—¿Mi doctor estaba en dos lugares a la vez?

Anne abrió los ojos de golpe y yo sonreí a modo de victoria.

—Anne... dímelo, sé que no me fui una semana, en una semana no pude quererte ni a ellos, ni ustedes se hubieran encariñado de mi, es decir, ha pasado una semana y aún seguimos en el mismo punto.

—Porque aquella vez no estabas tan cerrado al cariño.

—Lo dudo, me conozco. Sino me dices la verdad me iré de la casa... No quiero vivir con personas que me mienten —amenacé, ahora estaba enojado.

Affection and Desire | Gilbert Blythe | lgbtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora