Brillante

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Al fin los tres chicos eran libres de ir con su maestro nuevamente, lo cual para todos era una bendición, sobre todo para Genya. ¿Por qué habían venido esos tres? Hasta su maestro se veía aliviado de que ya se fueran.

Himejima Gyomei era una persona muy calmada, y estaba acostumbrado a tratar con chicos bastante temperamentales, Genya era el vivo ejemplo de ello. Debido a incidentes pasados cuando era más joven, no podía evitar sentirse algo receloso ante niños desobedientes.  Pero había sido Rengoku quien se le acercó esa tarde, pidiéndole : ¿por favor podrías cuidar a mis tsugukos por esta semana?

Y el, como un tonto ni siquiera le había dado vueltas al asunto de porqué el pilar de las llamas querría que él precisamente los entrenara y había accedido enseguida, ahora sospechaba que Kyojuro sencillamente se los debía haber querido sacar de encima por un rato.

No había tenido paz esa semana. Debió hacerle caso a su instinto. No es que fueran malos chicos, pero Buda debia haberle dado mucha paciencia a Kyojuro para soportarlos a diario. Uno de ellos chillaba por todo, aun en el entrenamiento mas simple de meditar bajo la cascada sus gritos podían oírse a kilómetros. Otro no dejaba de retarlo a una pelea y no había manera de que se quedara quieto, a no ser que estuviera realmente agotado, pero al menos su entusiasmo durante los entrenamientos lo compensaba. El último era el mas calmado y aun así siempre se estaba peleando con Genya, que parecía odiarlo. Aunque al final todos se habían terminado llevando bien, o eso él quería creer. La verdad es que no había manera de que él creyera eso.

Kyojuro realmente había tenido que ir a la mansión de Kocho a por un chequeo, algo raro había encontrado la doctora en sus muestras de sangre, una infección o algo así, le había dicho. Eso y su revisión mensual. Luego había sido invitado a la mansión Ubuyashiki donde se quedó también un par de días. Las noticias no habían sido muy buenas para él.

De todos modos se alegró mucho al ver nuevamente a sus discípulos, dejarlos con Himejima fue una buena decisión, el pilar de las rocas era muy amable y serio, y confiaba que sus tsugukos y el discípulo de Gyomei se llevaran bien.

¡Y así era! Cuando llegó los pudo ver entrenando juntos ( en realidad se estaban peleando a puñetazos Genya e Inusuke, pero pronto pasaron a usar sus respectivas armas) al verlos esforzarse tanto los dejó seguir en lo suyo.

– ¡Himejima san! – Kyojuro saludó a su compañero con alegría.

– Rengoku san – le respondió Gyomei. –  Acabo de hacer té, ¿quieres acompañarme?

– ¡Siempre!

Los dos se sentaron tranquilamente a charlar dentro de templo donde el pilar de las rocas tenia su morada. Hablaron un buen rato, hasta que tocaron el tema de aquellos tres chicos.

– Kyojuro sobre tus discípulos…

– ¡Sí! ¡Me alegra ver que se lleven bien con el joven Shinazugawa!

– Sobre eso…

– ¡Sabía que dejarlos contigo Himejima san era lo correcto! ¡Ya puedo ver lo mucho que han mejorado siguiendo tu entrenamiento!

– Sí se han esforzado mucho si– al menos eso tenía que reconocerlo, su forma física era muy buena.

– ¡Himejima san es la persona mas confiable que conozco, te lo agradezco mucho!

Gyomei queria decirle al pilar de las llamas que no, que no se estaban llevando bien con Genya, y que a veces eran insoportables, pero al final no dijo nada, Kyojuro parecía estar muy feliz, su tono sincero era algo que a Gyomei lo llenaba de calidez, sus halagos hacia él siempre venían del afecto y la admiración y nunca eran palabras vacías.  Incluso le había traído una caja llena con diferentes tipos de té para que él probara y dulces para Genya.

Al final del infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora